En el último año hemos presenciado como la pandemia ha acelerado el proceso de transición energética en todos los sectores. El impulso y los incentivos dados desde las administraciones públicas, junto a los esfuerzos de las empresas privadas, ha fomentado que desde sectores muy diversos se aborde el desafío de la descarbonización con propuestas ambiciosas.

También el sector de la inversión se ha puesto a trabajar para contribuir de forma activa en la financiación de la transformación energética. Cuando se utilizan 100 euros de capital y se destinan a una iniciativa con un enfoque de descarbonización, ¿qué significa realmente esa inversión?, ¿dónde se produce el impacto?

Por mucho que se vean tantas iniciativas de inversión pasiva, ETF verdes, ETF ASG, nunca ha habido tanto dinero en el mundo tratando de encontrar un hogar. Muy a menudo son las personas quienes crean nuevas herramientas de producción que serán necesarias para alcanzar los ambiciosos objetivos que se han fijado por los gobiernos y administraciones.

El capital de expansión es lo que convierte a un campeón local en un campeón global

Recientemente el presidente Biden marcó unos objetivos de reducción del 50% de las emisiones de gases para 2030. El año 2030 parece muy lejano, pero en realidad sólo faltan 3.000 días. Y reducir en un 50% las emisiones de gases de efecto invernadero en relación con 2005, que es lo que se ha dicho, es efectivamente volver a emisiones de CO2 de 1962. ¿Da miedo? No, no da miedo.

En realidad, es la mayor oportunidad que tenemos. Porque, a diferencia de 1962, en lo que respecta a la producción de energía alternativa, las grandes empresas que se centran en esta mejora energética pueden utilizar la tecnología, pueden utilizar la creatividad. Como esta, hay más situaciones que ofrecen grandes oportunidades de inversión. Así que cuando ponemos todo eso junto, efectivamente, se obtiene una oportunidad única que también debe ser abordada desde las firmas de gestión de activos.

En este contexto, hay una dinámica en el mercado de capital privado, donde existen muchos recursos en la etapa inicial; en el venture capital, se dan varias etapas donde la gente espera diseñar el producto más novedoso; y, por otra parte, está todo este capital abandonado como las SPAC, pero también fondos muy grandes que están buscando oportunidades multimillonarias.

Mientras, lo que marca la verdadera diferencia, el verdadero impacto es que cuando ya eres una empresa rentable, no estás tratando de buscar clientes, no estás buscando vender tu empresa, estás buscando recaudar capital como complemento a cualquier otra financiación alternativa que puedas encontrar. Y buscando socios minoritarios que te proporcionen capital a largo plazo, a medida y flexible. Aquí es donde entran las fórmulas de financiación alternativa.

Volver a emisiones de CO2 de 1962 no da miedo. En realidad, es la mayor oportunidad de inversión que tenemos

En la última década ha habido una gran cantidad de creación, innovación y emprendimiento en el mercado. Y por mucho que la transición energética acapare la atención, la gente se da cuenta de que ya no es el mercado de compras (buyout market). El capital privado, en su definición más tradicional, va sobre comprar compañías: una empresa que cambia de propietarios, de uno a otro, con mucho apalancamiento, etc.

Está el venture capital donde el riesgo es grande, es crítico y existe una inversión muy crítica. Este capital de crecimiento, este capital de expansión es lo que convierte a un campeón local en un campeón global. A través de este tipo de financiación las empresas crecen enormemente, muy a menudo en una tasa de crecimiento de más del 50%, o superior. Por eso, asignar capital como inversor minoritario a empresas rompedoras e innovadoras es efectivamente pasar de un juego oportunista a una oportunidad estructural.

En el caso de los bancos, ocupan una posición de motor clave en la financiación, sin duda. Y todas las políticas monetarias que se han puesto en marcha, incluso desde la crisis financiera mundial, están ahí, actuando bajo un montón de restricciones de capital, los activos de grado de riesgo, etc. Es más fácil para los bancos sindicar un préstamo de 10.000 millones de euros, y dárselo a una empresa del S&P 500, del FTSE o del DAX, que invertir 25.500 millones de capital.

Antes era una práctica más habitual. Hace 50 años, muchas de las empresas de capital riesgo salían de los propios bancos. Ahora, ya no ocurre, y esto deja una enorme oportunidad a los gestores de activos, al tener acceso a este capital flexible, paciente y a largo plazo para centrarse en esta iniciativa. Ni siquiera es una cuestión de competencia, se trata de actividades complementarias y necesitamos que todo el mundo se concentre en eso, para alcanzar los objetivos de descarbonización.

***Mathieu Chabran es cofundador de Tikehau Capital