El ansiado final de 2020 estuvo acompañado de algunas buenas noticas que parecían alumbrar la esperanza de un mejor año nuevo. El día 27 de diciembre casi todos los países de la UE, al unísono, comenzaban la campaña de vacunación contra la Covid, a partir de un reparto objetivo en función de la población y tras haber comprado y comprometido con las farmacéuticas una serie de lotes al mejor precio, usando el poder de monopsonio que le supone ser un comprador gigantesco, que representa a casi 450 millones de personas.

El 26 de diciembre se firmaba el desenlace amistoso de la negociación del brexit, que acababa con la incertidumbre sobre una salida abrupta del Reino Unido de la Unión Europea, algo que habría sido demoledor para ambas partes.

Y el 30 de diciembre se anunciaba, tras siete años de negociación, un acuerdo de inversiones entre la UE y China, que abrirá importantes oportunidades en ambos lados y facilitará la transferencia tecnológica entre las dos áreas.

Tras una Nochevieja distinta y algo lúgubre, entramos en un año nuevo que no ha empezado con buen pie. Además de las turbulencias en la transición política en EEUU y la paralización de parte de nuestro país por una nevada anunciada, ha habido otros acontecimientos preocupantes.

La pandemia sigue escalando

Si el mes de diciembre había batido el récord global de la pandemia, con más de 20 millones de casos nuevos y superando el récord del ya pésimo mes de noviembre, los primeros 15 días de enero, lejos de aflojar, han supuesto un empeoramiento.

Gráfico 1

Ello se presenta en la tabla 1, donde la primera columna sólo recoge los casos de la primera quincena de enero, por lo que se debería multiplicar por 2,1 para hacerla comparable con la del mes precedente y por dos para hacer lo propio con la de noviembre. Como siempre, ponemos en rojo los países o áreas que están empeorando en este mes, en verde los que han mejorado y, en negro, los que no están sufriendo una variación significativa.

Además del deterioro del volumen global de casos, un millón más, en términos comparables, destaca el empeoramiento de EEUU, del bloque de Europa excluyendo Rusia y Turquía, de buena parte de los países de Latinoamérica y, por primera vez, de países asiáticos que habían sido muy exitosos en los últimos meses.

Entrando en un poco más en detalle en la tabla, EEUU ha empeorado desde que empezó el año, con un ritmo un 17% superior al de diciembre.

Por el contrario, la India está teniendo unos resultados muy favorables, 2/3 del flujo de diciembre y menos de la mitad del de noviembre. También mejoran Rusia y Turquía, con resultados espectaculares en este último país, lo que ha podido ayudar a Grecia.

Lo que más llama la atención de la tabla 1 es la gran disparidad entre los países europeos, algo que no había ocurrido en los últimos meses. Algunos, como Italia, están manteniendo en enero el mismo ritmo de diciembre que, por cierto, ya había mejorado el registro de noviembre. Otros, como Alemania, Polonia, Grecia o Finlandia, van significativamente mejor en enero. Destacan la mejoría de Grecia y el importante cambio de Alemania, que en enero reduce significativamente el ritmo de contagios, tras un horrible mes de diciembre en términos de casos, aunque ello sea compatible con el hecho de que los contagios de diciembre se están traduciendo ahora, en enero, en un dramático aumento del número de fallecidos. Algo de lo que deberán tomar nota los países que van mal este mes y que sufrirán en términos de fallecimientos dentro de unas semanas.

Dentro de Europa, Francia y Noruega están acelerando su ritmo de contagios en torno a un 33%. Pero no son ni mucho menos los más castigados. En nuestro continente destacan tres países. Por un lado, Reino Unido y Portugal, que en 15 días han tenido el mismo número de casos que los que sufrieron en todo el mes de diciembre, es decir, han duplicado su ritmo de aumento en lo que llevamos de año. Y España, que casi ha triplicado su ritmo de contagios.

Así, en los primeros 15 días de diciembre, España registró unos 110.000 casos nuevos y en estos primeros 15 días de enero, 324.000. Casi el triple. No hay otro país de Europa, y me atrevería decir, del mundo, que haya tenido un deterioro de su curva tan intenso como el que ha tenido España en lo que llevamos de mes y año.

En los países asiáticos, sobre todo Japón y, en menor medida, China, también ha habido un deterioro notable, aunque en unos niveles muy bajos, tanto de contagios como de hospitalizaciones y fallecimientos. En cualquier caso, la experiencia de estos países indica que no se puede bajar la guardia con este virus, y se necesitan potentes medidas de rastreo y testeo para mantenerlo a raya.

En el gráfico 2 presento la evolución, para los cuatro grandes países de la UE, del número diario de casos en lo que llevamos de enero. En los primeros días de enero, Italia y Francia eran los peores, y España el mejor. Pero el día 10 España adelanta a Francia, el 11 a Italia y el 13 a Alemania, y se sitúa, como lo estuvo en noviembre, en cabeza de los grandes países europeos, con la excepción del Reino Unido, que lleva su propia dinámica, a la que luego me referiré.

Gráfico 2

El miedo a la variante británica

La explosión de casos en Reino Unido en la segunda parte de diciembre y la primera quincena de enero ha marcado el ritmo mundial de la pandemia. Este país ha entrado en el selecto club de cinco países que ya han tenido más de tres millones de casos, junto con EEUU, India, Brasil y Rusia, y probablemente adelante a este último país, convirtiéndose en el cuarto país más golpeado del mundo.

Lo más llamativo es que este aumento de casos ha sido muy reciente. Así, el 30 de noviembre el Reino Unido había acumulado 1,6 millones de casos, y un mes y medio después, 3,3 millones, un aumento de 1,7 millones. Es decir, solamente en el tiempo transcurrido en diciembre y estos 15 días de enero, el Reino Unido ha acumulado más casos que en toda la pandemia, desde marzo hasta principios de diciembre. Ello da una idea de la capacidad de contagio de esta variante, que todavía no ha podido ser controlada tras varias semanas de confinamiento estricto.

Es importante recordar que el Reino Unido ha ido por detrás de España hasta el 6 de diciembre, tal y como ilustra el gráfico 3. Y que las cosas pueden cambiar de forma dramática en apenas unas semanas. Pretender mantener el ritmo de la segunda ola sin hacer nada especial puede ser voluntarista, porque la pandemia sigue pautas cambiantes.

Gráfico 3

Las autoridades sanitarias españolas insisten en que hay muy pocos casos de la variante británica en nuestro país. Esa afirmación no es muy creíble por dos motivos. El primero, por la escasa capacidad de rastreo y testeo que tenemos. El segundo por el número de visitantes procedentes de Reino Unido e Irlanda que han entrado en nuestro país en los últimos meses. Todavía no disponemos de los datos de Frontur correspondientes a diciembre, pero en septiembre, octubre y noviembre se registraron los siguientes movimientos:

Gráfico 4

El inusual repunte de la curva española en enero se ha achacado exclusivamente a los "excesos navideños". Y que ese efecto desaparecerá en unos días. Ojalá sea así. Pero lo cierto es que el parecido de la curva española con la evolución de la curva británica a partir del 20 de diciembre es bastante inquietante. Mientras en buena parte de los países europeos se ha optado desde hace semanas por unos confinamientos bastante estrictos que, como hemos visto, en el caso de Italia y Alemania están funcionando, en España ya ni siquiera vamos por detrás de la curva. Ahora simplemente esperamos a que se arregle sola.

Ritmo de vacunación 

El final de año abrió grandes expectativas con respecto al horizonte de vacunación en toda Europa. También España. En nuestro país se fijaron unos objetivos concretos, algo que muchos aplaudimos porque lo importante es que todo el país trabaje en la misma dirección: conseguir que el 1 de julio un 70% de la población de más de 16 años está inmunizada.

En la interpretación más favorable, tal y como estimábamos hace dos semanas en estas páginas, habría que vacunar a 20 millones de personas, es decir, 40 millones de dosis. Es la interpretación numéricamente más favorable porque excluiría tanto a los menores de 16 años como a los que ya han pasado la enfermedad y se les suponga un nivel de anticuerpos suficiente para garantizarles la inmunidad, un supuesto que es bastante discutible. Pero, incluso en este caso, se necesitarían 218.000 dosis diarias, todos los días, sábados, domingos y festivos hasta el 1 de julio para lograr esa meta. En el gráfico 4 presento la serie diaria de dosis administradas, en la que algunos datos han sido interpolados por ausencia de los mismos y la comparo con ese objetivo de 218.000.

Gráfico 5

Es cierto que España ha mejorado en el ránking internacional y somos uno de los 10 países que ha vacunado a un mayor porcentaje de la población, aunque muchos olvidan que esos porcentajes hay que dividirlos a la mitad, porque cada ciudadano necesita dos dosis de la vacuna. En cualquier caso, se trata de una mala comparación. No sabemos lo que hará el resto de los países, si nos adelantarán o mantendremos ese falso liderazgo. A día de hoy estamos 2,5 millones de dosis administradas por debajo de nuestra meta. Ello equivale a 11,5 días de retraso con respecto a la fecha prevista. Es decir, en apenas 15 jornadas ya nos hemos retrasado en 12 días.

Mantener este ritmo "de crucero" en la autocomplacencia del ránking hará que lleguemos a julio habiendo cumplido menos de la mitad del objetivo. Y ahí es donde empezarán los problemas, sobre todo los económicos. Otro verano perdido será demoledor para nuestro país.

Para arrojar algo de buenas noticias sobre este mal comienzo de año, el presidente electo de EEUU anunció un plan de estímulo fiscal de 1,9 billones (trillones) de dólares, el mayor de la Historia. Sirva de comparación que el plan de Obama en 2009 no llegó a los 800.000 millones y tuvo un notable impacto económico. Biden también anunció que "moverá el cielo y la tierra para conseguir una vacunación masiva de la población". Es un buen mensaje. Ojalá cunda, porque no es la hora de la autocomplacencia.