Uno de los fenómenos económicos derivados del Covid-19 es el aumento de ahorro de las familias. En septiembre había llegado a los 882.100 millones de euros y a final de año rondará los 900.000 millones de euros. Una subida superior al 7% respecto al año anterior. La incertidumbre causada por la pandemia hace que los ciudadanos reduzcan sus gastos. Por eso, a pesar de que los ingresos de las familias han decrecido, los ahorros aumentan.

Muchas familias españolas tienen más ahorro que el año pasado. Ese ahorro está materializado en parte en cuentas corrientes y a plazo en la banca; líquido, podría decirse que atesorado.

Su rentabilidad para el ahorrador es nula o casi nula a pesar de la poca inflación actual y va perdiendo capacidad adquisitiva, lenta, muy lentamente, pero también inexorablemente. Lo mismo que si estuviese en el colchón como hacían antaño nuestros mayores. Por eso, parte de sus propietarios se hacen la pregunta: ¿qué hacer con los ahorros en 2021?

La respuesta no es fácil. Las alternativas a ese atesoramiento no son claras. El mercado bursátil de renta variable es una de ellas. Sin embargo, para el común de los españoles no es fácil entender porque se mueve y su evolución, a tenor de los últimos acontecimientos, es incierta.

Con los niveles tan bajos de cotización de muchas empresas, comprar sus acciones ahora parecería razonable. Pero lo mismo se ha dicho en muchas ocasiones este año y luego bajó; la incertidumbre sigue. El índice Ibex 35 debería estar más alto. Pero no lo está.

Buscar rentabilidad ahora poniendo el dinero en la banca no rinde. A la banca ahora no le interesan las operaciones de pasivo. De hecho, cobran por mantener dinero en ella a partir de cierta cantidad de depósitos. Cuando ofrecen algo para que inviertas, ya no está garantizado y, además, exigen un plazo largo para dar al cliente una rentabilidad que nunca es alta. Casi no merece la pena sacarlo de la cuenta corriente, que al menos da liquidez inmediata.

Casi no merece la pena sacar el ahorro de la cuenta corriente, que al menos da liquidez inmediata

Las inversiones inmobiliarias, que fueron buenas hace unos años, no anuncian subidas de precios para el próximo año. Los alquileres se ven amenazados por las restricciones gubernamentales y las moratorias de desahucio. La inseguridad jurídica está ahí.

La inversión de dejar el dinero en el propio negocio, que normalmente renta más que en ninguna otra inversión, no es posible para muchos ahorradores que no son empresarios. Incluso, los que son propietarios de una empresa tienen tal incertidumbre que les hace ser precavidos a la hora de realizar nuevas inversiones.

¿Qué hacer entonces? Parece que lo prudente, de momento, es seguir manteniendo el dinero en cuenta corriente o plazos fijos relativamente cortos en la banca. Mantener la liquidez a la espera de que se aclare el horizonte. Es urgente esperar.

Por eso no es nada raro que el volumen de depósitos bancarios suba hasta el billón de euros. Casi tanto como el PIB español de un año, que si sigue esta tendencia se reducirá ¿Seremos un país con familias ahorradoras y economía débil? ¿Hasta cuándo?

Todo depende de la eficacia de las vacunas. Si en poco tiempo se produce la llamada "inmunidad de rebaño" el rebote será importante. La movilidad de personas lanzará el consumo interno y el turismo. Las empresas verán crecer sus ventas por el tirón del consumo, contratarán y crearán empleo. Las rentas de las familias aumentarán y, sobre todo, mejorará la expectativa de su seguridad financiera.

Entonces, curiosamente, descenderá su ahorro. La bolsa y el mercado inmobiliario responderán con alzas. Pero la inversión en productos bancarios tardará en ser rentable hasta que los bancos centrales suban los tipos de interés.

Si eso es así, como dice el refrán: quien da primero da dos veces. Quien compre en bolsa, o invierta en inmuebles a tiempo generará plusvalías. Ya se sabe, el mundo es de los audaces.

¿Eso será en enero, en marzo, en julio, o en el año 2022? Si lo supiera, querido lector, no sería licenciado en economía, que como se sabe es un profesional que puede explicar con mucha precisión por qué no ocurrió lo que él predijo.

*** José Ramón Pin Arboledas es profesor del IESE.