No lleva sombrero de fieltro, ni látigo de cuero. Más bien usa mascarilla, con bandera española en un lado, llamamientos a la unidad y el poder de ofrecer partidas presupuestarias y ofertas políticas a discreción. El presidente Sánchez, como Indiana Jones en busca del arca perdida, anda transitando por las geografías parlamentarias españolas buscando el voto perdido que le permita sacar adelante los presupuestos del 2021.

A veces, la vida da oportunidades, los votos de los partidos canarios, el de Teruel existe, el regionalista cántabro, Compromís, Más País, … son algunos con los que puede contar, para sumarlos a los del PSOE y UP. También con los del PNV. Todos ellos "negociables" a base de concesiones presupuestarias o políticas. Además, quedan votos que se alinean con el PP pero que podrían tomar decisiones autónomas: UPN, el partido foral navarro, y Foro Asturias.

El descalabro electoral de Ciudadanos y la desaparición de Albert Ribera con su sustitución por Inés arrimadas le ha dado otra posibilidad. En este caso no se trata de trapicheo presupuestario, sino de encajar una política liberal en las cuentas de un Gobierno de coalición socialista-UP.

Diez preciados votos que quieren influir en la estructura del presupuesto. Un encaje de bolillos ideológico en el que la vicepresidenta Calviño tendría un apoyo ante Europa y el Vicepresidente Iglesias se encuentra incómodo.

El presidente Sánchez, como Indiana Jones en busca del arca perdida, anda transitando por las geografías parlamentarias españolas buscando el voto perdido

Por si fuera poco, se ha abierto otra posibilidad. Los cuatro escaños del Congreso del PDeCat, herederos de CiU y disidentes del JxCat de Puigdemont, se avienen a firmar un acuerdo. Por supuesto, siempre que le represente a este partido la posibilidad de anunciar que su postura pactista es buena para Cataluña cara a unas elecciones autonómicas.

Unas elecciones cada vez más complejas por la división del bloque separatista-nacionalista, la caída de Ciudadanos, la figura de un presidente Torra próxima a la incapacitación judicial y el desconcierto general de los catalanes.

Bildu es otra posibilidad, sus cinco escaños pueden servir, con los seis del PNV y los cuatro escaños del PDeCat, más la miríada de grupúsculos (PRC, CC-PNC, NC, Compromís, BNG, …) para tener mayoría absoluta. De ahí el pésame del presidente por la muerte de un etarra, que tanto escandalizó a algunos y los acercamientos a este grupo del vicepresidente Iglesias.

Incluso sólo con que Bildu se abstuviera, el Gobierno podría derrotar las enmiendas a la totalidad, sin contar con ERC ni Ciudadanos, y hacer que el Presupuesto entrase en una discusión artículo por artículo en su tramitación parlamentaria.

Sería una labor de ingeniería negociadora en la que, con cierta habilidad, no haría falta contar ni con ERC, ni con Ciudadanos. Aunque cada votación estaría pendiente de un ¡Ay¡, porque, cualquier cambio en los votos de algunos de ellos, podría hacer fracasar la operación. Cosa que no ocurriría si contase con ERC o Ciudadanos. 

Es difícil pero posible sacar estos Presupuestos sin ERC o Ciudadanos

En todo caso, es difícil pero posible sacar estos presupuestos sin estos dos grupos parlamentarios. El PNV querría sacar, ya se sabe, la próxima negociación del cupo, inversiones del Estado y si entra Bildu en el juego, pedirían el acercamiento de los presos etarras a Euskadi, y algo más. El PDeCat inversiones para Cataluña y cesiones políticas. Los demás grupos pequeños inversiones para sus territorios e imagen de su utilidad política para ellos.

Su estructura general, sin embargo, dependería de la negociación interna en el Gobierno. Su clave sería el nivel de déficit público y, en consecuencia, la presión fiscal.

En ello, la vicepresidenta de economía Calviño debería entenderse con el Vicepresidente social Iglesias. La primera para acercarse a la ortodoxia europea intentando frenar el déficit reduciendo gastos públicos sin subir impuestos. El segundo lo contrario. A este pacto interno dentro del Gobierno se le añadirían los pactos con todos los grupos que lo apoyasen. Por eso podría salir un "Presupuesto Frankenstein". Cada uno de ellos querría llevarse su "tajada" económica o política.

Mientras, el presidente Sánchez y su equipo parlamentario andan en busca del voto perdido, para su presupuesto Frankenstein. No puede ser de otra forma cuando vienen de una moción de censura Frankenstein. Un Presupuesto que sería menos Frankenstein con Ciudadanos o ERC, pero con muchas de sus características.    

*** J.R. Pin Arboledas es profesor del IESE.