Algo hemos venido apuntando en las recientes tribunas al respecto de la importancia, apenas reconocida, del turismo náutico para el sector turístico, no sólo en España, sino en todos aquellos países que tienen el privilegio de poseer una costa apta para su práctica y donde sí se apoya al sector como clave para un turismo de calidad.

Curiosamente, España es uno de los países que más condiciones reúne gracias a su climatología, a sus 8.000 km de costa, a las excelentes infraestructuras portuarias, a sus calas escarpadas en buena parte del territorio y a sus playas, donde, aunque menos atractivas para el fondeo, sí lo son para la organización de regatas o donde sus puertos albergan tránsito de embarcaciones o hibernan todo el año, teniendo en cuenta, además, nuestra posición estratégica.

A pesar de la situación dramática por la crisis de la Covid-19 y a pesar también de las perspectivas que se manejaban ante tal panorama, este verano han aumentado las matriculaciones de embarcaciones y en mayor medida, el charter de las mismas. Y el dato sorprendente ha sido el aumento del público nacional, quien ya alquilaba alguna embarcación en países como Croacia, Grecia o Turquía y en esta ocasión se ha decantado por hacerlo en aguas, sobre todo de Baleares, Costa Brava y Costa Blanca (su proximidad en millas náuticas con respecto a las islas Baleares es un factor a considerar también).

A pesar de la situación dramática por la crisis de la Covid-19, este verano han aumentado las matriculaciones de embarcaciones

Concretamente, el alquiler de embarcaciones aumentó en julio un 23,33% con respecto al año anterior y la matriculación de las mismas, en torno a un 16%. En el acumulado del año, todas las esloras presentan caídas en sus matriculaciones, debido a la situación vivida entre marzo y junio, los meses más fuertes para el último empujón de la venta, siendo, por razones obvias, las esloras de más de 16 metros las que más han sufrido la caída. Siguen en cabeza las de mayor demanda, las embarcaciones de esloras de entre 6 y 8 metros.

La eslora media de nuestra país es pequeña, acaparando casi el 90% del mercado. Es cierto que no hay tanta tradición de pernoctar en la embarcación como en otros países y muchos armadores combinan la estancia en tierra con salidas puntuales al mar, algo que las esloras mayores sí permiten dormir en tu propia embarcación y te garantizan una movilidad por toda la costa.

Pero, ¿por qué motivo en España no se presta la debida atención a un mercado cuya aportación económica es de 12.000 millones de euros y genera más de 80.000 puestos de trabajo, si sumamos los empleos directos, indirectos e inducidos?

Por no hablar de la enorme capacidad de generar riqueza en el ámbito de los megayates y los superyates, aquellas embarcaciones que superan los 20 metros de eslora y sobrepasan, en cada vez más casos, los 100 y donde cada embarcación de este tipo deja en el territorio en tono a dos millones de euros al año.

Y por supuesto, de toda la industria auxiliar asociada. Hablamos de astilleros, de pymes relacionadas con la consignación, servicios de limpieza, alimentación, seguros, repostajes o refit&repair.

Uno de los motivos que explican que España esté por debajo en la tabla de los países nórdicos, de Reino Unido, de Italia, Grecia, Croacia o Francia se debe a la carga impositiva, tanto de IVA como del impuesto de matriculación, donde el resto de países lo han flexibilizado en aras de obtener rendimiento económico a medio plazo.

La formación, escasa o nula en nuestras aulas, o la apuesta de los organismos turísticos, donde la náutica no se sitúa entre sus prioridades, así como el falso mito de que no se trata de un práctica popular, no ayudan tampoco a su impulso. De hecho, ningún gobierno se ha decidido a abrir el melón pendiente, si se me permite la expresión.

Sí son conscientes de ello algunas poblaciones que disponen de instalaciones náutico deportivas y son testigos directos de la capacidad de las mismas de dinamización económica del territorio, pero tampoco todas las que debieran, aunque muchas de ellas han ido incrementando su apoyo y su firme apuesta por la ignorada 'gallina de los huevos de oro'.

Estamos viviendo, en la economía española, la necesidad de acometer una transformación de lo que han venido siendo los principales sectores de actividad. Así, España no puede perder el paso en el sector del automóvil, como no puede perder el paso en el sector turístico. Y desde esta perspectiva la industria del turismo náutico debería ser una de las palancas de dicha transformación, lo que pasa por apostar por toda su cadena de valor.

España no puede perder el paso en el sector del automóvil, como no puede perder el paso en el sector turístico

Uno de los campos en los que España carece del liderazgo que debería tener, dadas sus características y tradición, es en la fabricación de embarcaciones deportivas en el ámbito internacional.

Hay algunos excelentes ejemplos, como Astondoa, Rodman o Sasga Yachts, y los novedosos y emergentes De Antonio Yachts, pero estamos todavía lejos de las producciones de los grandes astilleros como los franceses Bénéteau, los alemanes Bavaria, los italianos Cranchi, los americanos Sea Ray o Quicksilver, o los británicos Sunseeker o Princess, que dibujan la mayoría de los pantalanes de Marinas y puertos deportivos.

España tiene por delante una agenda atractiva pero es imprescindible que sea capaz de vencer sus múltiples complejos y seamos capaces de ver, como otros países de nuestro entorno sí hicieron hace tiempo, el potencial de una industria clave para un turismo de calidad, asociada a la creación de empleo, al impacto económico directo e indirecto muy superior a otros subsectores turísticos, donde todas las instalaciones portuarias, además, se han sumado a la digitalización y una apuesta firme por la sostenibilidad.

España tiene por delante una agenda atractiva pero es imprescindible que sea capaz de vencer sus múltiples complejos

Pero me temo que nos queda todavía un largo recorrido y un reto por delante que abordar, a pesar de nuestra imbatible riqueza y diversidad. 

*** Eva Miquel Subías es socia directora aWp Services y consultora de puertos y logística.