A medida que la emergencia sanitaria y las medidas que tuvimos necesariamente que adoptar para tratar de ponerla bajo control van dando paso a una crisis económica que se prevé muy dura, resulta interesante y extraño dirigir nuestros ojos a la marcha de las grandes empresas tecnológicas: una especie de mundo aparte en el que las cosas van razonablemente bien, los beneficios crecen o, al menos, no caen lo suficiente como para poner en peligro nada verdaderamente importante, y la abundancia de recursos es de tal magnitud que el planteamiento es salir reforzados de la pandemia, con más capacidad para innovar y para comer terreno a aquellos competidores que han quedado más debilitados. 

Para las grandes empresas tecnológicas, la pandemia está representando prácticamente una oportunidad. Capaces de enviar a sus muy preparados trabajadores a sus casas de un día para otro e incluso de pedirles directamente que se queden en ellas hasta el año que viene, o hasta para siempre si quieren, compañías como Amazon, Microsoft, Google o Facebook se han encontrado de la noche a la mañana con un uso de sus productos mucho más importante, en muchos casos con dinámicas de adopción insospechadas incluso entre quienes no recurrían a ellos en circunstancias normales.

El caso de Amazon es especialmente paradigmático, porque casi todos los elementos de la pandemia parecían jugar a su favor: con todos metidos en casa, las compras en el gigante norteamericano alcanzaron niveles de récord y la llevaron a ganar más de 10.000 dólares por segundo. 

Incluso en los casos en los que las empresas tecnológicas han tenido que cerrar sus redes de tiendas físicas, como le ocurrió a Apple, la cantidad de dinero en reservas que tiene es tan elevada, que el impacto de la pandemia, a pesar de ser considerable en cifras, no supuso más que un bache.

De hecho, como todo el resto de las grandes compañías tecnológicas, ha llegado incluso a llevar a cabo adquisiciones durante el período que duró la pandemia en el ámbito de la realidad virtual, que muchos ven como su próxima gran reinvención. 

Obviamente, no todas las tecnológicas van bien. Compañías como Airbnb o Uber, basadas en actividades que se han visto severamente limitadas durante los períodos de confinamiento, están recortando su plantilla de manera agresiva e intentando sobrevivir una larga temporada sin ingresos.

WeWork, que ya vio su valoración severamente recortada antes de la crisis, sufre ahora más aún debido también a las medidas de confinamiento. Como en todas las industrias, la crisis no afecta a todos los participantes por igual: unos están más preparados que otros, o tienen posiciones más sólidas en ámbitos no afectados o incluso beneficiados por ella. 

¿Qué cabe esperar de la crisis económica que se nos avecina tras la pandemia? Fundamentalmente, un período de consolidación y concentración. Muchas compañías que han sido fuertemente debilitadas durante estos meses tratarán ahora de sobrevivir como puedan, mientras las grandes tecnológicas y algunas otras que se han visto beneficiadas intentan incursiones en sus ámbitos de actuación, o incluso tratan de adquirirlas aprovechando su mal momento.

Toda crisis tiene un importante componente darwiniano: lo que diferencia a las empresas que perecen de las que sobreviven o incluso de las que salen reforzadas es, fundamentalmente, su capacidad de adaptación al nuevo entorno. 

Lo que diferencia a las empresas que perecen de las que sobreviven es su capacidad de adaptación

Durante la pandemia, mientras la mayoría de la economía se replegaba a sus cuarteles de invierno y detenía o reducía fuertemente su actividad, ha habido compañías como las grandes tecnológicas que no han dejado de generar noticias, de hacer adquisiciones, de presentar productos o de trabajar en innovación.

No necesitamos siquiera salir de España para verlo: Telefonica, sin ir más lejos, llevó a cabo una operación de fusión de la que salió la empresa de telecomunicaciones líder en el Reino Unido, y la firmó el 7 de mayo, aún durante el período de confinamiento. 

Como vemos, no a todo el mundo le va tan mal como parece. Ese efecto de evolución darwiniana de competidores menos adaptados que perecen y son sustituidos por otros más preparados, más ágiles o con más suerte es uno de los factores más importantes que contribuyen a dar forma al escenario que queda tras el cataclismo. ¿Has hecho ya tu diagnóstico, o sigues tozudamente tratando de volver a lo mismo que hacías antes de que todo esto empezase?