Empecemos por resaltar que el mercado de las acciones ha bajado ya entre un 25 y un 30% dependiendo de los índices, tanto en Estados Unidos -Dow Jones y S&P 500-, como en Europa -EuroStoxx 50-. También se ha producido una apreciación de euro frente al dólar, que ya ha sido superada por una apreciación del dólar debido al estrés de los mercados en estos últimos días.

Pero vamos a preguntarnos, ¿dónde nos encontramos y cuáles serían las predicciones desde este momento? Dado que, como apuntaba en mi primer artículo de la primera semana de marzo de 2020, estamos ante una crisis sanitaria, debemos fijarnos en la marcha de la parte sanitaria.

Es este punto, debemos decir que el virus se ha expandido y se está expandiendo a nivel global de manera geométrica, con las excepciones de China, Japón y Corea del Sur, que parece que han conseguido pararlo por ahora.

Observemos aquí dos puntos claros. Estados Unidos será el país epicentro en los próximos días, Europa está en plena crisis sin haber podido contener la epidemia todavía . En el mejor de los casos, se necesitarán un par de meses más.

Hay que atender también al resto del mundo pobre, es decir, África, Latinoamérica, el Sudeste asiático, zonas con una deficiencia enorme de sus sistemas sanitarios y en las que va a ser ser casi imparable.

Adicionalmente, todos los expertos están vaticinado ya un rebrote en China desde el momento que el país está estancado en su actividad económica.

La conclusión es que hemos ido de mal a peor en la evolución de la crisis real, que es la sanitaria. La pandemia es la madre del problema económico.

En el apartado económico, ya todos los economistas estamos de acuerdo en que vamos a ver caídas del PIB en el primer y segundo trimestre en Europa y EEUU de entre el 15 y 20%. Unos descensos del PIB solo vistos en la Gran Depresión de 1929. Recuerden que en aquella época quedó un tercio de sistema bancario en banca rota y se llegó a una tasa del 25% de desempleo. Además, el PIB en EEUU cayó un 8,5%.

En 1930, perdió otro 6,4%, en 1931, un 7,7% y en 1932, un 12,9%. En aquel momento se produjo la causa de la depresión fue el pinchazo de la burbuja en los mercados de acciones en octubre del 1929 el llamado, crack del 29.

Hemos ido de mal a peor en la evolución de la crisis real, que es la sanitaria. La pandemia es la madre del problema económico

Nótese que en aquel momento el problema fue meramente financiero. Además, la Fed cometió el error de subir los tipos de interés lo cual exacerbó la crisis.

En este caso, los bancos centrales y los gobiernos a través de política monetaria y fiscal están lanzando dinero a tomo y lomo en lo que se puede considerar prácticamente una nacionalización de facto de áreas de la economía, como es el caso del área de los bonos corporativos, que está roto, así como la compra de bonos de deuda pública e incluso de acciones de compañías privadas.

Por otro lado, observamos que hemos entrado claramente en una economía de guerra. Las personas están en casa confinadas, el aparato productivo está prácticamente parado, menos los productos de primera necesidad, es decir, alimentos, medicinas y utilities.

Merece la pena apuntar que países como Japón, Francia o Italia redujeron el PIB desde 1939 al 1945 en un 50%.

No va es ser el caso en esta ocasión pero solo porque esperamos que la crisis dure un par de trimestres porque la severidad de la misma en cuanto a intensidad es la misma que entonces. Nos salva el factor tiempo únicamente.

Claro está que hubo daños en las infraestructuras y muchísimas vidas humanas perdidas. Se calcula que alrededor de 60 millones de personas perdieron la vida en la Segunda Guerra Mundial.

No olvidemos que en esta pandemia con un 70% de contagio al 1% de muertes estaríamos hablando de 50 millones de muertos, una cifra no tan alejada de la que tuvimos en la Segunda Guerra Mundial. Si no se consigue parar la pandemia, tendremos un parón económico de tamaño extraordinario. Se estima que llegaríamos a un desempleo por encima del 15% en Estados Unidos, cuando apenas pasaba del 3% hace dos meses.

A tal extremo ha llegado la cosa que el presidente americano Donald Trump se está planteando retomar las actividades económicas en Estados Unidos a partir de la segunda semana de abril. Una medida totalmente contraindicada por las autoridades médicas y epidemiológicas, debido a que la pobreza que traería al país mantener este confinamiento podría hacer que las cifras de suicidios, desahucios, paro, etc. causaran más daño que la propia pandemia.

Trump estudia retomar la actividad por miedo a que la pobreza que traería mantener el confinamiento dispare los suicidios, desahucios, paro, etc.

Hay que entender que incluso si se llegase reactivar la actividad económica, cuando pase el confinamiento forzoso, la sociedad vivirá con miedo durante bastante tiempo hasta que no se consiga una cura definitiva o una vacuna para este coronavirus.

La recesión se mantendrá un par de trimestres como mínimo. A lo más que podemos aspirar en este momento es a evitar la depresión que, por otra parte, no se puede descartar completamente. Una depresión supondría una caída mas prologanda del consumo y la inversión.

La prolongación de la recesión por encima de los dos primeros trimestres que ya tenemos asegurada puede venir por la permanencia del miedo a socializar, lo que podría prolongar la caída del consumo y la inversión, sobre todo en los sectores de la economía discrecional. Esto es, en los productos no indispensables para vivir.

Analizada la situación real de la economía, tenemos dos aspectos. El primero, la reacción de la política monetaria y fiscal y por otro, las valoraciones de los mercados.

En cuanto a este último aspecto, pienso que los inversores están aún en una situación mental que viene de antes de esta crisis. Desde el punto de vista cognoscitivo, cuesta adaptarse a la nueva realidad ya que como explico Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía en el año 69, el ser humano actúa de una manera irracional proyectando al futuro la realidad del pasado reciente. Y hemos de recordar que en EEUU, venimos del periodo más largo de crecimiento desde la Segunda Guerra Mundial.

En segundo lugar, los retornos en los índices del mercado de acciones en EEUU están por encima de su media histórica de los últimos 50 años y recordemos, que hay una reversión a la media que siempre se cumple.

Nótese que, por ejemplo, el índice S&P 500 está en este momento en los niveles de diciembre de 2019, cuando la economía no estaba ni por asomo en una situación algo parecida al precipicio en el que estamos a punto de caer.

Por consiguiente, la conclusión sería para las bolsas, incluso después de repunte del 10% en los mercados de valores que se produjo el día 24 de marzo, que deberíamos ver declives adicionales del entorno desde el punto actual del 20 al 25% adicional.

Mientras se dan estos declives, el dólar debería seguir presionado al alza. Hasta que después de la capitulación de las ventas desesperadas podamos ver un escenario de crecimiento.

Ojo, que nadie puede saber el suelo del mercado. Y es cierto que cuando se vea luz en el horizonte el mercado relacionará relativamente rápido al alza, pero para los individuos que siguen con una buena posición de cash no es el momento aún de lanzarse al marcado sin esperar a caída adicional de la que hablamos.

Solo recuerden que los niveles de recesión que vamos a experimentar en este año solo son comparables a la crisis de los años 30 o a la de los años de la posguerra. En 1946 el PIB de EEUU cayó 11%.

Aunque con retardo, los agentes económicos reaccionaran a la nueva realidad, aunque esa realidad, en el mejor de los casos y saliendo todo muy bien (lo cual no está garantizado), solo se arrastre un par de trimestres .

*** José María Ollé Curiel es economista.