En aquel discurso de hace menos de tres meses, el flamante recién elegido para un segundo mandato Jerome Powell, esbozó cuatro formas de evaluar las perspectivas de la inflación y argumentó que cada una de ellas sugería que no había motivo de alarma. 

Sin embargo, incluso el PCE Deflator (el indicador de precios que más sigue la Fed, ya que se forma con una medida más amplia de precios de bienes y servicios) se ha disparado en su último dato conocido a máximos de 30 años. 

El deflactor del PCE general subió un 4,4% interanual, por encima del 4,2% de agosto y el deflactor del PCE básico subió un 3,6% interanual, lo mismo que en agosto, ambos en su nivel más alto desde 1991

Los cuatro puntos 

“El repunte de la inflación hasta ese momento era en gran parte el resultado de las subidas de precios en un grupo reducido de bienes y servicios directamente afectados por la pandemia”.

Es lo que dijo Powell entonces, pero eso no es cierto, al menos ahora. El último IPC de los Estado Unidos mostraba un aumento generalizado de los precios. Ordenados de mayor a menor incremento anual: carne, aves y huevos son los que más subieron de precio, seguidos de tabaco, electricidad, mantenimiento del coche, restaurantes, servicios hospitalarios y vivienda. 

También afirmó que “se están moderando las subidas de precios en los bienes y servicios que han experimentado las mayores subidas”.

Si se refiere a que la inflación de los precios de los autos usados ha bajado desde su máximo del 45,2% en junio, al actual, pero aún altísimo, 25%, no parece una gran moderación.

Además, el aumento anual de los precios de los bienes duraderos en general fue del 7,3% en septiembre, el mayor incremento desde 1981.

Si esto se debe a los problemas de las cadenas de suministro, los cuales no parece que vayan a desaparecer a corto plazo, y a la fuerte demanda de los consumidores, llenos de dinero gracias a los sucesivos paquetes fiscales y al aumento del ahorro, poca moderación se espera.

También dijo en la conferencia de Jackson Hole que veía pocos indicios de aumentos salariales que pudieran generar una inflación excesiva. 

De nuevo se equivocó, los salarios de los trabajadores han aumentado desde entonces, ya que los empleados han aprovechado las abundantes ofertas de trabajo para renunciar en cifras récord en busca de mejores oportunidades. 

Durante el último cuarto de siglo, la inflación ha sido generalmente baja en Estados Unidos y en gran parte del mundo industrial. Powell lo ha atribuido a una serie de factores estructurales, como los avances tecnológicos y la globalización, argumentado que seguirán actuando como freno a la inflación incluso después de la pandemia. 

Sin embargo, hay indicios de que algunas de esas fuerzas pueden estar perdiendo fuerza, al menos por ahora. Los precios de las importaciones, quizás la mejor medida de los impulsos inflacionistas procedentes del exterior, han subido mucho recientemente, al mayor nivel desde 2011

En resumen, y contrariamente a lo que dijo, las subidas de precios son generalizadas, no se moderan, también incluyen salarios más altos, y las importaciones se han encarecido tanto que han perdido su histórico carácter deflacionario.

Expectativas 

Los responsables de formular políticas monetarias prestan mucha atención a lo que piensan los estadounidenses sobre los precios, porque creen que eso determina en gran medida la evolución de la inflación.

Si los trabajadores y las empresas temen que los precios suban, actuarán de forma que contribuyan a ello. Los empleados presionarán para obtener aumentos salariales mayores, mientras que las empresas se apresurarán a subir los precios para cubrir sus costes crecientes, y algo más.

Las expectativas de inflación entre los consumidores y los inversores han alcanzado los niveles más altos de los últimos años a medida que se aceleran las subidas de precios, especialmente de la gasolina y otros productos energéticos. 

Incluso en los mercados financieros está pasando. Ya se asume que hasta bien entrado 2022 la inflación seguirá alta, y la mayoría de analistas ven, a causa de ello, que la Fed tendrá que subir los tipos de interés en junio (o como muy tarde septiembre) del próximo año, algo que también descuenta la curva de tipos de interés. 

Ahora que ya sabemos que el discurso del próximo año de Jackson Hole lo volverá a dar Powell y no Brainard, tiene tiempo para hacerlo mejor y no volver a subestimar a la inflación.

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