Es obvio el importante avance material (aparte del geopolítico) chino desde que se abrió al capitalismo, y que se multiplicó desde su entrada en la Organización Mundial de Comercio en 2001. 

Un crecimiento basado en ser la fábrica del mundo, gracias a una producción barata (en la que influyó mucho el bajo coste salarial, pero también la falta de políticas medioambientales) y el robo/copia de tecnología occidental para ir progresando en las nuevas tendencias y no dedicarse sólo a manufacturas de precio reducido. 

Sin embargo, en los últimos años China ha buscado reequilibrar su crecimiento desde las exportaciones y la inversión en activos fijos, a un mayor consumo interno

En tanto y cuanto aumente su mercado interno, China será capaz de reducir las vulnerabilidades estratégicas que conlleva su dependencia de las exportaciones, y las firmas extranjeras se volverán más dependientes del mercado chino, dando al país nuevas fuentes de influencia estratégica

Esa es la intención no disimulada de su presidente Xi Jinping. Pero para que aumente el consumo interno chino, tanto los salarios como los ingresos de los hogares deben crecer, y eso necesita reformar más la economía.  

Los cambios 

Todo esto implica aumentar la productividad y eso choca con la preferencia de Xi Jinping por las empresas estatales, generalmente menos dinámicas. Para beneficiarlas está “sobrerregulando” y atacando a los multimillonarios y principales accionistas de empresas privadas chinas

Las autoridades insisten en que las medidas contra magnates como Ma se toman en beneficio de la “prosperidad pública”.

Se presentan como una forma de evitar la extrema riqueza individual, el monopolio corporativo (supuestamente Alibaba y Tencent han utilizado el poder de sus plataformas para limitar las opciones de los usuarios) y la explotación de los trabajadores por parte de plataformas que hasta hace poco se jactaban de su cultura de “996” (trabajar de 9 a.m. a 9 p.m., seis días a la semana). 

Incluso se argumenta que es un golpe a favor de la privacidad de los datos (permitiendo la privacidad de los datos individuales frente a las corporaciones, aunque no ante el gobierno) y en contra de los flujos de datos transfronterizos y la influencia extranjera, incluidas las bolsas de valores extranjeras, donde cotizan algunas de estas empresas. 

Riesgos 

Como dice Raghuram G. Rajan, antiguo gobernador del banco central de la India y profesor de finanzas en la Universidad de Chicago:

“Si bien las autoridades han recalcado de que la campaña apunta a los empresarios más acaudalados y prominentes, en particular aquellos que no parecen aportar mucho valor social, también está lo suficientemente abierta como para afectar a prácticamente cualquier persona. Al tomar medidas contra los extremadamente ricos, el gobierno se arriesga a desalentar a los meramente ricos de intentar crear valor.” 

Y avisa: “¿Quién decide lo que es socialmente valioso? Los burócratas y los funcionarios del partido.”

Si bien en grandes términos las medidas de China contra las empresas van en línea con el estado de ánimo general que impera en el planeta, se arriesgan a ir demasiado lejos, ya que son demasiado escasos los contrapesos al poder del PCC y a sus dirigentes. 

El intento del gobierno de controlar el sector privado hará mucho más difícil que las corporaciones chinas accedan a los mercados internacionales, un factor importante para el crecimiento del país. La percepción de que las empresas chinas están sujetas a los estándares de gobernanza occidentales es lo que les ha permitido acceder a capitales de riesgo.  

El caso Evergrande 

El problema financiero real de Evegrande es sustancialmente menor de lo que sugiere los “300.000 millones de dólares de pasivo, equivalente al 2% del PIB”, ya que posee muchos activos tangibles, incluidos terrenos (técnicamente, el derecho a construir en ellos), apartamentos terminados que aún no se han vendido y edificios de apartamentos parcialmente construidos. Según la empresa, el valor de sus activos supera al de sus pasivos.

De hecho, está empezando a vender activos. La semana pasada lo hizo con una participación que tenía en un banco y en la actual, colocando la mitad de su participación en su unidad de administración de propiedades.

Por eso, para el estado es fácil intervenirla y convertir una crisis de solvencia en una de liquidez, que se resuelva aportando China el dinero y perjudicando a los accionistas privados, e incluso a los deudores extranjeros. ¿Cuál es el riesgo de algo así? 

En primer lugar, habría un derrame psicológico para muchos otros promotores inmobiliarios que, como Evergrande, utilizan la deuda para financiar sus operaciones.  

Si los prestamistas potenciales de estas empresas están preocupados por la desaparición del sector inmobiliario, muchas empresas pueden encontrar que su financiación se agota. A medida que los temores de una cadena de quiebras en el sector se vuelvan autocumplidos, un gran número de estas empresas también se hundirán. 

En segundo, si Evergrande se hunde, muchos de sus proveedores de acero, cemento y equipos también pueden tener problemas para pagar sus préstamos bancarios. Los préstamos pendientes de los bancos a otras empresas inmobiliarias también podrían convertirse en dudosos. 

Luego está el efecto contagio en el sector, como apunta K. Rogoff, profesor  de economía en la Universidad de Harvard:

El enorme porcentaje que ocupan el sector inmobiliario y de servicios relacionados en el PIB chino –un asombroso 25% - es aún mayor que el porcentaje del sector inmobiliario de las economías española e irlandesa en su pico previo a 2008. Por sus efectos de rebote en otros sectores, una desaceleración significativa del sector inmobiliario de China fácilmente podría recortar un 5-10% del crecimiento acumulativo del PIB en los años siguientes.” 

Y una vez perdida la confianza en los mercados o en el gobierno, no será sencillo recuperarla. Esto es particularmente cierto en el caso de la confianza en el sector financiero, donde millones de ciudadanos chinos tienen sus ahorros amarrados a viviendas a medio terminar y a productos de gestión de capitales ofrecidos por firmas de inversión escasamente reguladas.  

Ya hay varios cupones de deuda de Evergrande impagados, y antes de un mes hay que resolverlos para que la empresa no se declare en quiebra. Se ha ganado tiempo, pero el Ejecutivo chino sabe que debe aprender la lección de Lehman Brothers y no dejarla caer. Además, intervenirla coincide con sus últimas actuaciones contra corporaciones privadas.

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