Nunca he entendido ese discurso despectivo hacia uno de los aspectos más determinantes de la inversión como es la macro. Cuando un gestor dice abiertamente que no tiene en consideración aspectos relativos a la economía se entiende sobradamente que, salvo que sea específicamente la base de su política de inversión, desprecia tener que estudiar o reflexionar sobre la marcha de la misma.

En la práctica hay muchos fondos de inversión cuyo proceso inversor viene determinado en gran medida por variables macro. Se trata de una gestión orientada al ciclo económico, y que por tanto, se ve influenciada por cuestiones relativas a la política fiscal y monetaria. Para este estilo de gestión la inflación, la producción y los tipos de interés, son elementos cruciales de las decisiones de inversión.

No siendo ese el caso, el desprecio declarado por la economía tiene que ver con gestores, fundamentalmente de renta variable, que públicamente manifiestan que no pierden tiempo en estudiar estas variables, lo cual no es ni mucho menos una crítica velada por mi parte sino una fuente de inconsistencia de su propio discurso. Es lo que yo considero una estrategia de marketing.

Howard Marks es uno de los gestores más brillantes que he conocido. Su concepto de la inversión está fuertemente arraigado al ciclo. Parece obvio pensar que cuando se habla de ciclo se habla de economía.  Marks no habla nunca de estimar los tipos de interés o desarrollar un modelo de predicción del crecimiento. Habla de inferir, de entender hacia dónde van estas variables para determinar su posicionamiento.

Hay una gran, enorme diferencia entre estimar una variable o entender su tendencia, que es simplemente reflexionar de dónde viene, adónde va y cómo afectan las variables que influyen en ella.

A este tipo de gestor lo que le preocupa no es saber si los tipos de interés estarán 50 o 100 puntos básicos por encima del nivel actual, sino si el en contexto económico tiene sentido ese movimiento. También si la decisión está sesgada por algún tipo de error o si los movimientos, sean cuales sean, servirán para mejorar la economía o, al contrario, para empeorarla. Porque al final, se quiera o no, eso tiene impacto en los activos de riesgo.

El ciclo económico no viene determinado de forma exclusiva por el crecimiento del PIB o de la inflación, dos de las variables que curiosamente luego más se repiten en los discursos de los gestores. Al final no hay beneficios de los que hablar sin tener en cuenta la producción, de la misma manera que las decisiones de política monetaria son el epicentro del debate económico actual.

Cuando mencionaba que se trata de una estrategia de marketing es porque muchos gestores construyen una estrategia en base a su figura negacionista de la economía sobre la cual arman un discurso para distinguirse en un sector, no olvidemos, donde los egos están a la orden del día.

Decir que no pierden el tiempo en el estudio de la economía forma parte de una imagen que mucho tiene que ver con una escuela de inversión en boga. Lo cual constituye una falacia. No conozco un gestor que no se preocupe por los beneficios de sus empresas igual que no hay empresa que no se preocupe por la marcha de la economía. Las empresas generan decisiones tomando como centro el ecosistema en el que se mueven ya que todo les afecta, desde la inflación hasta el desempleo pasando por los tipos de cambio y el nivel de tipos de interés.

No son pocos los inversores que afirman que estamos en un superciclo de materias primas, por lo que si hay algo a lo que hay que prestar especial atención es precisamente a la comprensión de la macro y sus variables. También de cómo la política monetaria global ha fracasado y de porqué las materias primas pueden funcionar en un mundo que se dirige a la hiperinflación después de haber hundido el valor del dinero gubernamental.

Acepto el matiz de que el estudio detallado de la economía no es clave ya que las empresas realizan esa labor por ellos. Cuando una compañía decide cubrir su riesgo de cambio o asegura un tipo de interés, es porque tiene una visión propia de la economía. En ese punto entiendo que el inversor solo tiene que preocuparse por la generación de valor de esas decisiones.

Personalmente, desconfiaría de un gestor que tuviese esa convicción de renegar de la macroeconomía y lo manifestase abiertamente con desdeño. En el complejo mundo de la inversión, aunque se trate de simplificar el discurso, todo importa. La manera en la que se pone el foco en lo verdaderamente relevante es lo que al final diferencia a los gestores.

*** Alberto Roldán, economista y gestor