Últimamente, me llama mucho la atención ver cómo entidades especializadas en banca privada en lugar de anunciar servicio anuncian directamente productos. No me sorprende que la banca en general anuncie productos financieros, pues su negocio consiste en fabricarlos y venderlos.

Sin embargo, se supone que la banca privada, aunque también cobre comisión por recomendarlos o incluirlos en las carteras de sus clientes, tal vez debería centrar su publicidad en la calidad del servicio o en la atención personal, antes que directamente en la venta de productos. Es sólo una opinión.

El caso es que en cada época hay una idea que sirve para vender productos financieros. Hace años fueron los BRIC, acrónimo para vender unos fondos de inversión que agrupaban una serie de países emergentes con buenas expectativas de crecimiento. Pero, aunque durante un tiempo fue una idea rentable, un sencillo fondo indexado referenciado al S&P 500 -y no les quiero decir uno referenciado al Nasdaq- lo ha hecho mucho mejor en los últimos diez años que cualquier BRIC.

También se han vendido muchos fondos garantizados que, una vez aplicadas las altísimas comisiones de gestión que suelen incorporar estos fondos (por no realizar gestión alguna), han dado mucha menos rentabilidad que el fondo de renta fija mixta más conservador y modesto del mercado.

En las cosas del dinero, muchas veces las inversiones 'mega guays' no pasan el examen de la rentabilidad. Por eso, cuando me preguntan por la inversión sostenible –por poner un ejemplo-, yo siempre pregunto antes si lo prioritario para el que pregunta es la sostenibilidad. Si la respuesta es positiva, entonces le doy prioridad a la información sobre sostenibilidad de la política de inversión del fondo frente a cuestiones más relacionadas con la rentabilidad del mismo frente a otras opciones.

A veces el envoltorio de la sostenibilidad oculta una gestión mediocre y comisiones muy elevadas

Ahora bien, si quien consulta me dice que, además de la sostenibilidad, le interesa la rentabilidad, entonces -y aunque sea políticamente incorrecto- mi misión como asesor financiero es advertir de que hay casos donde sostenibilidad implica menor rentabilidad. Y no por la sostenibilidad en sí, dado que es perfectamente posible combinar rentabilidad con sostenibilidad –además, personalmente, me parece lo correcto-, sino porque a veces el envoltorio de la sostenibilidad oculta una gestión mediocre y comisiones muy elevadas.

Mi consejo para los inversores que quieran compatibilizar sostenibilidad y rentabilidad es que realicen la 'prueba del índice'. Esta prueba consiste en comparar la rentabilidad del fondo sostenible con un índice de referencia. Pero no con un índice de sostenibilidad, eso sería hacernos trampas al solitario, sino con un índice de referencia global, tipo el MSCI World (en euros). Porque es perfectamente compatible ser un buen gestor global que tiene en cuenta o incluso se centra en la sostenibilidad con hacerlo mejor que gestores que se limitan a invertir sin considerar esta cuestión.

Sí, ya sé que si le hacen el test a sus fondos sostenibles se van a llevar sorpresas desagradables, pero eso no es culpa de la sostenibilidad. Es culpa de la gestión. Aunque yo creo que este año la rotación entre activos va a ayudar, la realidad es que en los últimos diez años no llegan ni al 15% los fondos de gestión activa -en general, no sólo sostenibles- que son capaces de hacerlo no ya mejor, sino igual que sus índices de referencia. Es un mal que aqueja al sector que no tiene nada que ver con la sostenibilidad.

Lo anterior es también de aplicación a casi toda la inversión temática, la última gran idea comercial de los fabricantes de fondos. Porque, además, la inversión temática surgió precisamente para aportar un valor diferenciador ante el empuje de la inversión indexada, es decir, fondos de inversión y ETF que se limitan a seguir a los índices y a cambio cobran comisiones mucho más bajas que los de gestión activa.

En las cosas del dinero, muchas veces las inversiones 'mega guays' no pasan el examen de la rentabilidad

La idea es que invirtiendo en un tema atractivo o una megatendencia, se va a ganar más dinero que invirtiendo en un índice 'normal'. Más motivo, por lo tanto, para que el fondo temático lo haga mejor que un índice de referencia. Por ejemplo, si el tema es tecnológico, tendrá que hacerlo mejor que el Nasdaq, cosa que de hecho ocurre en muchos casos, pero desgraciadamente no en todos.

Otro ejemplo muy de actualidad sería un fondo de ecología, que invierta en esa actividad a nivel mundial. Tendrá que hacerlo igual o mejor que el MSCI World, salvo que la prioridad sea invertir pensando sólo en el respeto al medioambiente, aunque insisto en que rentabilidad y ecología son temas no ya compatibles, sino complementarios.

Casi todos los temas o ideas llamativas de venta de fondos tienen una referencia 'vulgar' que, aunque sea solo como referencia, debemos de tener en cuenta si nuestro interés además de ético o temático es financiero. Sobre todo porque como no me cansaré de repetir, ambas cosas no solo son compatibles, sino que muchas veces aportan valor añadido.

El ejemplo más claro lo tenemos en las contingencias medioambientales, las que asumen determinadas empresas poco respetuosas con el medioambiente. Esos costes acaban reflejándose en la cotización. Y viceversa: las empresas con una buena imagen de respeto al medioambiente les gustan a los consumidores y a los inversores.

Pero, como asesor independiente, si me preguntan por ética, sostenibilidad o medioambiente tengo la obligación de recomendar aquello que combina ambas cosas, y no el producto que tiene el nombre más bonito –y normalmente la comisión más alta- pero cuya rentabilidad deja mucho que desear.

***Víctor Alvargonzález es asesor financiero independiente y socio fundador de Nextep Finance