A lo largo de los últimos doce meses los inversores han tenido un ventaja que casi nunca tienen: información fiable sobre algo que va a ocurrir en el futuro y que afectará de forma notable a los mercados. La auténtica bola de cristal, vaya.

Primero fue la vacuna. Ya en el mes de mayo del año pasado, el responsable de Moderna declaraba que a finales de año tendrían una vacuna contra la Covid-19. Es más, como es español se lo contó una entrevista a Carlos Herrera, así que todo el mundo tuvo información de primera mano sobre un evento que sin duda ha tenido un efecto alcista brutal sobre las bolsas.

Bastó con escuchar la radio en lugar de a los muchos analistas agoreros que insistían constantemente en lo mal que estaba todo y que no había que invertir. Es más, unos meses más tarde, el representante de otra de las multinacionales que han creado una vacuna dijo exactamente lo mismo.

Ahora tenemos una nueva oportunidad de utilizar información adelantada sobre algo absolutamente crucial de cara al futuro: el 'tapering'

Luego fue la vacunación. Hace meses que Israel finalizó la vacunación de los mayores de 80 años. El efecto sobre los ingresos hospitalarios y los fallecimientos fue radical. Una bola de cristal perfecta para saber lo que pasaría en el resto de economías avanzadas una vez se fuera vacunando a sus ciudadanos. Por su parte, los afortunados ingleses y norteamericanos nos enseñan al resto del mundo como mejoran los índices de confianza de consumidores y empresarios como consecuencia de la vacunación masiva.

Pues bien, ahora tenemos una nueva oportunidad de utilizar información adelantada sobre algo absolutamente crucial de cara al futuro: el tapering.

El tapering es el proceso mediante el cual los bancos centrales proceden a reducir sus medidas de estímulo económico, es decir, sus compras de bonos. Hay ocasiones en las que este proceso genera fuertes caídas en las bolsas, pero hay otras en las que, bien por una buena comunicación, bien porque se hace en un entorno económicamente favorable, el efecto es menor o incluso no afecta. Adelantarse a los efectos del tapering va a ser crucial para la rentabilidad futura de las carteras de inversión.

Ahora la bola de cristal está en China. Gracias a su buena gestión de la pandemia y a sus programas de estímulo la economía, China no solo ha capeado muy bien el temporal, sino que está teniendo una recuperación espectacular. Además, los responsables económicos del país saben que cuando se recuperen las economías avanzadas tendrán un impulso adicional.

Todo esto preocupa a las autoridades monetarias, que ya consideran el control del riesgo crediticio interno una prioridad. Así que las autoridades chinas han decidido que ya va siendo hora de controlar el nivel de liquidez y el riesgo que asumen quienes prestan dinero. Mientras aquí se fomentan indirectamente las compañías zombis -las que se mantienen vivas gracias al dinero gratuito-, allí empiezan a preocuparles.

Si por las autoridades chinas fuera, se lo tomarían con más calma, pero en China el exceso de liquidez tiene un efecto secundario totalmente indeseado: el aumento del volumen de dinero en manos del shadow banking o 'banca en la sombra', un entramado de prestamistas que manejan una enorme cantidad de dinero que se escapa al control del banco central y que siempre ha sido un dolor de cabeza para los responsables monetarios.

Mal estratega será el que no mire los efectos del cierre del grifo en China, aunque sea de reojo

Pues bien, ahora tienen un segundo dolor de cabeza: las empresas fintech. Las hay muy potentes y cada día se enfrentan más a lo que consideran excesos regulatorios. Tan en serio se enfrentan que alguno de sus responsables ha acabado en la cárcel.

En resumidas cuentas, en China estamos viendo cómo se está dando la vuelta a la tortilla monetaria y cómo ha comenzado un proceso que, no siendo estrictamente asimilable al tapering, busca un resultado parecido. Estamos viendo por lo tanto

qué pasa cuando el banco central decide ir cerrando el grifo monetario en un entorno de recuperación económica.

Evidentemente, estamos ante una bola de cristal de peor calidad que las anteriores, puesto que el efecto del drenaje de liquidez en China no tiene por qué ser igual en EEUU o en Europa, dada la enorme diferencia de sus estructuras económicas o del funcionamiento de su bolsa. Pero mal estratega será el que no mire los efectos del cierre del grifo en China, aunque sea de reojo.

Y quede claro que lo que se ve en la bola de cristal no es necesariamente algo malo. De momento, en las bolsas vemos una pausa en la tendencia alcista, no una fuerte corrección como la que ocurrió en Norteamérica en la época del tapering de Ben Bernanke. La información que nos llega de China deja abierta la puerta a varios posibles escenarios.

En fin, esta tarde tenemos un encuentro aquí, en EL ESPAÑOL, y esta podría ser una buena pregunta, así que dejamos para esta tarde la respuesta.

***Víctor Alvargonzález es asesor financiero independiente y socio fundador de Nextep Finance