Las claves
nuevo
Generado con IA
Las proyecciones de demanda de cobre anticipan un crecimiento vertiginoso en la próxima década. El auge de los vehículos eléctricos, las energías renovables, los centros de datos y la industria de defensa generará una fuerte demanda de este mineral, a veces olvidado, pero que constituye la columna vertebral de la transición energética.
La demanda total de cobre aumentará un 24%, hasta alcanzar las 42,7 millones de toneladas por año en 2035, según un reciente estudio de Wood Mackenzie. Sin embargo, la capacidad de suministro corre el riesgo de no ser suficiente.
Para cubrir el crecimiento proyectado hasta 2035 será necesario agregar más de 8 millones de toneladas por año de nueva capacidad minera, además de 3,5 millones de toneladas procedentes de chatarra. Estas cifras equivalen a, al menos, 880.000 toneladas por año de nuevas minas durante la próxima década, con una inversión asociada superior a los 210.000 millones de dólares.
"El suministro está bajo presión, con retrasos en los permisos, la disminución de las calidades del mineral, la financiación limitada y la preferencia de los inversores por las fusiones y adquisiciones en lugar de los proyectos greenfield (desde cero), todo lo cual frena la nueva capacidad", advierten desde la consultora.
China continúa expandiendo su dominio a través de mineras respaldadas por el Estado, mientras que las empresas occidentales se han retirado de las jurisdicciones de alto riesgo. "Empantanado por esta lenta respuesta de la oferta y la demanda inelástica, el mercado está expuesto a shocks y desajustes persistentes", alertan los expertos.
Si Occidente quiere competir, debe dejar de depender únicamente de las fuerzas del mercado, o al menos hacer que funcionen de manera más eficaz.
"Los gobiernos y la industria necesitan aunar recursos, respaldar proyectos de alto riesgo y construir consorcios público-privados que puedan moverse tan rápido como las empresas estatales chinas. El proyecto Reko Diq, estancado durante décadas, ilustra por qué la intervención decisiva es crucial", apuntan.
¿Qué es el proyecto Reko Diq?
Reko Diq es uno de los mayores proyectos de cobre y oro sin desarrollar en el mundo, situado en la provincia de Baluchistán (Pakistán) y liderado por Barrick Gold, una minera canadiense-estadounidense. El desarrollo del proyecto estuvo suspendido durante más de una década a raíz de disputas legales sobre la concesión minera. No fue hasta 2022 que Barrick Gold y el gobierno de Pakistán reiniciaron su desarrollo, con producción prevista para 2028 y una vida útil de 40 años.
La inversión directa en minería, refinación y procesamiento, más allá de los flujos y las regalías, es esencial. También lo son los incentivos fiscales y fondos de coinversión para la exploración en etapa temprana.
Los acuerdos de compra a largo plazo, las reservas estratégicas y las asociaciones de infraestructura por recursos bajo las iniciativas del G7 o la Unión Europea pueden brindar a las mineras certidumbre y a los países anfitriones una alternativa real.
"Occidente debe superar su aversión al riesgo y actuar de forma concertada y estratégica para asegurar las cadenas de suministro de minerales críticos del futuro y mitigar los riesgos inminentes de escasez de suministro. Desde Detroit hasta Shenzhen, los impactos de las interrupciones en la cadena de suministro de materias primas y la incapacidad de la industria para cumplir con los plazos se sentirán profundamente", concluyen desde Wood Mackenzie.
Los motores de demanda
El cobre es hoy un recurso crítico para cuatro motores de la demanda: la electrificación y transición energética, los centros de datos de inteligencia artificial, la expansión militar europea y el desarrollo económico de India y el sudeste asiático. Sólo estos sectores podrían sumar unos 3 millones de toneladas adicionales de cobre al año, mientras que el crecimiento económico tradicional aportará otros 4,5 millones de toneladas.
Los centros de datos, en particular, se han convertido en un comodín de la volatilidad. El incremento esperado de la electricidad consumida por la IA (2.200 TWh adicionales para 2035) podría elevar la demanda de cobre para infraestructura de red a 1,1 millones de toneladas para 2030.
Como el cobre representa menos del 0,5% del coste de estos proyectos, los desarrolladores apenas sienten el efecto de su precio, lo que aumenta la probabilidad de picos repentinos en la demanda y en los precios, según el estudio.
Los vehículos eléctricos, que ya consumen 1,7 millones de toneladas en 2025, necesitarán 2,6 millones de toneladas adicionales para 2035. Mientras, la modernización de la infraestructura militar europea, aunque en menor escala, también impulsa el consumo de cobre industrial, contribuyendo al estrés del suministro.
