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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha presentado el Pacto de Estado para la Emergencia Climática rodeado de la plana mayor del Ejecutivo, de los agentes sociales y los grupos ecologistas, pero no ha contado con la participación de ningún representante de las grandes empresas del país.

Tampoco se les esperaba, porque Sánchez había anunciado que ese Pacto se hará con consultas a "grupos parlamentarios, gobiernos de distintos niveles de la Administración del Estado, agentes sociales, comunidad científica, organizaciones del campo, grupos ecologistas, y en definitiva, ONGs, voluntariado y todo el conjunto de la sociedad española".

No mencionó ni a las patronales sectoriales, ni a las empresas del sector energético, industrial o del transporte, muy llamativo en comparación con el protagonismo que tuvieron años atrás en el inicio anual del curso político.

Un nuevo giro a la izquierda que supone un paso más en la política antiempresa de un Pedro Sánchez que lleva alejado del Ibex desde 2022 cuando comenzó a cargar contra ellos. 

Este año tan sólo asistieron los presidentes de algunas organizaciones patronales más importantes, como AELEC (Asociación de Empresas de Energía Eléctrica en España), Sedigas (Asociación Española del Gas), y las de renovables como APPA Renovables, AEE (Asociación Empresarial Eólica) y UNEF (Unión Española Fotovoltaica).

Otras que también acudieron fueron Asealen (Asociación Española de Almacenamiento de Energía), Aepibal (Asociación Empresarial de Pilas, Baterías y Almacenamiento Energético) o Avebiom (Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa).

Sin embargo, los asistentes vieron "increíble"  que ni siquiera "se mencionara al sector empresarial del país como participante en este acuerdo social para más políticas climáticas. Somos los que movilizamos los recursos para invertir en la descarbonización de la economía", señalan fuentes del sector consultadas por EL ESPAÑOL-Invertia.

Inicio del curso político

El acto de inicio del curso político tras las vacaciones siempre ha estado marcado por el reto que supone cada año aprobar unos Presupuestos Generales entre septiembre y diciembre, aunque sólo se haya conseguido en 2021, 2022 y 2023 en los siete años de Gobierno de Sánchez.

Ese proceso obligaba a hacer un repaso de los retos económicos del momento, al menos durante los primeros años de legislatura.

Hay que recordar cómo allá por 2018, con Sánchez recién llegado a La Moncloa, organizó un gran evento de inicio de curso en la Casa de América. 

Por allí pasaron Ignacio Galán, Florentino Pérez, Luis Gallego, Gonzalo Gortázar o José Manuel Entrecanales, entre otros. 

Allí el flamante presidente del Gobierno se codeaba con la élite del Ibex para mostrar su fortaleza y cercanía al empresariado ante las dudas que podía generar un Gobierno sin mayoría y con Pablo Iglesias y Podemos de soportes. 

La siguiente cita fue en 2020, tras un 2019 marcado por la repetición electoral. En plena pandemia, Sánchez volvía a verse las caras con Ana Botín, Álvarez-Pallete, Carlos Torres, Isidro Fainé, Florentino Pérez, entre otros. 

Allí se habló de la aprobación de unos nuevos Presupuestos Generales del Estado (PGE), pero también de cómo afrontar la recuperación postCovid de la mano de los nuevos Fondos Next Generation. 

Eran momentos de estar unidos para sacar adelante una economía hundida por el virus de la mano de Europa y con más de 140.000 millones de euros que deberían servir para digitalizar España, recuperar la industria y hacerlo todo de manera 'verde' y sostenible.

Un evento que se repitió en 2021, una vez más en la Casa de América, para hablar del Salario Mínimo, de la necesidad de una ley de vivienda, del diálogo político con Cataluña o de la necesidad de reformar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). 

Pero hasta ahí llegó el idilio de Sánchez con la gran empresa española.

Durante el Debate sobre el Estado de la Nación de julio de 2022, el presidente del Gobierno anunció la creación de los impuestos a la banca y las energéticas y levantó un muro con buena parte del Ibex 35.

Justificaba aquello porque "lo que se llaman beneficios caídos del cielo no caen del cielo: salen del bolsillo de los consumidores que pagan los recibos". 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i) conversa con el presidente del BBVA, Carlos Torres (c) junto con el ministro de Seguridad Social e Inclusión, José María Escrivá (d) tras la conferencia "España puede. Recuperación, Transformación, Resiliencia".

Comenzaba un distanciamiento que hizo que ese año, el acto de vuelta de vacaciones fuera un experimento "inédito" en Moncloa:  50 personas representativas de la sociedad civil que habían mandado sus dudas a medida para que les fueran resueltas en persona por el presidente.

Ni empresarios, ni Presupuestos, ni nada más económico que el lema elegido para el acto: El Gobierno de la gente. Había que aplacar la euforia con la que Alberto Núñez Feijóo había llegado al PP y el triunfo contundente de Moreno Bonilla en Andalucía, el otrora feudo socialista.

Enfrentamiento con los empresarios

A partir de ese momento, los encuentros de Pedro Sánchez con la clase empresarial apenas se han dejado notar, salvo el encuentro que suele organizar en el Foro de Davos, más informal que protocolario.

Tras las elecciones generales de 2023, Sánchez se había erigido ya como el defensor de la 'justicia social'.

Ese año el encuentro fue en el Ateneo de Madrid y era un presidente en funciones a la vuelta de las vacaciones, negociando la investidura con propios y extraños, sin haber ganado en las urnas y con la Ley de Amnistía sobre la mesa.

Sin embargo, en aquella época sí mantuvo reuniones 'discretas' en Moncloa con algunos empresarios. Por ejemplo, con Juan Roig, presidente de Mercadona. 

La debilidad política que se instauró en España cuando logró formar Gobierno a finales de ese año sigue todavía y ha marcado las dos citas de inicio de curso en septiembre de 2024, con el encuentro en la sede del Instituto Cervantes, y ahora en 2025 es sencillamente el Salón de Actos del Ministerio para la Transición Ecológica.

Ya no hay clase empresarial en sus encuentros oficiales. Prefiere hablar de cientos de organizaciones sociales representativas, patronales sectoriales, sindicatos y organizaciones representantes de la sociedad civil.

Los grandes empresarios negocian por su cuenta en la Oficina Económica de Moncloa, con el presidente al tanto de todo, pero sin grandes fotos que comprometan su delicado equilibrio de poder con el resto de la izquierda, los nacionalistas o Puigdemont.

Lo que empezó siendo un abrazo por la recuperación de la economía y el desarrollo de la industria, ha acabado siendo un reparto de fondos europeos complicado de cerrar antes de agosto de 2026 y un enfrentamiento entre Gobierno y empresarios que apuntan a una relación casi imposible de resucitar.