Bruselas

Estaba previsto que fuera el plato fuerte de la última reunión del colegio de comisarios celebrada este miércoles. El equipo de Ursula von der Leyen prometió en reiteradas ocasiones que tomaría una decisión antes de fin de año. Pero al final no ha habido fumata blanca. La profunda brecha entre los Estados miembros y la reciente investidura del Gobierno 'semáforo' de Olaf Scholz en Alemania han obligado al Ejecutivo comunitario a aplazar hasta 2022 la decisión de clasificar como 'verde' la inversión en centrales nucleares, incumpliendo así su compromiso.

El retraso, del que la Comisión Europea ha eludido dar explicaciones, se produce después del acalorado debate en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los 27 de la semana pasada en Bruselas. Allí, Polonia y los países del Este exigieron que la energía nuclear figurara en las conclusiones del Consejo Europeo como respuesta a la actual crisis de precios. Pero la coalición de países antinucleares -sobre todo Austria y Luxemburgo- montaron una feroz resistencia para impedirlo. Al final, los líderes europeos no lograron ponerse de acuerdo y no hubo conclusiones sobre energía.

"Hemos ganado una batalla, pero todavía no la guerra sobre el uso de la energía nuclear en la Unión Europea", dijo el nuevo canciller austriaco, Karl Nehammer, en su rueda de prensa posterior a la cumbre.

En contraste, Scholz exhibió una posición mucho más conciliadora pese a que milita también en el bando antinuclear. "La gente está sobreestimando la importancia de esta cuestión (...) No debemos exagerar la importancia de este tema", repitió el nuevo canciller alemán en su rueda de prensa. También España se opone a clasificar la energía nuclear como verde, pero ha adoptado un perfil ultrabajo en este debate. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ni lo mencionó en su rueda de prensa.

¿Por qué es importante la decisión de clasificar ahora la nuclear como 'inversión verde'? Para alcanzar su objetivo de emisiones cero de aquí a 2050, Europa necesita entre 175.000 y 290.000 millones de euros al año de inversión adicional durante las próximas décadas.

La mayoría de este dinero tendrá que venir del sector privado. De ahí que Bruselas haya elaborado un estricto sistema de etiquetado -o taxonomía, en jerga bruselense- de actividades económicas limpias, cuyo objetivo es reorientar las inversiones hacia tecnologías y empresas más sostenibles y combatir a la vez el "blanqueo ecológico".

Aunque apostar o no por la nuclear es una competencia puramente nacional (y así se mantendrá), clasificar esta fuente energética como 'verde' redirigiría el flujo de dinero hacia la construcción o renovación de reactores en aquellos países que así lo quieran, en un momento en el que la conciencia ecológica pesa cada vez más entre los inversores. Una inyección de fondos vital puesto que la energía nuclear requiere inversiones iniciales multimillonarias.

Francia lidera el bando de los países que defienden la energía nuclear a capa y espada, ya que más del 70% de su electricidad procede de plantas atómicas. Su argumento es que esta fuente de energía no genera CO2 y contribuye así a la lucha contra el cambio climático, pero además protege a los consumidores de la volatilidad de precios y refuerza la independencia de la UE frente a proveedores poco fiables como la Rusia de Vladimir Putin.

Las tesis de París las secundan un amplio grupo de países, entre ellos Polonia, República Checa, Hungría, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia, Finlandia, Croacia o Bulgaria.

El bando contrario -Alemania, Luxemburgo, Austria, España o Dinamarca- replica que la nuclear no puede etiquetarse como una energía limpia por el problema de los residuos peligrosos que genera, para los que sigue sin encontrarse una solución definitiva.

En los últimos meses, Bruselas ha dado múltiples señales de que acabará incluyendo la energía nuclear como inversión verde, junto con el gas. Los informes de sus técnicos así lo avalan. "Necesitamos más energías renovables. Son más baratas, libres de carbono y de cosecha propia. También necesitamos una fuente estable, la nuclear y, durante la transición, gas", dijo Von der Leyen en octubre. La decisión final tendrá que esperar no obstante a 2022.

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