Julius Baer

Los mercados energéticos están en boca de todos. El fuerte repunte económico, sobre todo en el sector manufacturero con alto consumo energético y la excepcional coincidencia de factores imprevisibles (como los fenómenos meteorológicos adversos) disparan la demanda de energía y menguan los suministros, alimentando el temor a la escasez.

Sin embargo, la brutal escalada de los precios es un ejemplo de la implacable dinámica que en ocasiones se desencadena en los mercados de materias primas. El fuerte repunte del crecimiento desafía las complejas y lentas cadenas de suministro de la energía, lo que implica que las tensiones pueden aparecer con mayor celeridad y durar más tiempo.

Los mercados energéticos están estrechamente interconectados —los precios europeos, en particular, son sensibles a las perturbaciones que se producen en todo el mundo— y, por tanto, las repercusiones de cualquier acontecimiento pueden agravarse fácilmente.

Los mercados del gas natural tienden a presentar un escaso margen de reserva y los precios de la electricidad dependen en gran medida de los costes de centrales marginales, pudiendo estos dos factores dar lugar a precios sumamente sensibles.

El guión de la crisis energética se ha desarrollado a lo largo de varios episodios. En un primer momento, la escasez de energía en China se debió́ a la elevada carga de electricidad que se produce en verano y a la limitación del suministro de carbón nacional, impulsando las importaciones y drenando los mercados energéticos mundiales.

Luego, el almacenamiento de gas natural en Europa se mantuvo deficitario, con las importaciones de gas procedentes del extranjero y en particular de Rusia por debajo de los niveles habituales.

Esto alimentó temores a un posible desabastecimiento en el próximo invierno con el repunte del consumo en calefacción, provocando un despegue brutal de los precios.

Petróleo

Más recientemente, los países productores de petróleo, OPEP+, parecen estar aprovechando su pasajero poder de acción sobre el mercado, manteniendo una lenta senda de reducción de la oferta y alimentando la subida de los precios.

Esta feroz dinámica de mercado parece ser característica del habitual burbujeo que se forma en torno a los picos de ciclo. Los precios deberían enfriarse a finales de este año, puesto que los mecanismos de autorreparación del mercado se han activado.

Permanecemos atentos al aumento del comercio del carbón, a la normalización de los flujos del gas ruso hacia Europa, a la reducción de los tramites burocráticos para la extracción de carbón nacional en China y, por supuesto, a los altos precios que frenan la demanda.

Dicho esto, las intervenciones inoportunas y populistas podrían aumentar la crisis energética en lugar de aminorarla, algo que, por desgracia, ya hemos tenido ocasión de presenciar en los mercados de materias primas.

Yves Bonzon, CIO (Chief Investment Officer) del banco privado suizo Julius Baer

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