"Hemos hecho en dos semanas lo que en condiciones normales nos habría costado un año". Esta frase resume lo vivido durante los últimos días en los despachos de todas las empresas y ministerios involucrados en uno de los procesos que más importancia va a tener a la hora de rearmar a la sanidad española en la lucha contra el coronavirus: aumentar el número de respiradores disponibles para nuestros hospitales en un tiempo récord.

Desde antes de que la pandemia comenzara a golpear a España, los respiradores ya empezaron a sonar como un elemento clave a la hora de combatir al Covid-19. Muchas informaciones sobre la situación que estaban viviendo países como China e Italia señalaban a estos equipamientos como una herramienta fundamental para plantar cara al virus.

Aunque las cifras bailan, dependiendo de las fuentes y la evolución de la crisis sanitaria, entre un 5% y un 10% de los ingresados afectados por coronavirus necesitan recurrir a un respirador para hacer frente a la enfermedad en algún momento del tratamiento.

Los enfermos más graves desarrollan una inflamación en los pulmones. Dicha afectación provoca que estos órganos lleguen a un nivel de rigidez que dificulta la respiración. Los pacientes deben de realizar un gran sobreesfuerzo para respirar, lo que los va agotando poco a poco. Del mismo modo, la falta de oxígeno en sangre va provocando que el organismo no funcione adecuadamente.

El papel del respirador

La clave de los respiradores es que permiten dar tiempo a los pacientes para que sus sistemas inmunológicos derroten al virus. Una vez las defensas de los enfermos comienzan a ganar la batalla, la inflamación pulmonar comienza a evolucionar favorablemente hasta que los enfermos vuelven a respirar sin necesitar ayuda mecánica. 

El vertiginoso aumento de infectados que necesitaban un ingreso médico provocó que la demanda de este tipo de aparatos médicos se disparase en pocos días en España. La velocidad de propagación de la crisis sanitaria, sumada a la descentralización del sistema sanitario español, dificultó la cuantificación de los respiradores que tenían los hospitales españoles para hacer frente a la pandemia.

Los responsables sanitarios españoles tardaron poco tiempo en entender que el sistema hospitalario Español no tenía suficientes equipos de este tipo para hacer frente a la avalancha de infectados que se le venía encima.

Tres frentes abiertos

Aunque muchos de los trabajos comenzaron de forma desordenada antes de marzo, el pistoletazo de salida para lograr dotar al sistema español de esas máquinas comenzó cuando el Gobierno decretó el Estado de Alarma. En ese momento arrancó una carrera desde diferentes flancos: el gubernamental, el de las grandes corporaciones y el de iniciativas de pequeñas compañías de base tecnológica. 

Tras los primeros análisis el Gobierno abrió tres frentes en paralelo: la compra de respiradores a países con gran capacidad de fabricación de esta tecnología, la detección de empresas nacionales con experiencia en la producción de estas máquinas y el ordenamiento y la homologación de todas las iniciativas aparecidas desde fuera de la industria sanitaria tradicional para crear respiradores.

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, durante el anuncio de la compra de material a China. EFE

En lo que tiene que ver con la adquisición de equipos en el extranjero, tras diferentes intentos y analizar los encargos que algunas Comunidades Autónomas ya habían realizado por su cuenta, el Gobierno articuló un pedido de material sanitario a China, valorado en 470 millones de euros, en el que se incluía la compra de 900 respiradores. Una operación que nació tras la conversación telefónica mantenida entre el presidente Sánchez y el presidente de China, Xi Jinping, el 17 de marzo.

En un contexto en el que cada día se levantaban nuevas fronteras comerciales, se entorpecía el transporte de mercancías y en el que todas las potencias mundiales pelean encarnizadamente por hacerse con material médico (incluidos los respiradores) las dudas sobre cuándo y cómo llegaría fueron en aumento

El agravamiento de la crisis en todo el mundo llegó a provocar que países como Turquía retuvieran pedidos de respiradores que deberían haber llegado a España. Mientras, cada día que pasaba la necesidad del sistema español de contar con esas herramientas crecía exponencialmente.

Respiradores 'made in Spain'

Esta circunstancia tuvo un peso enorme para que el Gobierno entendiera que España debía ser capaz de atender con su propia industria la demanda de respiradores. Así fue como llegaron los primeros contactos con Hersill. Esta pequeña compañía de 60 trabajadores situada en Móstoles recibió la llamada del Ministerio de Sanidad. Al ser cuestionada por su capacidad de fabricación la respuesta fue clara: "Podemos hacer todas las unidades que se necesiten, pero necesitamos suministros", explicaron desde la empresa.

Respirador Vitae 40.

La situación internacional se volvió a presentar en ese momento como la gran barrera para llevar respiradores a los hospitales españoles. Para traer un gran volumen de piezas necesarias para fabricar una gran partida de máquinas en España era necesario contar con proveedores de fuera de la Unión Europea.

El proveedor de las electroválvulas, uno de los elementos más importantes, era la empresa estadounidense Parket. La decisión de la Administración Trump de paralizar la exportación de este tipo de materiales hacía imposible recurrir a los suministros habituales de Hersill.

Esta circunstancia limitaba a sólo 100 unidades la capacidad de producción de la empresa. La solución a este problema vino de la mano de la compañía de ingeniería Escribano Mechanical & Engineering. El Ministerio de Industria intercedió para dar forma a una alianza que, en el plazo de ocho semanas, hará llegar 5.000 respiradores del modelo VITAE 40 de Hersill a los hospitales españoles. Un tipo de equipo que cuenta con todas las homologaciones necesarias.

Escribano aportará los materiales necesarios, fabricará parte de las piezas que no se puedan conseguir en el mercado, integrará y montará gran parte de las 700 unidades semanales que se podrán fabricar -aproximadamente un 80% del total, según fuentes consultadas por este diario-. Hersill, por su parte, fabricará el resto de unidades y supervisará las pruebas, realizará el embalaje y será la responsable del producto.

Todo se puso en marcha rápidamente. Los trabajadores de Escribano comenzaron a recibir formación la semana pasada, lo que ha permitido arrancar la fabricación de los primeros elementos.

Propuesta externa a la industria

En paralelo a estas iniciativas empresariales han ido apareciendo innumerables propuestas de respiradores de nueva creación. Gran parte de estos proyectos han surgido desde comunidades de profesionales tecnológicos que, siguiendo la vocación del código abierto, la colaboración y la capacidad de impresión 3D, han lanzado multitud de prototipos con el objetivo de cubrir el déficit existente con modelos simplificados facilmente producibles. 

Ante tal avalancha de proyectos, las autoridades sanitarias han tenido que jugar un difícil papel. Desde algunos sectores se pedía que se "relajaran" las condiciones de homologación para permitir que estos modelos llegaran a los hospitales cuanto antes. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), encargada de esta tarea, decidió que no se podía correr el riesgo de enviar material tan sensible a los hospitales sin cumplir los procedimientos necesarios para asegurar su buen funcionamiento.

Finalmente esta decisión no ha sido un problema. En sólo dos semanas, una iniciativa de respirador española ha recibido luz verde de todos los estamentos necesarios. Se trata del respirador OxyGen impulsado por la compañía Protofy.xyz y que ha contado con el apoyo de Seat para industrializar la fabricación de un modelo cuya mayor singularidad es que utiliza un motor de limpiaparabrisas como fuente de energía.

Respiradores de Seat invertia

El proyecto nació cuando los fundadores de Protofy.xyz se conocieron el déficit de respiradores del sistema sanitario español. En la configuración inicial de su diseño identificaron tres pilares para hacer viable y homologable un modelo de respirador en el menor tiempo posible: "Debía basarse en open hardware, ser fácilmente industrializable y low tech. Nuestro objetivo era conseguir una solución que sirviera para España y para todo el mundo" señalan desde la compañía. 

Los impulsores del proyecto conectaron con 20 doctores de los hospitales Clínic y Germans Trias i Pujol con los que fueron compartiendo la evolución de sus primeros diseños. Del mismo modo, los profesionales médicos fueron puliendo los detalles para adaptar el primer concepto a la realidad que se vive en los hospitales que luchan contra el coronavirus.

Una vez contaron con una solución validada por los médicos, desde Protofy.xyz comenzaron a buscar partners y dieron con Seat. "Su equipo tomó como referencia nuestra primera versión del respirador y le hicieron una serie de pruebas. En Seat ya habían estudiado otras opciones pero entendieron que habíamos avanzado mucho. Una vez realizamos algunas adaptaciones prepararon la zona donde se monta el eje trasero del modelo León y la convirtieron en una linea para fabricar resucitadores automatizados", explican los responsables de la iniciativa.

Con el modelo listo, llegó el momento de contactar con las autoridades sanitarias y comenzar la homologación. Se hicieron numerosas pruebas: desde un test de resistencia de 48 horas, hasta la última prueba que trató la parte electromagnética. Tras días de mucha expectación, este viernes la AEMPS permitió utilizar el modelo para iniciar estudios clínicos. Una autorización que ha sido escogida como fórmula para poder agilizar su uso en el contexto actual de emergencia sanitaria.

Esta alianza permitirá producir hasta 300 respiradores de emergencia al día. El volumen final de producción se irá ajustando de manera constante en coordinación con las autoridades sanitarias. El ritmo de fabricación acelerará según crezca la demanda para evitar stocks innecesarios.

Un complemento, no un sustitutivo

Desde Protofy.xyz señalan que este modelo no sustituye a un respirador de UCI pero sí permite ganar un tiempo esencial a los enfermos. "Tecnicamente se trata de un resucitador mecanizado avanzado que puede ayudar a enfermos que necesitan apoyo para respirar o tiempo hasta que se libere una cama de UCI con respirador".

Además, el proyecto no termina aquí. La compañía ha puesto a disposición de todo interesado su modelo de forma gratuita. "Nosotros no hacemos esto para ganar dinero. El que quiera usar nuestro modelo puede hacerlo. Ahora mismo detrás de esta iniciativa hay una comunidad de open hardware de más de 5.500 miembros de 54 países. Hemos hecho una guía para que los que se basen en nuestro modelo puedan poner en marcha su producción incluso más rápido que nosotros", indican.

En este sentido, desde Protofy.xyz señalan tres consejos fundamentales: "contar con un partner industrial desde el primer día, realizar los ajustes a la realidad de los hospitales locales en colaboración con médicos locales y contactar, lo antes posible, con las autoridades sanitarias responsables de la homologación de este tipo de producto".

Aprendizaje para el futuro

Las iniciativas puestas en marcha demuestran que España ha conseguido en un tiempo récord dotarse de capacidades propias para hacer frente a uno de los déficits más importantes en la lucha contra el coronavirus. Muchas de las personas involucradas en estas iniciativas señalan que, posiblemente, algunas medidas podrían haberse puesto en marcha antes pero que es imposible haberlas materializado en menos tiempo del utilizado.

Del mismo modo, la experiencia con los respiradores ha permitido a los estamentos públicos, empresas y comunidades de especialistas contar con un método de actuación que antes no existía. En base a este proyecto se han articulado colaboraciones entre empresas que jamás habían trabajado juntas o se han validado procesos muy complejos con una reducción sustancial de tiempo. Además, todo ello en un contexto en el que la mayor parte de la población tenía muy limitada su movilidad y mientras los involcurados debían adaptarse a todas las restricciones puestas en marcha.

Igual que los modélicos procesos que sigue Corea para combatir el coronavirus no serían posibles si el país no hubiera padecido años antes el SARS, España debe usar todo lo aprendido en esta experiencia como método propio. Todo el trabajo y el esfuerzo realizado en estas semanas debe servir de cimiento para que, ante una situación similar en el futuro, el país cuente con unos procedimientos que se pongan en marcha casi de forma automática. 

Probablemente, la crisis del coronavirus va a cambiar para siempre algunos aspectos que antes considerábamos normales en nuestras vidas. Del mismo modo, la experiencia de los respiradores demuestra que las administraciones, la industria y el talento ciudadano de nuestro país está pudiendo hacer frente a una crisis nunca antes vivida de forma exitosa gracias a que se han puesto en valor unas capacidades que, sin esta crisis, no se habrían descubierto. 

No es descabellado pensar que igual que hoy el mundo mira con envidia la forma en la que Corea combate al coronavirus, la experiencia española sea vista el día de mañana como una referencia. Esta tragedia también puede poner en marcha cambios en nuestra normalidad. Cambios a mejor.

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