Un profundo suspiro se escuchó en los mercados el pasado viernes cuando se conocía que Boris Johnson ganaba por abrumadora mayoría las elecciones del Reino Unido. Por fin había un camino claro para el futuro de la Isla: el 31 de enero de 2020 habrá ‘brexit’ y comenzará la cuenta atrás para negociar el futuro de las relaciones comerciales con la Unión Europea. Se acabó la incertidumbre.

Era el éxito de una idea: Get Brexit done, lema de campaña de Johnson, y que aportaba claridad a la gran incógnita política del Reino Unido en los últimos meses. Enfrente estaba el laborista Jeremy Corbyn, tibio en su solución al ‘brexit’, mucho más combativo en las cosas del comer pero con una propuesta marcada por un programa izquierdista radical nunca visto en las últimas décadas. Nacionalizaciones, gasto social, nuevos impuestos para empresas y clases medias… ¿Les suena? 

Veamos algunas de esas medidas: nacionalizar el ferrocarril, la energía, las redes de telecomunicaciones. Recaudar 100.000 millones de euros con nuevos impuestos, gravar un 5% los salarios por encima de los 85.000 euros y hacer que el 5% más rico pague más y las grandes corporaciones mucho más. 

Jeremy Corbyn, tras el desastre laborista. Reuters

Aún había alguna otra propuesta: construir 150.000 viviendas sociales en cinco años, gravar la segunda residencia, las escuelas privadas, hacer que las petroleras tengan que pagar por contaminar…

Una música que unida a su personalidad, su antisemitismo y su anticapitalismo han hecho revivir los años más duros del Reino Unido de los 80 cuando Margaret Thatcher se imponía como líder liberal. Cómo será que hasta el llamado ‘muro rojo’ se ha cambiado de bando y se ha ido con los conservadores. 

Se demuestra que, al final, el populismo exagerado no funciona. La gente quiere que le resuelvan los problemas. Y ahí Johnson ha acertado: Get Brexit done, aunque no haya explicado qué va a hacer con Escocia en donde no quieren marcharse de Europa y donde el sentimiento independentista se hará todavía más patente en los próximos meses y años.

El fracaso de Corbyn, que ha logrado el peor resultado desde 1935 para el partido Laborista, debe servir como lección para nuestros gobernantes. Sánchez e Iglesias deben entender que la gente quiere soluciones a sus problemas. Soluciones reales, no ensoñaciones basadas en recetas de otra época que buscan la división y el enfrentamiento entre clases: ricos contra pobres, empresarios frente a obreros…

Sánchez debe ser capaz de volver a ser ese candidato del ‘Ibex’ para recordar a su ahora socio de gobierno, Pablo Iglesias, que cuando uno está en el Ejecutivo debe ponerse el gorro de gobernante y dejar a un lado los sueños de universidad. 

A los británicos no les gustan los extremos. Lo han demostrado sus ciudadanos con estos resultados, y lo decía Financial Times cuando titulaba que el Psoe ha llegado a un acuerdo con “la extrema izquierda de Podemos”. La coalición de Gobierno debe aprender lo que demuestran las elecciones del Reino Unido: el dinero de la gente no se toca.