Bruselas

"Esto no es un paso pequeño para un ministro alemán de Finanzas", admite el actual titular del cargo, Olaf Scholz, en un artículo escrito en el Financial Times, la biblia económica de Bruselas. Después de cuatro años de veto férreo, Alemania se mueve y por primera vez abre la puerta a crear un fondo europeo de garantía de depósitos, el pilar que falta de la unión bancaria. Pero esta cesión no saldrá gratis a España, Francia o Italia: Berlín exige a cambio seguir reduciendo la morosidad y penalizar la deuda pública en los balances bancarios.

La propuesta de Bruselas para crear un sistema europeo de garantía de depósitos (EDIS, por sus siglas en inglés) data del año 2015. Con el EDIS, los ahorros de los europeos hasta 100.000 euros por cuenta gozarían del mismo nivel de protección, independientemente del país en el que se encuentre su banco. El objetivo es evitar fugas masivas de depósitos como las ocurridas en España durante la crisis de 2012 o en Grecia en 2015. El Gobierno de Pedro Sánchez y en particular la ministra Nadia Calviño lo consideran una pieza esencial.

Desde entonces, Alemania ha bloqueado sistemáticamente el EDIS, prácticamente en solitario. El Gobierno de Angela Merkel teme acabar pagando la factura de los agujeros en los bancos del resto de países de la eurozona, en particular los del sur. Es decir, que sea una mutualización encubierta de la deuda por la puerta de atrás. Berlín ni siquiera aceptaba discutir del asunto hasta que se produzca una reducción drástica de la tasa de morosidad en España o Italia.

En un volantazo inesperado, el ministro de Finanzas alemán anuncia de repente que levanta su veto al fondo europeo de garantía de depósitos. Lo ha hecho además de forma solemne: un artículo en el FT, un discurso en Fráncfort y un documento de ocho páginas distribuido al resto de socios. ¿Qué ha provocado que Berlín cambie de postura? ¿Por qué ahora? Scholz sostiene que completar la unión bancaria es imprescindible para que la UE conserve su soberanía en materia de servicios financieros.

"Ahora que Reino Unido, hogar de los mercados de capital de Londres, está a punto de marcharse del bloque, debemos realizar progresos reales. Depender de los servicios financieros de Estados Unidos o de China no es una opción", aduce el ministro alemán. A su juicio, completar la unión bancaria es un "proyecto clave" para reforzar la estabilidad, competitividad y crecimiento en la eurozona y la UE.

El ministro alemán admite que el EDIS serviría para "contrarrestar fugas de depósitos causadas por una pérdida de confianza en las instituciones nacionales y estabilizar así el sistema financiero". Al mismo tiempo, insiste en que este fondo común podría crear "incentivos equivocados al desplazar las deudas del nivel nacional al europeo".

Para sortear este problema, Berlín plantea ahora un sistema de reaseguro con tres niveles. En caso de emergencia, la respuesta inicial deberá correr siempre a cargo de los diferentes fondos nacionales de garantía de depósitos. Sólo si el dinero nacional se agota, el bote común europeo proporcionaría "liquidez limitada" en forma de préstamo a devolver. Si tampoco esto es suficiente, el Estado miembro afectado tendrá que pedir un rescate bancario como hizo España.

Es decir, Alemania descarta de momento cualquier mutualización de riesgos. Únicamente "en una segunda fase final, una vez todos los elementos de la unión bancaria se hayan aplicado plenamente, podría considerarse un componente de cobertura limitada de pérdidas además del préstamo a devolver", ha explicado Scholz.

Las contrapartidas que exige Berlín

A cambio de desbloquear las negociaciones del EDIS, Alemania pide al resto de socios de la UE una serie de contrapartidas cuyo objetivo es reducir los riesgos de la banca y por lo tanto minimizar la factura de cualquier futura crisis. La condición más difícil para los países del sur es penalizar la deuda pública en los balances bancarios en función del perfil de riesgo de cada país.

En la actualidad, la deuda pública se considera un activo libre de riesgo, por lo que los bancos que la compran no tienen que hacer provisiones. Un tratamiento favorable que durante el momento más álgido de la crisis permitió a países como España o Italia colocar su deuda entre sus bancos nacionales en un momento en que ningún inversor quería comprarla. Eso a su vez retroalimentó el círculo vicioso entre bancos y Estados que en el caso de España obligó a pedir el rescate.

"Una elevada exposición a la deuda pública, a menudo la del país de residencia del banco, también plantea un riesgo a la estabilidad financiera", denuncia el ministro alemán de Finanzas. Al penalizar la deuda pública en función de la calidad crediticia de cada país, Berlín espera que las entidades no se limiten a comprar bonos nacionales sino que diversifiquen su cartera. El cambio de tratamiento se introduciría progresivamente para dar tiempo a las entidades a adaptarse.

En paralelo, Berlín exige a todos los Estados miembros que sigan reduciendo su tasa de morosidad bancaria hasta situarla en un rango entre el 2,5% y el 5%. Un tope que ya cumple España (4%) pero no por ejemplo Italia (9,5%).

Finalmente, Alemania reclama armonizar en toda la UE el impuesto de sociedades que paga la banca y adoptar una auténtica legislación europea en materia de insolvencia bancaria. Su objetivo es que se aplique a todos los casos -no sólo a las grandes entidades- el principio de que deben ser los accionistas y los bonistas, y no los contribuyentes, los que paguen cualquier rescate. Es decir, evitar el tratamiento privilegiado que Italia dio a Banca Popolare y Veneto Banca.

¿Bastará el tímido giro de Berlín para desbloquear las conversaciones sobre la unión bancaria? "Por primera vez en años, los países están moviendo sus líneas rojas", ha dicho un alto funcionario europeo, que se declara "moderadamente optimista". Tras una primera discusión en el Eurogrupo de este jueves, el objetivo es redactar una "hoja de ruta" en diciembre que permita seguir negociando en 2020. Es decir, la batalla todavía va para largo.

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