En noviembre del año pasado el Gobierno de Pedro Sánchez anunció su intención de prohibir la matriculación y venta de vehículos diésel y gasolina a partir de 2040 e impedir su circulación desde el año 2050, una medida que causó gran polémica en el sector de la automoción y que Moncloa presentó como uno de los ejes de su política de Transición Ecológica. 

Con todo, y pese a las prohibiciones de Sánchez, el XX Informe Global sobre Automoción (GAES, por sus siglas en inglés), elaborado por KPMG, dibuja un panorama radicalmente distinto a nivel mundial del que prevé tener en España el equipo de Pedro Sánchez. De hecho, en 2040, lejos de desaparecer, los vehículos de combustión interna seguirán teniendo un gran peso en el parque automotor con un 23% del total de los coches.

El informe estima que a nivel mundial existirá en 2040 una distribución bastante equitativa de la fabricación entre vehículos eléctricos de batería (VEB, 30%), híbridos (25 %), vehículos eléctricos de pila de combustible (VEPC, 23%) y motores de combustión interna (MCI, 23%), con los VEB a la cabeza de la lista.

El Gobierno quiere ponerle fecha de caducidad a los coches diésel y de gasolina

Encuesta a los principales directivos

El informe se ha realizado en base a una encuesta a los principales directivos del sector automoción, que opinan que el futuro de su negocio pasa por el desarrollo de diversidad de tecnologías que vendrán determinadas según el país, el uso del vehículo, los recursos disponibles y, sobre todo, la creciente relevancia del regulador. De esta manera, indirectamente consideran que vetos como el que quiere implantar Pedro Sánchez pueden influir, pero no definir exclusivamente la realidad del parque automotor de los próximos veinte años.

El documento indica que en un momento de reestructuración de la industria automovilística, “la conectividad y la digitalización son las principales tendencias para los directivos del sector”. La encuesta evidencia un cambio en la industria ya que refleja que las empresas deben continuar invirtiendo y reforzando sus funciones tradicionales, pero estableciendo una clara estrategia de posicionamiento ante las nuevas demandas del consumidor en materia de conectividad y digitalización.

Los resultados muestran que la mayoría de los directivos no creen que la rentabilidad de sus empresas vaya a decrecer. Sin embargo, desde KPMG, se advierte que los fabricantes de automóviles (OEM) se enfrentarán a unas condiciones más exigentes y una contracción de los mercados globales para las cuales deben prepararse.

Dependiente de las decisiones políticas

De esta encuesta realizada a casi 1.000 directivos de los sectores del automóvil y la tecnología y aproximadamente 2.000 consumidores de todas partes del mundo también se concluye que la industria de automoción dependerá más que nunca de las decisiones políticas y las regulaciones, después de décadas en las que la agenda tecnológica ha venido marcada por las compañías.

Del mismo modo, ante la diversidad de opciones tecnológicas existentes, los países en general, desarrollarán en mayor medida aquellas tecnologías relacionadas con sus recursos disponibles, creando así un ecosistema global diverso. Así, se espera que Estados Unidos se centre en los motores de combustión interna (MCI) mientras que China domine el mercado de la e-movilidad.

Se reducirán los concesionarios de coches

El canal minorista también está afrontando una transformación decisiva. Según la opinión de los encuestados, el número de concesionarios se reducirá o se concentrará en un 30-50% hasta 2025. Por su parte, ninguna de las marcas dominará la cadena de valor en solitario, aumentando la disposición a cooperar entre ellas en el futuro. 

Los vehículos eléctricos de batería (VEB) superarán a los vehículos eléctricos de pila de combustible (VEPC), que serán los que según los fabricantes esperan crecer más este año. Y si hablamos de marcas, Toyota es citada por los directivos como la marca mejor posicionada para el futuro, seguida de BMW y Tesla.

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