Son la otra cara de la moneda. Asoriders agrupa a los riders que no quieren un contrato de Deliveroo ni de Glovo. Trabajan para las dos apps de reparto, pero también reparten comida por su cuenta e incluso zapatillas Pompeii. 

Esta es la historia de Cornelio Badiu, miembro de Asoriders, que dejó su puesto de artesanía para subirse, primero a una moto y ahora a una furgoneta cargada de mochilas de Deliveroo. Asegura que factura más de 4.000 euros al mes y trabaja entre 45 y 50 horas semanales. “Si llueve una semana, a lo mejor trabajo todos los días y a la siguiente, descanso”, describe.

Recientemente, Badiu ha contratado a otro rider: “he mandado a Deliveroo su nómina y les he explicado que este chico trabaja para mí los fines de semana”. Héctor Merino es el presidente de la asociación y dice que Cornelio es “único y muy emprendedor” y que es extraño que los riders tengan trabajadores a su cargo. Según explican desde Asoriders, a “Deliveroo le da igual que el pedido lo haga tu abuela o tu hijo. Mientras la comida llegue al cliente y el trabajo se haga bien, les da igual”

Cornelio empezó a repartir como rider de Deliveroo hace dos años. Entonces, tuvo que alquilar una moto para empezar a repartir. “Cuando empecé, cobraba unos 10 o 15 euros por hora”, explica. Sin embargo, la app de reparto de comida no paga a sus trabajadores por hora, si no que lo hace por repartos. Cuando este rider empezó a hacer entregas para ellos, la empresa garantizaba el pago de dos pedidos por hora se hicieran o no.

Cambio de políticas

En verano de 2017, Deliveroo modificó sus condiciones y dejó de garantizar el cobro de dos pedidos. Según cuentan Merino y Badiu, Deliveroo tuvo que modificar esa política por “malas prácticas de algunas personas”. “Había repartidores que se pasaban el turno debajo de un puente, en zonas sin cobertura, o metían el teléfono en la mochila para que no les entrasen pedidos”, añaden. 

Cornelio cree que a partir de ese cambio es cuando “10 o 15 personas se aprovechan para decir que más de 100 estamos en contra de la empresa y queremos un contrato”. “No es verdad, yo fui a pedir explicaciones a Deliveroo por el cambio de política, pensé que me iba a perjudicar, pero yo no quiero un contrato con Deliveroo: aunque me ofrezcan 100 o 40 horas”, precisa el rider.

Badiu reparte principalmente para Deliveroo y también trabajaba para Lime: ha cargado patinetes y ha ayudado a la empresa a cumplir con las exigencias del Ayuntamiento retirando los vehículos de las calles madrileñas. La Navidad y Deliveroo le han dado nuevos clientes.

“También estoy repartiendo zapatillas para Pompeii”, explica este trabajador incansable. Cornelio explica que Deliveroo le ha dado “clientes” y es que la plataforma tiene “personas de confianza” a las que ofrece clientes que ellos no pueden coger. “Entonces, yo negocio el precio con el restaurante o con la tienda. También hago repartos para Amazon”, señala.

La justicia, contra los falsos autónomos

“No me dan miedo las sentencias que dicen que somos falsos autónomos. Si este modelo de trabajo se destruye, se va a liar y van a salir 500 personas a la calle”, sentencia Cornelio. El rider cree que las decisiones judiciales que reclaman la cara más conocida de los riders no van a “destruir un modelo” que funciona en Madrid. 

A nivel personal, Cornelio cree que si trabaja “para cinco o seis empresas y de estas empiezan a desaparecer”, pues perderá, pero opina que “el modelo no se va a destruir, eso puede pasar en ciudades pequeñas donde no hay demanda, pero no en Madrid”. Además, explica que pese a las reclamas de otras asociaciones de riders, que piden más derechos para este colectivo, “hay una lista de espera para ser repartidor de Deliveroo”.

El rider no descarta entrar también en el negocio de las motos eléctricas, aunque no precisa de qué forma. Cornelio Badiu mantiene que los que eligieron ser riders para “trabajar 20 horas y cobrar 1.000 euros” se han equivocado de empleo. Él ya piensa en montar su propia empresa.

Repartir como forma de vida

Desde Asoriders están en contacto con talleres y una gestoría para facilitarles “la vida” a los riders. Así lo explica Héctor Merino, quien a sus 52 años ha encontrado en los repartos en moto una forma de “sostener a su familia”.

El presidente de Asoriders cree que en España “hay muchas ganas de emprender y lo ves en todos lados”, sin embargo, critica que “la ley no lo está permitiendo”. “Hay un monstruo muy lento que tarda en tomar decisiones y no puedes mantener estas aplicaciones funcionando a la velocidad de la ley”, opina Héctor.

Merino, al contrario que Badiu, cree que si Deliveroo le ofreciese un contrato a jornada completa y con unas “buenas condiciones” quizá sí aceptaría. De momento, sigue trabajando como autónomo y ha convertido los repartos en su trabajo principal.

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