El discurso de Quim Torra ante los empresarios catalanes el pasado jueves no dejó indiferente a nadie. Sus referencias a la monarquía provocaron algunos pitos en la sala y su dibujo sobre la situación económica de Cataluña generó sorpresa “porque era una glorificación que no se corresponde con la realidad”. 

Quien así se expresa es un empresario que acudió a la entrega de los premios empresariales de Foment del Treball, donde había expectación por escuchar los discursos del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y del propio Torra. Palabras que “desgraciadamente” no sorprendieron y que generaron aún más dudas en el mundo de la empresa acerca de las relaciones entre el gobierno regional y el gobierno central. 

Pero lo que nadie esperaba era que Quim Torra explicara los motivos de su ausencia a la cena que acompañaba a la entrega de premios. Cierto es que ya había anunciado a la patronal que no estaría durante toda la ceremonia, pero se limitó a aducir motivos de agenda.

Sin embargo, ante la mitad del PIB catalán y el presidente del Gobierno fue claro: debía marcharse porque tenía que acudir a una lectura de poemas bajo el título: La primera Navidad que no regresamos a casa. 1939, la Navidad del primer exilio

Era un acto programado en el Palau de la Música para las nueve y cuarto de la noche. En él, según se puede leer en la web del Palau, se relata la “pequeña historia de la primera Navidad de exilio: la Navidad de 1939 y los siguientes de exilio y prisión, la Navidad del 2017 y 2018”. 

Cartel de la lectura a la que acudía Quim Torra, presidente de la Generalitat.

Los murmullos volvían a la sala, y a muchos de los allí presentes se les vio moverse incómodos en sus sillas. Miradas de incredulidad ante lo que muchos veían una “oportunidad perdida” de que Torra escuchara la voz de quien genera la inversión, el empleo y más de la mitad del PIB de Cataluña. 

Así que, al término de sus palabras y en pleno shock, sólo hubo algunos “aplausos de rigor” mientras Sánchez Llibre, el patrón de los patronos catalanes, se preparaba para lanzar al aire su discurso pidiendo diálogo y seguridad jurídica, dirigido a Sánchez y a Torra. Sin embargo, sólo el presidente del Gobierno le escuchó. Al de la Generalitat se lo habrá contado su vicepresidente, Pere Aragonés. 

La postura de Torra fue una bofetada de realidad para un empresariado que tenía la esperanza de que la reunión entre los dos presidentes sirviera para desbloquear el enfrentamiento. Así que la “inquietud” por lo que pueda estar por venir sigue vigente entre los empresarios catalanes quienes, en contra de lo que pide la Generalitat, no quieren que el Gobierno de Sánchez cambie la Ley que permite el cambio exprés de domicilio social. 

También llamó la atención de muchos de los asistentes la “buena sintonía” que había entre Sánchez y Aragonés. Explican que -sin entrar en la profundidad que pudiera tener- se veía una conversación fluida, viva, dinámica, con actitudes de buen entendimiento entre todos. “¿Se extenderá a la negociación política?”, es la pregunta que se hacía nuestra garganta profunda en la cena, aunque mostraba sus dudas y lo achacaba más a la escenificación de un día tan señalado.