Tiene más de 70 años y ha sido una empresa familiar desde su nacimiento. No obstante, Zamora Company (antiguo Grupo Zamora), dueño de marcas como Licor 43, Pacharán Zoco o las Bodegas Ramón Bilbao, hizo en 2016 una revisión de qué quería ser y hacia dónde quería ir.
Los nuevos planes estratégicos del grupo pasaban por una mayor internacionalización y por invertir en estructura comercial; dos objetivos que se conseguirían incorporando marcas o productos que los posibilitaran. "Los productos que nos encajan tienen que ser globales y premium, tienen que tener marca y nicho", explica a este periódico Emilio Restoy, director general de Zamora Company.
En estos casi dos años, el grupo "ha ido negociando, contra los tiempos". El resultado, tres compras en apenas tres meses. ¿Cuánto han invertido en ellas? No desvelan las cifras, pero aseguran que son inversiones con las que contaban. "Somos una compañía muy rentable", incide Restoy. Según sus datos, facturaron 160 millones de euros en 2017.
La primera compra se dio a conocer a principios de noviembre del año pasado; Zamora Company se hacía con el 100% de la propiedad de la italiana Limoncello Villa Massa, compañía de la que poseía el 51% de las participaciones desde 2006. De esta forma, el grupo integra por primera vez en su historia una empresa extranjera. Su producto se comercializa en más de 50 países.
Y de un internacional italiano a un internacional estadounidense. Yellow Rose, marca americana de whiskies artesanales, se convertía a finales de noviembre en una marca más del portfolio del grupo. ¿Cómo controlar la esencia de una empresa familiar? "Tenemos un control total y absoluto de las marcas, además, la suerte de que los socios fundadores se quedan con nosotros", apunta Restoy.
Una sangría para quitar complejidad al vino
Además de dirigir Zamora Company, Restoy se encuentra al frente del área de marketing de la Organización Interprofesional del Vino de España (Oive). Cerca de 7.000 operadores, 600 cooperativas y 140.000 viticultores están sumidos en un proyecto centrado en acciones que transmitan el consumo del vino como acompañante de una experiencia, no como centro de la conversación.
Eso que se está trabajando a nivel global en el sector es lo que Restoy quiere conseguir para su grupo con la compra en enero de Lolea, una marca española de sangría premium que, con cuatro años de vida, ha establecido su público objetivo: femenino y entre 25 y 35 años.
Según los últimos datos disponibles en el Registro Mercantil, Lolea facturó 2,7 millones de euros en 2015. Hoy, solo el 30% de sus ventas son españolas y se comercializa en más de 60 mercados."Queremos quitarle complejidad y solemnidad al vino, Lolea lo sabido hacer brillantemente", señala Restoy, que insiste en que han conseguido crear "imagen y posicionamiento en muy poco tiempo".
¿Habrá más compras? "Seguro que sí", reseña el director general, que apunta que se han marcado 2020 como límite de plazo para cumplir su plan estratégico . "No puede ser de otra manera, hay que cambiar y adaptarse; ahora es una conversación", dice, y ejemplifica: "Antes se medía el plazo de vida de un producto en seis, ocho años...ahora son meses". De momento, Restoy cuenta con un equipo de ocho personas que trabajan en innovación para la compañía. Está por ver si sus primeras compras le dan el resultado que busca.
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