Bruselas

Bruselas se rinde y cede ante el rechazo de Alemania a completar la unión bancaria. La Comisión Europea ha planteado este miércoles descafeinar su plan de crear un sistema europeo de garantía de depósitos (EDIS, por sus siglas en inglés). Con el EDIS, los ahorros de los europeos gozarían del mismo nivel de protección, independientemente del país en el que se encuentre su banco. Se evitarán así fugas de capitales como las ocurridas en España durante la crisis de 2012 o en Grecia en 2015. Berlín se opone porque no quiere acabar pagando la factura de los agujeros en los bancos del resto de países de la eurozona.

En teoría, el Ejecutivo comunitario sigue considerando "prioritario" este sistema común de garantía de depósitos con el fin de garantizar la estabilidad del sistema bancario europeo. Cubriría hasta 100.000 euros por persona y cuenta. Un seguro que ya existe a nivel nacional en los 28 países miembros pero que ahora quiere hacerse europeo. Se trata del tercer pilar de la unión bancaria, la principal iniciativa de la UE para prevenir nuevas crisis de deuda, rompiendo el "círculo vicioso" entre Estados y bancos.

Los dos primeros pilares, los prioritarios para Alemania, ya funcionan a pleno rendimiento: la supervisión centralizada a cargo del Banco Central Europeo (BCE) y la Junta Única de Resolución, el FROB europeo que fue el responsable de liquidar el Banco Popular. En contraste, el EDIS sigue bloqueado por el veto de Berlín, pese a que según la propuesta original de Bruselas debería haber entrado en vigor ya este 2017.

La Comisión sostiene que el objetivo de su plan es desbloquear las negociaciones completar todas las patas de la unión bancaria de aquí a 2018. Pero en la práctica lo que hace es restar ambición al sistema común de garantía de depósitos, cuya introducción será "más gradual", es decir, más lenta y menos ambiciosa.

En una primera fase, entre 2019 y 2021, el EDIS no cubrirá pérdidas sino que se limitará a dar créditos a los sistemas nacionales de garantía de depósitos cuando éstos agoten sus recursos. Una liquidez que luego tendrá que ser reembolsada. Eso significa que cualquier pérdida se seguirá pagando a nivel nacional.

El paso a la segunda fase, donde sí hay una mutualización progresiva de riesgos, no será de forma automática. Estará condicionada a un nuevo examen de la calidad de los activos de la banca, que podría realizarse en 2022. Los bancos que suspendan no tendrían acceso a la cobertura del EDIS. La propuesta de Bruselas ni siquiera dice en qué momento el sistema europeo sustituirá por completo a los nacionales. El plan original ponía como fecha 2024.

El ministro Schäuble, durante su última participación en el Eurogrupo Eric Vidal/Reuters

El vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis, el autor de los cambios, ha justificado el endurecimiento de su propuesta por la necesidad de reducir el "riesgo moral" y de acercar posiciones entre los Estados miembros. A su juicio, no se ha reducido el nivel de ambición del EDIS porque el plan original sigue sobre la mesa. Lo cierto es que las enmiendas lo sustituyen ya de facto.

Berlín, inflexible

Pero las nuevas salvaguardas propuestas por Bruselas ni siquiera han logrado su objetivo de contentar a Alemania. "Nuestra posición no ha cambiado. Sólo si se reducen de forma suficiente los riesgos dentro y fuera del sector bancario, podría empezar la discusión política sobre la mutualización de los sistemas de garantía de depósitos", explica a EL ESPAÑOL un portavoz del ministerio de Finanzas alemán.

"Las actuales propuestas de la Comisión no son suficientes para alcanzar este objetivo. Sólo si seguimos este orden podría haber progresos sobre el EDIS", añade.

En su última participación en un Eurogrupo el pasado lunes, Wolfgang Schäuble, que a partir de ahora será el presidente del Bundestag, presentó un documento no oficial con las propuestas de Berlín para reformar la eurozona, cuyo denominador común es el rechazo a cualquier mutualización de riesgos.

Alemania propone convertir el actual fondo de rescate de la UE (MEDE), en un auténtico Fondo Monetario Europeo (FME). Pero exige que el FME incluya un mecanismo automático de reestructuración de la deuda. Eso significa que antes de recibir ayuda de la UE, los países miembros deberán imponer quitas a los titulares de su deuda pública.

Los planes de Berlín chocan frontalmente con la hoja de ruta del presidente francés, Emmanuel Macron, de refuerzo de la eurozona. Para Alemania, el presupuesto que pide Macron para asistir a los países en crisis "no es necesario económicamente en una unión monetaria estable". "La mutualización de la deuda crearía los incentivos equivocados, plantea problemas legales fundamentales y por tanto pondría en riesgo la estabilidad de la eurozona", alega el papel de despedida de Schäuble.

Una postura que no ha gustado nada al ministro francés de Finanzas Bruno Le Maire. La reestructuración de la deuda soberana es una "línea roja" que París no puede aceptar. "Podría debilitar la eurozona, crear dudas entre los inversores y poner en cuestión la solidez y la estabilidad que hemos logrado para la eurozona desde hace unos años", avisó Le Maire este martes.

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