Cristina G. Bolinches Jesús Martínez

El año 2016 no va a pasar a la historia por ser uno de los más activos en cuanto a operaciones. No ha habido grandes fusiones y adquisiciones entre las grandes compañías cotizadas en España. Sí ha habido movimientos, sobre todo desinversiones obligadas por la acuciante necesidad de reducción de deuda de algunas compañías. Y varios de estos movimientos no han acabado, siguen pendientes para el ejercicio que está a punto de comenzar. Estos son algunos:

Telefónica, O2 y su deuda

Telefónica ha vivido un año convulso. No sólo en bolsa, donde sus acciones se han depreciado más de un 13%. También en sus fallidas operaciones corporativas. En el primer semestre del año, recibió el veto de Bruselas a la venta de su filial británica O2 el grupo hongkonés por la que esperaba recibir 13.735 millones de euros. Sin embargo, la ‘teleco’ se plantea una posible salida o venta parcial que podría cerrarse durante el próximo año 2017.

Pero no es la única operación corporativa fallida. En un tiempo récord, la compañía trató de colocar en bolsa su filial de torres y cable submarino Telxius. En dos ocasiones. una fue cancelada por el ‘brexit’ y otra por las malas condiciones de mercado, pues el apetito inversor era muy escaso. Al igual que con O2, no descartan retomarla en el futuro a medio plazo.

Ambas operaciones tenían un objetivo: reducir el peso de la deuda en su balance. Pese a que la losa es importante, decidió eliminar su objetivo de reducción de pasivo y pospuso la venta de activos. En el tercer trimestre, esa deuda la colocó, de manera orgánica, por debajo de los 50.000 millones de euros. Esa batalla para reducirla se mantendrá durante el próximo año.

Popular ¿nuevo presidente y nuevo dueño?

Para Banco Popular, el año 2017 se presenta como un ejercicio en el que despejar incógnitas. La primera, cuál será el papel que ejercerá Emilio Saracho en la presidencia. La junta de accionistas de la entidad financiera deberá aprobar el próximo febrero el nombramiento como máximo directivo del actual vicepresidente global de JP Morgan Chase.

Su elección como candidato no ha sido fácil por la disparidad de criterios en el seno del consejo de administración, aunque, al final, su nombre fue propuesto por mayoría. Saracho llega con el mandato de poner orden en una entidad financiera sobre la que sobrevuela una posible adquisición o fusión con alguno de los grandes de la banca española (BBVA, Santander, Sabadell o CaixaBank). Además, podría escindir su negocio inmobiliario. Una filial valorada en 6.000 millones de euros que lastra su actividad principal.

Emilio Saracho, futuro presidente de Banco Popular. EFE

¿Por qué puede convertirse en objeto de compra? Porque 2016 ha sido un año complicado. Su aún presidente, Ángel Ron, defendió durante la junta de accionistas de la pasada primavera la solvencia de la entidad y descartó que tuviera que ampliar capital. Palabras que fueron papel mojado sólo unas semanas después, cuando anunció una ampliación de capital de 2.500 millones de euros y un recorte del 20% de la plantilla. En octubre, más nubarrones después de que su recién estrenado consejero delegado, Pedro Larena, sembrase dudas sobre la tasa de morosidad de la entidad. A causa de estos vaivenes, las acciones de la entidad acumulan una caída del 66% en lo que va de año.

Mediaset, de Berlusconi a Bolloré

Es una de las operaciones corporativas europeas más relevantes de la recta final del año. Lo es, sobre todo, por los personajes implicados en ella y porque pone de manifiesto el papel que quiere jugar el capital francés en el futuro de las compañías italianas. El grupo audiovisual galo, en sólo tres semanas, se ha convertido en el segundo mayor accionista de Mediaset, la compañía dueña de Telecinco controlada por Silvio Berlusconi.

Vivendi ya es un gigante, es la matriz de Canal+ y de Universal Music Group. Detrás de ella, un nombre: el empresario Vincent Bolloré, que quiere convertirse en el actor de referencia de las fusiones audiovisuales en Europa. Es un proceso que también se está dando en Estados Unidos: menos actores para hacer frente al nuevo negocio online, donde nombres como Netflix y HBO están comiendo el terreno a los operadores tradicionales.

Vincent Bollore, presidente del grupo Bolloré. Charles Platiau Reuters

En el caso de Vivendi, bajo la batuta de Bolloré, su objetivo es llegar a controlar hasta el 30% de Mediaset. Se quedaría sólo por detrás de Fininvest, el brazo inversor de Berlusconi. De hecho, ‘il cavaliere’ que hace meses ya abrió las puertas de Vivendi en el capital de su negocio, ha visto este movimiento como una agresión que ha llevado a la Fiscalía de Milán. No se lo esperaba. Considera que Bolloré ha sido parte activa en la evolución de la cotización de Mediaset, para aprovechar su baja cotización, comprar acciones y hacerse fuerte en el accionariado.

OHL, Canalejas y, también, su deuda

Los Villar-Mir han tenido un año 2016 muy movido. No sólo por sus problemas en la filial mexicana, sino también por la presión del mercado ante el fuerte peso de su deuda y el necesario saneamiento de su cartera de proyectos. La acción se ha dejado en el parqué casi un 40% en estos doce meses. Entre otros golpes están la bajada de rating de las dos agencias de calificación, Fitch y Moody´s.

En esta particular batalla, la compañía puso en venta hace meses alrededor del 40% del ‘Proyecto Canalejas’, el complejo de viviendas, comercial y hotelero de lujo que levanta en un conjunto de edificios históricos del centro de Madrid. Junto al resort turístico de México Mayakoba, esperaba ingresar antes de final de año unos 300 millones de euros. Aún no la ha cerrado.

A esta operación se suman otras desinversiones que también han completado durante el ejercicio 2016. Se trata, por ejemplo, de la salida casi total de Abertis, con la venta del 4,42%, valorado en algo más de 600 millones de euros, mediante una colocación acelerada entre inversores cualificados.

Gas Natural, salir del lío de Colombia

A Gas Natural Fenosa se le ha complicado el año en Colombia. A mediados de noviembre, el Gobierno de Juan Manuel Santos decidió intervenir la filial del grupo español, Electricaribe, de la que controla el 85% del accionariado. El restante 15% está en manos estatales.

La empresa llevaba meses negociando con la administración local y la amenaza de nacionalización le sobrevolaba desde hacía tiempo. ¿Cuál es el problema? La justificación de Colombia para intervenir el negocio de Gas Natural es el “riesgo inminente de apagones” y problemas “en la prestación de servicios” debido al agujero financiero de Electrocaribe, que se estima en más de 320 millones de euros.

La compañía ya ha recurrido la intervención ante la administración colombiana y, lo más probable es que el caso salte de nivel y acabe siendo un conflicto internacional a dilucidarse en arbitraje en el Banco Mundial.

Al margen, el grupo energético cierra el año con nuevo accionista de referencia. En octubre, el fondo de inversión Global Infraestructure Partners (GIP) adquirió el 20% de sus acciones en un movimiento a tres bandas: compró un 10% a Criteria y otro 10% a Repsol. En total, la firma norteamericana desembolsó más de 3.800 millones de euros.