Mattel vuelve a confiar en los clásicos. La juguetera estadounidense, que vive una profunda crisis de negocio, recobra la esperanza de salir del pozo de las pérdidas gracias al tirón de su muñeca más universal. La Barbie vivió entre abril y junio su mayor subida anual de ventas en más de una década, tras crecer un 23%, hasta los 160 millones de dólares (unos 146 millones de euros).

El respaldo de los consumidores llega después del cambio radical en su estrategia hacia muñecas más realistas, después de ser durante años objetivo de las críticas de grupos de consumidores, educadores y asociaciones feministas por el físico, valores y estereotipos que representaba la Barbie hasta 2016, a los 57 años de su creación.

Pero el pasado enero, Mattel dio un brusco cambio a la imagen de uno de sus principales juguetes y presentó tres nuevos modelos de Barbie: la alta, la baja y la curvy, poniendo fin a los diseños de formas imposibles y extrema delgadez que ha mantenido la muñeca durante décadas. También ofrece siete tonos de piel, 22 colores de ojos y 24 peinados nuevos. Se trata una evolución que ya han vivido otras figuras femeninas como la estrella de los videojuegos Lara Croft.

Pese al salto en el negocio Barbie, Mattel no fue capaz de alcanzar beneficios por los costes derivados de diversos lanzamientos de producto y el mal comportamiento de sus filiales en Latinoamérica, que registraron un desplome en las ventas del 20%. En los seis primeros meses del año Mattel registró pérdidas de 92,1 millones de dólares (84 millones de euros), un 32,5% más que en el primer semestre de 2015, mientras sus ventas bajaron un 4,4%, hasta 1.826,7 millones de dólares (1.660 de euros).

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