Bruselas

Aunque los tambores de recesión suenan cada vez con más fuerza, el Eurogrupo rechaza una política de barra libre de gasto público en la eurozona para amortiguar el impacto económico negativo de la crisis energética y de la guerra en Ucrania. Esta receta se utilizó -con éxito- frente a la Covid-19, pero el escenario ha cambiado de forma radical.

No sólo los Estados miembros han salido de la pandemia con un nivel mucho más alto de deuda, sino que además la inflación ha despertado y está ahora desbocadaEn junio marcó otro récord al alcanzar el 8,6% en tasa interanual, cifra que cuadriplica el objetivo del 2% que ha establecido el Banco Central Europeo (BCE).

Un nuevo plan de estímulo general sólo serviría para alimentar todavía más la espiral de precios. Esta es la conclusión que aprobarán los ministros de Economía de la eurozona en la reunión que celebran este lunes en Bruselas, la última antes de la pausa veraniega.

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"Las medidas de estímulo generalizadas que se pusieron en marcha durante la pandemia, y que han sido eficaces, ahora habría que retirarlas", explica un alto responsable del Eurogrupo.

"Las perturbaciones comerciales causadas por la guerra no pueden resolverse con un estímulo presupuestario adicional. Eso sería contraproducente, porque contrarrestaría los esfuerzos del BCE para controlar la inflación", sostiene el último informe del Consejo Fiscal Europeo, un órgano asesor equivalente a la AIReF en España.

Su presidente, el danés Niels Thygesen, intervendrá en el Eurogrupo para presentar sus conclusiones. Al igual que el Bundesbank, Thygesen considera un error mantener en suspenso las reglas que obligan a reducir el déficit y la deuda también en 2023, lo que en teoría permite continuar con la barra libre de gasto público.

La recomendación del Consejo Fiscal Europeo para el año que viene es una política presupuestaria "moderadamente restrictiva", especialmente en los países con un alto nivel de deuda, como Italia, España, Portugal y Grecia.

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Las ayudas para hacer frente al encarecimiento de la energía no deben ser generales, sino que tienen que concentrarse de forma selectiva en los hogares y las empresas más vulnerables y tener un carácter temporal.

El presidente del Eurogrupo, el conservador irlandés Paschal Donohoe, admite las dificultades de encontrar el "equilibrio adecuado" a la hora de adoptar medidas que ayuden realmente a los más afectados por la pérdida de poder adquisitivo, y hacerlo "sin aumentar la presión inflacionista".

Responsabilidad fiscal

El peor escenario, sostiene Donohoe, sería una inflación enquistada que erosione de forma permanente el poder de compra.

La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, asegura que la política del Gobierno de Pedro Sánchez ya se ajusta a las recomendaciones del Eurogrupo en materia de "responsabilidad fiscal".

El déficit y la deuda pública empezaron a reducirse ya en 2021 y se prevé que continúen en una senda descendente en los próximos años, destacan fuentes del Ministerio de Economía.

Al mismo tiempo, Calviño defiende sostener las inversiones -en particular en la doble transición digital y verde-, aprovechando los fondos Next Generation. Bruselas acaba de dar luz verde al pago del tercer tramo por valor de 12.000 millones de euros y el Gobierno de Sánchez espera recibir el dinero durante el verano.

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El BCE avisa de que cualquier apoyo presupuestario adicional por parte de los Estados miembros "tendría en cualquier caso implicaciones negativas para la deuda pública". Y se queja de que no todas las medidas fiscales que están adoptando los países de la eurozona son selectivas y temporales como deberían.

Su presidenta, Christine Lagarde, ha anunciado una primera subida de tipos de 0,25 puntos en julio, seguida de otra de 0,5 puntos en septiembre si no aflojan las presiones inflacionistas. Pero los 'halcones' nórdicos aprietan para acelerar el aumento de tipos con el fin de restablecer la credibilidad del BCE.

En la reunión del Eurogrupo participará también el responsable del Fondo Monetario Internacional (FMI) para Europa, Alfred Kammer, que ofrecerá su diagnóstico sobre la situación económica de la eurozona. Además, la Comisión Europea adelantará sus previsiones económicas de verano, que se publican el 14 de julio. 

Los ministros esperan "una revisión a la baja del crecimiento y una revisión al alza de la inflación" de la eurozona, según explican fuentes diplomáticas. En sus anteriores estimaciones de primavera, Bruselas calculaba un crecimiento del 2,7% este año y del 2,3% el que viene, con una inflación anual del 6,1% y del 2,7%, respectivamente.

De momento, el escenario central en Bruselas sigue siendo de un crecimiento positivo en la eurozona tanto en 2022 como en 2023, aunque mucho más lento. Sin embargo, ni la Comisión ni el BCE se atreven a descartar una recaída en la recesión, una hipótesis que se materializaría si Rusia decide cortar del todo el suministro de gas a Europa.