La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante una rueda de prensa

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante una rueda de prensa Reuters

Macroeconomía

El BCE pone fin a la compra de deuda: los tipos podrán subir ya en verano

El descontrol de la inflación refuerza la posición de los 'halcones' de Alemania, Holanda y los nórdicos, partidarios de acelerar la retirada de estímulos.

14 abril, 2022 13:51
Bruselas

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El impacto negativo sobre el crecimiento de la guerra en Ucrania no altera los planes del Banco Central Europeo (BCE). El Consejo de Gobierno ha señalado este jueves que pondrá fin a la compra de deuda pública de los países de la eurozona en junio debido al descontrol de la inflación. Una decisión que abre la puerta a una primera subida de tipos de interés durante el verano.

"La inflación ha aumentado significativamente y continuará siendo elevada durante los próximos meses, debido principalmente al notable encarecimiento de los costes de la energía. Las presiones inflacionistas se han intensificado en muchos sectores", señala el comunicado hecho público al término de la reunión.

Por este motivo, el Consejo de Gobierno "ha considerado que los nuevos datos disponibles desde su última reunión refuerzan su expectativa de que las compras netas de activos en el marco del programa APP deberían concluir en el tercer trimestre", prosigue el comunicado.

A la espera de ese momento, las compras netas mensuales se reducirán progresivamente desde los 40.000 millones de euros en abril, hasta los 30.000 millones de euros en mayo y los 20.000 millones en junio. El BCE no da ninguna indicación del nivel de compras en el tercer trimestre -aparte de señalar que "dependerá de los datos"-, lo que refuerza la perspectiva de que junio podría ser el último mes de adquisición de deuda.

Por su parte, el programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), creado tras el estallido de la Covid-19, concluyó el pasado 31 de marzo tal y como estaba previsto. De su dotación total de 1,85 billones de euros, el BCE ha acabado gastando 1,72 billones, con los que ha comprado 189.664 millones de deuda de España y 281.026 millones de Italia. La deuda que llegue a vencimiento se reinvertirá al menos hasta finales de 2024.

El Consejo de Gobierno mantiene sin cambios los tipos de interés, que seguirán en mínimos históricos: el tipo general se mantiene en el 0% y la facilidad de depósito para los bancos continúa en territorio negativo (-0,5%). Los tipos no subirán hasta que concluya definitivamente la compra de deuda. "Cualquier ajuste de los tipos de interés oficiales del BCE tendrá lugar transcurrido algún tiempo desde el final de las compras netas del programa APP y será gradual", dice el comunicado.

"De cara al futuro, la política monetaria del BCE dependerá de los nuevos datos y de la evolución de la evaluación de las perspectivas por el Consejo de Gobierno. En las actuales condiciones de elevada incertidumbre, el Consejo de Gobierno mantendrá las opciones abiertas, la gradualidad y la flexibilidad en la ejecución de la política monetaria", señala el comunicado.

Finalmente, el BCE reitera su compromiso de adoptar "cuantas medidas sean necesarias para cumplir el mandato de estabilidad de precios y para contribuir a salvaguardar la estabilidad financiera".

Control de las primas de riesgo

La potente intervención del BCE en el mercado de deuda durante la pandemia ha servido para mantener bajo control las primas de riesgo de Italia y España, pese a que el nivel de endeudamiento de ambos países se ha disparado por el despliegue de ayudas públicas para amortiguar el impacto de la crisis. El problema ahora es que la retirada del BCE despierte de nuevo a las primas de riesgo y desencadene otra crisis de deuda. 

Por eso, en los últimos días ha habido varias filtraciones de que el Banco Central prepara un nuevo instrumento para combatir esta amenaza. Un nuevo programa al que se alude de forma velada al final del comunicado de este jueves, sin dar ningún detalle. "El Consejo de Gobierno está preparado para ajustar todos sus instrumentos dentro de su mandato, y actuar con flexibilidad si fuera necesario", dice el comunicado.

De hecho, la institución que dirige Lagarde se enfrenta de hecho a un dilema endiablado que limita su margen de actuación en la guerra de Ucrania. Por un lado, la inflación en la eurozona está completamente fuera de control. En marzo se disparó hasta el 7,5%, pulverizando todos los récords desde la creación del euro. Esta cifra es casi el cuádruple del objetivo del 2% del BCE. El nivel de precios seguirá en máximos durante los próximos meses, ya que el conflicto sigue empujando al alza la factura energética y de los alimentos.

Al mismo tiempo, la guerra plantea riesgos significativos para el crecimiento, que empezaba a volver a velocidad de crucero tras la depresión de la pandemia. El aumento general de precios significa una pérdida de poder adquisitivo para los europeos. Además, el conflicto también está comenzando a drenar la confianza, tanto de hogares como empresas. El escenario más temido por el BCE es el de la "estanflación": una economía al ralentí con precios descontrolados.

Este complejo panorama ha exacerbado las divisiones tradicionales dentro del Consejo de Gobierno. Por un lado, los 'halcones' (Alemania, Holanda y los nórdicos) reclaman acelerar el fin de la compra de deuda y adelantar al verano la primera subida de tipos de interés. Una respuesta retrasada al descontrol de precios obligaría a tomar en el futuro medidas más abruptas, que tendrían un impacto mayor sobre el crecimiento y la estabilidad de precios, sostienen.

En el extremo contrario, las 'palomas' (los partidarios de una mayor flexibilidad, como el economista jefe del BCE, Philip Lane; o el representante italiano en el directorio, Fabio Panetta) alegan que la guerra en Ucrania ha creado un contexto de excepcional incertidumbre y que una actuación precipitada del BCE sólo servirá a corto plazo para minar todavía más la confianza y asfixiar el crecimiento.