La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde Reuters

Macroeconomía

El dilema de Lagarde: permitir una inflación desbocada o poner en riesgo el crecimiento

El Consejo de Gobierno se reúne este jueves por primera vez desde el estallido de la guerra en Ucrania y congelará sus planes de acelerar la retirada de estímulos.

10 marzo, 2022 02:06
Bruselas

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En su reunión de este jueves, el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) había previsto acelerar el fin de sus programas de compra de deuda. La presidenta, Christine Lagarde, ya no descartaba una primera subida de tipos a finales de año para poner coto al descontrol de los precios. El estallido de la guerra en Ucrania lo ha cambiado todo. La inflación sigue desbocada y marcó un nuevo máximo del 5,8% en febrero. Pero el conflicto bélico y las sanciones impuestas a Moscú amenazan con hacer descarrilar la recuperación en la eurozona.

Una nueva realidad que obliga al BCE a congelar sus planes de apresurar la retirada de estímulos monetarios, so pena de asfixiar el crecimiento. De hecho, la mayoría de los analistas anticipan que el Consejo de Gobierno no tomará ninguna decisión este jueves, a la espera de que se aclare el panorama. Eso sí, los banqueros centrales dispondrán de previsiones actualizadas de crecimiento e inflación elaboradas por sus técnicos, que les permitirán evaluar el impacto inicial de la invasión rusa de Ucrania.

"El BCE se enfrenta a un dilema. La presión adicional sobre los precios refuerza las preocupaciones sobre la alta inflación y los posibles efectos de segunda ronda en los salarios. Al mismo tiempo, los riesgos para la actividad económica y las perspectivas presupuestarias podrían llevar al BCE a ser paciente antes de normalizar la política monetaria", explica a EL ESPAÑOL Nadia Gharbi, economista principal de Pictet Wealth Management.

La propia Lagarde fue la primera en reconocer este dilema durante el Ecofin informal celebrado el 25 de febrero en París. Allí admitió que el impacto de la guerra de Ucrania en la economía de la eurozona será doble. Por un lado, la escalada de los precios de la energía disparará todavía más la inflación a corto plazo, que seguirá muy por encima del objetivo del 2% del BCE. Al mismo tiempo, "la incertidumbre persistente lastrará probablemente el consumo y la inversión y obstaculizará el crecimiento".

"El BCE está dispuesto a tomar las medidas que sean necesarias, dentro de su responsabilidad, para garantizar la estabilidad de precios y la estabilidad financiera en la eurozona", proclamó entonces la presidenta.

Sin embargo, el Consejo de Gobierno está dividido sobre los próximos pasos a seguir. Los partidarios de una política monetaria más flexible ('palomas' en jerga monetaria) apuestan por paralizar la retirada de estímulos y tolerar que la inflación supere temporalmente el 2%, incluso aunque sea por mucho. En contraste, los 'halcones' nórdicos apuestan por seguir adelante con la normalización de la política monetaria.

"El dramático conflicto en Ucrania pesa negativamente tanto en las condiciones de la oferta como de la demanda, lo que agudiza la incertidumbre y exacerba los riesgos para las perspectivas de inflación a mediano plazo en ambas direcciones", ha apuntado el representante italiano en el directorio del BCE, Fabio Panetta

¿Imprudente?

"En este entorno, sería imprudente comprometerse de antemano sobre medidas políticas futuras hasta que las consecuencias de la crisis actual sean más claras. Y el BCE está dispuesto a actuar para evitar cualquier dislocación en los mercados financieros que pudiera derivarse de la guerra en Ucrania y para proteger la transmisión de la política monetaria", sostiene Panetta.

En una línea similar, el economista jefe del BCE, Philip Lane, sostiene que "en caso de un shock de oferta adverso (como la guerra de Ucrania), el horizonte para que la inflación regrese a su objetivo podría alargarse para evitar caídas pronunciadas de la actividad económica y del empleo". Es decir, el BCE debería permitir que la inflación siga temporalmente por encima del 2% con el fin de no asfixiar el crecimiento.

En el extremo contrario, el nuevo presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, subraya que la guerra en Ucrania provocará nuevos récords de inflación en la eurozona debido a la subida imparable del precio de la energía, que depende en gran medida de Moscú. "Necesitamos mantener la vista puesta en la normalización de nuestra política monetaria", insiste el halcón más destacado del BCE.

"Es poco probable que el BCE proporcione un compromiso firme sobre cuándo finalizará su Programa de Compra de Activos (APP). Podría señalar su intención de concluirlo en el tercer trimestre si todo va bien, mientras mantiene la puerta abierta para continuar o incluso acelerar sus compras si el conflicto empeora", explica la economista principal de Pictet Wealth Management.

"Lagarde probablemente será más cauta sobre la posibilidad de subir los tipos a finales de este año, enfatizando los riesgos y la necesidad de considerar nuevos instrumentos de política monetaria si es necesario", asegura Gharbi.