Bruselas

Un nuevo ambiente de "optimismo moderado" ha presidido la reunión del Banco Central Europeo (BCE) celebrada este jueves. Tras un primer trimestre decepcionante que significó una recaída en la recesión, la eurozona está viviendo un fuerte efecto rebote gracias al levantamiento de restricciones y al empuje de la campaña de vacunación contra la Covid-19. Aunque persiste la incertidumbre por el impacto de las variantes, es la primera vez desde el estallido de la pandemia que el BCE considera que los riesgos "están equilibrados" y no "a la baja".

Todo ello ha llevado a la institución que dirige Christine Lagarde a mejorar sus previsiones económicas para este año y el que viene. Tras desplomarse un 6,8% el año pasado, la eurozona crecerá un 4,6% en 2021 y un 4,7% en 2022. Se trata de una revisión al alza de 0,6 puntos en los dos años respecto a lo que se había calculado en marzo. 

Este es el escenario central, pero el BCE plantea además otros dos escenarios alternativos. Si la vacunación se dispara y el turismo y el transporte despegan antes de lo previsto, la economía podría avanzar hasta un 6,2% este año y un 5,5% en 2022. En el extremo contrario, si la pandemia se eterniza por culpa de las nuevas variantes, el crecimiento podría reducirse hasta el 2,9% este año y el 2,3% en 2022.

Pese a la mejora de las perspectivas económicas, el Consejo de Gobierno ha decidido mantener el "pulso firme" y seguir desplegando su potente arsenal de estímulos económicos, según ha explicado Lagarde en rueda de prensa.

No obstante, la presidenta del BCE admite que ha habido discusión y debate sobre si es necesario o no mantener el actual ritmo más elevado de compra de deuda en el marco del programa de emergencia contra la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés). Es decir, los halcones del norte (en particular Alemania y Holanda) presionan ya para empezar a replegar la compra de deuda. Un debate que según los analistas estallará en la reunión del BCE de septiembre.

En todo caso, Lagarde se ha esforzado por plantar cara a los halcones y dejar claro que todavía son minoría en el BCE. "Cualquier discusión sobre la salida del PEPP sería prematura, es demasiado pronto. Llegará en su debido momento, pero ciertamente por ahora es demasiado pronto y prematuro. Es tan simple como eso", ha repetido la presidenta en varios pasajes de su rueda de prensa.

Lagarde ha minimizado además la amenaza de la inflación que esgrimen los halcones para justificar la necesidad de desescalar las medidas de estímulo monetario. En abril, la inflación de la eurozona aumentó del 1,6% al 2%, superando por primera vez en más de dos años el objetivo del BCE: "cerca, pero por debajo del 2%". En Alemania o en España, el nivel de precios está ya en el 2,4%.

En consecuencia, el BCE ha revisado también al alza sus previsiones de inflación. Se situará de media en el 1,9% este año, pero luego volverá a bajar al 1,5% en 2022 y al 1,4% en 2023. Lagarde insiste en que el actual incremento es "temporal" y debido a factores puntuales y que el nivel de precios volverá a caer en 2022. A su juicio, la eurozona sigue necesitando la respiración asistida del BCE para afinazar la recuperación y garantizar que la inflación se mantenga de forma sostenible en torno al 2%.

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