Bruselas

Bruselas ha encontrado una tercera vía para evitar una guerra comercial con China y a la vez atender las quejas de la industria europea, que pide más protección frente a la avalancha de importaciones de bajo coste procedentes del país asiático. La Comisión Europea asegura que no concederá a Pekín el estatus de economía de mercado, como venían reclamando las autoridades chinas. Pero sí propondrá en otoño un nuevo método para calcular los recargos arancelarios antidumping que acabe con cualquier discriminación contra China.

 

España es uno de los países más afectados por la reforma de la política de defensa comercial comunitaria. Alrededor de 27.000 personas trabajan en industrias que en estos momentos están protegidas de la competencia china por recargos antidumping de la UE, en particular la cerámica y el acero, según un estudio encargado por Bruselas. Italia, Alemania, Francia, Portugal y Polonia son los otros estados miembros beneficiarios. A finales de 2015, la UE tenía un total de 52 medidas contra importaciones chinas, que beneficiaban a 231.000 empleos directos.

 

“China no es una economía de mercado. No lo es, se establezca el criterio que se establezca. Pero lo relevante para la Unión Europea es que se fijen unas reglas de juego que, si Pekín no las cumple como está haciendo hasta ahora, incluyan instrumentos para poder defender a nuestras empresas y los puestos de trabajo frente a la competencia desleal de China”, explica a EL ESPAÑOL la eurodiputada del PSOE Inmaculada Rodríguez-Piñero, especializada en cuestiones de comercio.

 

En la actualidad, Bruselas incluye a China en una lista de economías que no son de libre mercado, junto con otros 14 países: Vietnam, Kazajistán, Albania, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Corea del Norte, Kirguistán, Moldavia, Mongolia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. Para todos ellos, las reglas de la UE permiten aplicar recargos arancelarios más altos que al resto en caso de dumping, es decir, de importaciones que se venden a precios inferiores al valor de mercado. Así se contrarrestan las distorsiones que provoca la intervención generalizada del estado en la economía.

 

Pero el próximo diciembre expira el periodo transitorio de 15 años que se fijó en la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC). Para Pekín, eso significa que sus socios deben reconocerle de forma automática como economía de mercado. Ello reduciría considerablemente el margen de la UE para defenderse del dumping chino, ya que las penalizaciones arancelarias autorizadas serían mucho más bajas. La industria comunitaria, en particular la del acero, ha pedido a Bruselas que no otorgue a China el estatus de economía de mercado.

 

China no es una economía de mercado

 

“China no es una economía de libre mercado. No le vamos a conceder el estatus de libre mercado. Si fuera una economía de libre mercado no tendríamos estos problemas con el acero”, aseguró la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, al anunciar la semana pasada la reforma de la política de defensa comercial de la UE. El Ejecutivo comunitario sostiene que Pekín ya ni siquiera le pide este reconocimiento, sino simplemente que se le trate igual que a cualquier otro país.

 

La estrategia de Bruselas para evitar el choque de trenes con China se basa en tres pilares. En primer lugar, suprimirá la lista de países que no son economía de mercado. Con ello acaba con el debate de si sacar o no a Pekín. Esta medida irá acompañada de un cambio en el método de cálculo del recargo tarifario antidumping. En el futuro, se penalizarán más “las distorsiones provocadas por la intervención del estado en un país o sector”. El nuevo método “no es contra China sino que podrá aplicarse contra cualquier país”, explica Malmström. Y su resultado será “aproximadamente” el mismo nivel de tarifas que el que se aplica ahora.

 

También se reforzarán las medidas contra las subvenciones a las exportaciones y se establecerá un periodo transitorio durante el que se mantendrán todas las tarifas antidumping ya aprobadas y las investigaciones ya iniciadas continuaran con las reglas antiguas. “Es la mejor opción para mantener el actual nivel de protección, conservar un fuerte sistema de defensa comercial y cumplir también los compromisos de la OMC”, sostiene la comisaria de Comercio.

 

El segundo pilar del plan del Ejecutivo comunitario consiste en acelerar la adopción del nuevo sistema de defensa comercial de la UE, que lo aproximará al vigente en Estados Unidos. Se trata de acortar los plazos de las investigaciones y poder aplicar penalizaciones más altas en algunos casos. La reforma lleva bloqueada desde hace años por el enfrentamiento entre los países con mayor tradición comercial, como los nórdicos o Reino Unido, y aquellos con más industria, como Italia, Francia o España. Paradójicamente, el brexit podría acabar decantando la balanza hacia un mayor proteccionismo.

 

Finalmente, Bruselas quiere impulsar el diálogo con China y otros países para reducir la sobrecapacidad en algunas industrias, especialmente en el acero. Este es el sector que acapara la mayor parte de quejas de las compañías europeas, pese a que se le aplican ya 15 medidas antidumping. Para ello ya ha acordado poner en marcha una plataforma conjunta con Pekín. Las propuestas legislativas para llevar a cabo esta reforma se presentarán tras el verano, y deben ser aprobadas por la Eurocámara y las capitales.

 

Falta la letra pequeña

China ha acogido con cautela los planes de Bruselas y ha dejado claro que vigilará cómo se llevan a la práctica. Pekín espera que la UE "aplique estrictamente las obligaciones que le corresponden en el marco de la OMC", ha dicho el ministerio de Comercio.

Por su parte, AEGIS Europa, una plataforma que reúne a 30 asociaciones industriales de la UE, celebra que la Comisión no reconozca a China como economía de mercado. No obstante, la industria pone en duda la alternativa que plantea el Ejecutivo comunitario. "Un compromiso inestable pondría gravemente en riesgo la inversión y el empleo en la industria europea, no sólo en el acero sino en todos los sectores, sostiene AEGIS.

 

Para Rodríguez-Piñero, falta todavía ver la “letra pequeña” de los planes de la Comisión. “Si es capaz de presentarnos un proyecto que responde a los principios de defender a la industria europea y los puestos de trabajo europeos la apoyaremos. Si no, no lo haremos”, apunta.

 

“Los principios que propone el Ejecutivo comunitario suenan bien, pero lo importante es cómo se implementan”, insiste la eurodiputada del PSOE. A su juicio, es positivo que Bruselas busque alternativas para evitar un conflicto abierto con China, que es el segundo socio comercial de la EU. Pero también hay que tener en cuenta que Pekín no sólo practica un dumping de precios, sino también social y medioambiental, y además incumple las normas de protección de la propiedad intelectual.

 

“Tenemos que ser capaces de establecer unas reglas equilibradas con China y que China sea capaz de cumplirlas, porque además las ha aceptado al entrar a la OMC. Lo que no vale es que pida el acceso y luego no cumpla las reglas”, apunta Rodríguez-Piñero.

 

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