El teletrabajo fue una 'leyenda' en el mercado laboral hasta el principio de la pandemia de la Covid. Los confinamientos obligaron a las empresas a recurrir al trabajo a distancia para mantener la actividad (cuando fuera posible). Sin embargo, con el paso del tiempo y pese al desarrollo regulatorio que se ha producido, su uso se ha ido cayendo progresivamente entre los trabajadores españoles

Concretamente, el porcentaje de ocupados que trabajan más de la mitad de los días desde su domicilio ha ido cayendo gradualmente del 16% al entorno del 8%. ¿Por qué se está produciendo esta reducción? Entre otras cosas, porque al teletrabajo le está costando introducirse en la cultura empresarial española

La actual regulación introduce un "desincentivo legal al trabajo a distancia estructural tras la experiencia coyuntural". Así lo indica un artículo de la Fundación de Estudios Aplicada (FEDEA) firmado por José Ignacio Conde-Ruiz, Marcel Jansen y Jesús Lahera Forteza.

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La clave está en lo que regula la norma, que es el trabajo a distancia cuando suponga un 30% o más de la jornada laboral semanal. "Parece incentivar que esta forma de trabajar a distancia no supere el 30% de la jornada. Es decir, se introduce un modelo dual para el teletrabajo: total libertad y desregulación para jornadas inferiores al 30%, y fuerte regulación y aumento de costes para jornadas iguales o superiores al 30%. ¿Qué sentido tiene que una norma introduzca incentivos para que el teletrabajo solo alcance el 29% de la jornada?". 

El artículo hace énfasis, en este sentido, en la falta de incentivos para que el sector privado aborde propuestas más ambiciosas de teletrabajo. "Esta nueva regulación no incentiva, precisamente, la digitalización de la economía y la reestructuración organizativa con mayor peso de esta forma de trabajar".

"Más bien, la norma puede tener el efecto contrario de la desmotivación empresarial para proceder a este tipo de transformaciones, minorando la competitividad de nuestra economía, y terminando por perjudicar a los trabajadores que encuentran ventajas en trabajar desde su domicilio, de manera mixta o exclusiva", alertan los autores. 

Además, está el choque con la legislación laboral en materia de conciliación familiar, "menos exigente formalmente y más flexible". De hecho, podría implicar con el tiempo "una nueva vía de segregación por género en nuestro mercado laboral". 

Neutralidad normativa

Algo que ya podría estar ocurriendo. "Las mujeres están siendo las más propensas al teletrabajo, lo cual podría ser una señal de que se está usando como medida de conciliación y no como una nueva forma de organizar el trabajo gracias a la tecnología digital". 

Por ello, el texto propone que "se superen, en consecuencia, las distintas tipologías vigentes y caminar hacia un modelo regulador común" del teletrabajo que permita una "neutralidad normativa". 

Por ello, considera que hay que "eliminar los umbrales artificiales del 30% que solo consiguen segmentar el mercado. La única distinción que puede tener sentido es entre un trabajo a distancia mixto, combinado con presencial, y un trabajo a distancia a tiempo completo, donde el trabajador no va nunca a un centro de trabajo". 

Sería en este caso en el que, para FEDEA, sería exigible un acuerdo individual para el trabajo a distancia, algo que hoy se tiene que pedir en todos los casos (aunque no se haga porque, dada la situación de pandemia, no es estrictamente necesario). 

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Por otro lado, en el modelo mixto, "los costes deberían aumentar de forma gradual y evitar los umbrales que aumentan de forma no lineal el coste a las empresas de

sobrepasarlos". 

Así, la regulación del teletrabajo descansaría en "la negociación colectiva". Siempre respetando los principios de voluntariedad, no discriminación, dotación de medios y compensación de gastos.