Bruselas

El Banco Central Europeo (BCE) mantiene el rumbo en su estrategia de subida de tipos pese a la tormenta desatada en los mercados financieros por la quiebra del Silicon Valley Bank y la crisis de Credit Suisse. Tal y como venía anunciando desde hace semanas, la institución dirigida por Christine Lagarde ha ejecutado este jueves otro incremento de 0,5 puntos porcentualeshasta situar el tipo general en el 3,5%, el nivel más alto en 15 años.

El BCE no ha hecho caso de las voces que le reclamaban aflojar el ritmo de encarecimiento del precio del dinero con el argumento de que la abrupta escalada de los tipos de interés es uno de los factores que está detrás de las turbulencias en el sector bancario. En este sentido, la vicepresidenta Nadia Calviño había solicitado al BCE actuar con "extrema prudencia" para evitar más réplicas. Pero Lagarde ha dejado claro que su prioridad absoluta sigue siendo combatir el "monstruo" de la inflación, que "seguirá siendo demasiado alta durante demasiado tiempo".

"El sector bancario de la zona del euro tiene capacidad de resistencia y posiciones de capital y de liquidez sólidas", ha dicho el Consejo de Gobierno en el comunicado hecho público al término de la reunión. En todo caso, el BCE asegura contar "con todos los instrumentos de política monetaria necesarios para suministrar apoyo de liquidez al sistema financiero de la zona del euro si fuera necesario y preservar la transmisión fluida de la política monetaria".

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De cara a sus próximas reuniones, el BCE no da indicaciones claras sobre la trayectoria de los tipos de interés escudándose en el "elevado nivel de incertidumbre". Se limita a señalar que decidirá sobre futuras subidas basándose en los últimos datos disponibles sobre "las perspectivas de inflación a la luz de los nuevos datos económicos y financieros, la dinámica de la inflación subyacente y la intensidad de la transmisión de la política monetaria".

La autoridad monetaria ha publicado este jueves sus nuevas previsiones de crecimiento e inflación, aunque avisa de que se cerraron antes de las turbulencias bancarias y por ello podrían haber quedado desfasadas. En cuanto a la inflación, las cifras se revisan a la baja. Los expertos del BCE prevén ahora que el IPC se situe en el 5,3% en 2023, el 2,9% en 2024 y el 2,1% en 2025 (en lugar del 6,3%, 3,4% y 2,3% que había calculado en diciembre).

Al mismo tiempo, las presiones inflacionistas subyacentes siguen siendo fuertes. La inflación excluidos la energía y los alimentos continuó aumentando en febrero y los expertos del BCE esperan que se sitúe en una media del 4,6 % en 2023, por encima de lo estimado en las proyecciones de diciembre. Posteriormente, descenderá hasta el 2,5 % en 2024 y el 2,2 % en 2025.

En cuanto al crecimiento, el BCE mejora hasta el 1% su previsión para 2023 (en lugar del 0,5% que calculaba en diciembre), debido al descenso de los precios de la energía y a la mayor resistencia de la economía ante el difícil entorno internacional. Al mismo tiempo, rebaja hasta el 1,6% la cifra para 2024 y 2025 (en lugar del 1,9% y el 1,8%, respectivamente) debido al impacto de las subidas de tipos.

De hecho, la de este jueves es la sexta subida consecutiva de tipos desde verano de 2022. En un tiempo récord, el BCE ha aumentado el precio del dinero del 0% al 3,5%: 0,5 puntos en julio, 0,75 puntos en septiembre y noviembre y otros 0,5 puntos en diciembre y febrero. Una estrategia con la que el Consejo de Gobierno pretende enfriar la economía y poner coto al descontrol de precios. El impacto más inmediato de este encarecimiento del dinero será una subida de hipotecas y créditos.

Con el aumento de este jueves, el tipo de interés general pasa del 3% al 3,5%, su nivel más alto desde 2008. La facilidad marginal de crédito (lo que pagan los bancos por la financiación a un día) aumenta al 3,75%; mientras que la facilidad de depósito (la remuneración a las entidades por aparcar su dinero en Fráncfort) se incrementa del 2,5% al 3%

La Eurotorre del BCE en Fráncfort BCE

Aunque los últimos datos apuntan a que el IPC de la eurozona ya tocó techo y ha iniciando una lenta curva de desdenso, el BCE ha decidido no aflojar en su política restrictiva porque la inflación subyacente continúa en aumento. En febrero, el IPC se redujo por cuarto mes consecutivo hasta situarse en el 8,5%, frente al 8,6% registrado en enero. No obstante, esta tasa todavía cuadriplica el objetivo del 2% del BCE.

Además, el indicador de inflación subyacente que usa el BCE como referencia (que excluye los precios más volátiles de la energía y de los alimentos frescos, el alcohol y el tabaco) volvió a escalar del 5,3% al 5,6%.

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Por otro lado, los buenos datos de crecimiento y empleo dejan más espacio a Lagarde para seguir subiendo tipos. Pese a los malos augurios que alertaban de un desplome económico invernal, la eurozona ha esquivado la recesión por la mínima, con un crecimiento cero en el último trimestre del año pasado

Por su parte, el mercado laboral de la eurozona sigue exhibiendo una fuerte resistencia al embate de la crisis. En enero de 2022, la tasa de paro se mantuvo estable en un mínimo histórico del 6,7%.