El año 2022 marcará el inicio de una nueva era en Alemania. Sin Angela Merkel como canciller y sin Jens Weidmann como presidente del Bundesbank y miembro del BCE, se abre el camino para que la Unión Europea de un carpetazo definitivo a la austeridad en sus términos más duros. Este último matiz es importante porque si bien es posible que el próximo Gobierno alemán esté liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz, también lo es que el líder del SPD ha sido el vicecanciller de Merkel, su ministro de Finanzas y además, dependerá del apoyo de liberales -defensores del rigor fiscal- y de los verdes para gobernar.

En cualquier caso, la dimisión que Weidmann anunció este miércoles es símbolo de cómo han cambiado las cosas en la última década. Fue en 2011 cuando el que hasta ahora representaba la voz más dura del consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) llegó al Bundesbank procedente de la cancillería, donde trabajó de asesor económico para Merkel.

Eran tiempos difíciles para España -el mismo año que Mariano Rajoy llegó al Gobierno para aplicar duros recortes dictados desde Bruselas y Fráncfort- y Weidmann fue un hueso duro para el entonces ministro de Economía español, Luis de Guindos, y para Mario Draghi, que también llegó a la presidencia de la institución con sede en Fráncfort ese mismo año.

Para que Draghi pudiera pronunciar aquel célebre "whatever it takes" ("lo que sea necesario") en defensa de la deuda española e italiana en el verano de 2012, los defensores de recurrir a los estímulos tuvieron que librar muchas batallas antes. 

Esas pugnas propiciaron la dimisión del economista jefe del BCE, el alemán Jurgen Stark, y del expresidente del Bundesbank, Alex Weber, al que precisamente sucedió Weidmann.

Una década después, el 'halcón' alemán se marcha con De Guindos como vicepresidente del BCE, Draghi como primer ministro italiano y con la Unión Europea emitiendo deuda conjunta para Next Generation EU. Esto en un momento en el que las reglas fiscales han quedado suspendidas y en el que el BCE mantiene un programa de estímulos de varios billones de euros. Y, además, en un escenario de inflación al alza que ya preocupa hasta a los economistas más partidarios de una política de estímulos laxa.

El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, y el primer ministro italiano, Mario Draghi. Europa Press

En los años de la crisis de deuda, Weidmann fue descrito por Draghi como el hombre del "no a todo". En los tiempos de Christine Lagarde, la prensa financiera cambió ese apodo al de la figura del "sí, pero...".

Pese a que el discurso de Alemania ha cambiado mucho en estos 10 años, Weidmann ya había advertido en los últimos meses que sería necesario ajustar la política monetaria del BCE si la inflación no daba tregua.

¿Será capaz de hacerlo Lagarde -la bautizada a sí misma como 'búho' que está al frente del banco central-? Desde luego, países como España pelearán porque esa retirada de estímulos se retrase al máximo. Por ello, será importante conocer el nombre del sucesor de Weidmann para ver cómo se modula este desafío en Fráncfort.

Dentro de que fue un 'halcón' duro, Weidmann también supo adaptarse a los nuevos tiempos. En los últimos años, permitió que el BCE modulara sus objetivos de inflación para poder tener margen con su artillería aun cuando la tasa de inflación esté por encima del 2%. También ha estado presente en las revisiones hechas por el BCE en materia de cambio climático y, desde una posición reacia a estos cambios, acabó apoyando el giro dado por la institución hacia la sostenibilidad.

De hecho, Christine Lagarde lamentó desde su cuenta de Twitter la decisión tomada por Weidmann de abandonar el cargo seis años antes de lo previsto.

Weidmann se marcha para abrir una nueva etapa sin cumplir con, al menos, dos de sus metas principales. La primera, presidir el BCE. Y, la segunda, conseguir que el programa de emergencia por la pandemia que lanzó Lagarde para sostener la economía se retire tan pronto como pase la amenaza de la Covid-19.

Su salida tendrá muchas lecturas. Pero con la inflación en la zona euro en el 3,4% y Mario Draghi anunciando rebajas de impuestos en Italia con la deuda pública por encima del 155% del PIB, hay una cuanto menos llamativa: al final la 'paloma' italiana ha sido capaz de volar más alto que el 'halcón' alemán. 

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