La economía española tendrá que esperar hasta el segundo semestre del próximo año para recuperar el nivel de PIB previo a la pandemia y un año más, hasta finales de 2023, para recuperarse en términos de empleo. Con estas proyecciones de crecimiento, el Banco de España ha rebajado el optimismo de la vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño, que este martes ha elevado el crecimiento hasta el 6,5% y ha adelantado la meta de recuperar el nivel de actividad precrisis a finales de este año.

El organismo prevé que España crezca en 2021 un 6,3% y otro 5,9% el que viene, frente al 6,2 y 5,8% que había proyectado en junio. Es un escenario mejor al de entonces, pero no es más optimista, dado que el director general de Estadística del BdE, Óscar Arce, ha advertido de numerosas incertidumbres que juegan en contra de la recuperación.

Además, ha lamentado que la lenta ejecución de Next Generation EU esté retrasando el impacto de estos fondos europeos en la reactivación económica.

"Había un calendario para la ejecución de los fondos y el impacto hubiera sido más elevado si se hubiera cumplido. Ahora bien, si este retraso responde a una más cuidadosa ejecución para poner en marcha proyectos con mayor impacto puede ser un mal menor", ha reconocido Arce.

La rebaja del efecto de los fondos europeos en el PIB de 2021 casi alcanza las cuatro décimas. Pero la sorpresa que dio el segundo trimestre del año en términos de crecimiento compensa ese efecto.

No obstante, el Banco de España espera que aquel comportamiento "mejor de lo esperado" que tuvo el PIB entre marzo y junio no tenga el mismo fuelle de aquí a final de año a pesar de la recuperación del consumo.

Y es que el aumento del consumo privado y también del consumo público han sido fundamentales para la recuperación económica, aunque existen muchas incertidumbres sobre cómo va a evolucionar en los próximos meses el gasto de los hogares.

Se da por hecho que parte del ahorro embalsado de las familias no impacte en la economía porque hay gastos que se dejaron de hacer en pandemia -fundamentalmente en servicios- que no se traducirán en una inversión inmediata en más cenas o viajes, por ejemplo.

Problemas en el comercio

El escenario dibujado por el Banco de España también recoge otros riesgos, como el repunte de la inflación -que de momento, estima "transitorio, aunque más persistente de lo esperado"- o la falta de suministros y chips.

Estos 'cuellos de botella' -que están golpeando al comercio internacional- ya tienen consecuencias sobre la industria automovilística española.

Según los datos de la institución recopilados a partir de la información de IHS Markit y de la Comisión Europea, la denuncia por parte de las empresas de falta de equipos y materias primas está en máximos históricos. 

Esto puede provocar un shock de oferta o un mayor coste para las empresas a la hora de proveer de bienes y servicios, ya que ese encarecimiento de los suministros de momento no se está trasladando a los precios finales de los productos en toda su dimensión. Un elemento a vigilar por el impacto negativo que puede tener en la recuperación.

En lo que sí es optimista el Banco de España es en el avance de la consolidación fiscal.  El déficit público previsto se ha revisado a la baja hasta el 7,6% en 2021 (frente al 8,2% que se había previsto). Mientras, la deuda pública se mantendrá por encima del 114% del PIB todavía en 2023.

Empleo e inflación

Mientras, en términos de empleo el Banco de España ha incorporado en sus proyecciones que los ERTE finalizarán el 31 de diciembre. A partir de ahí, el empleo irá recuperándose, aunque habrá que esperar a finales de 2023 para superar las cifras prepandemia.

La buena noticia es que cuando esto ocurra, el paro será algo inferior al de 2019 (12,8% promedio, frente a la tasa de desempleo del 13% previa a la Covid-19).

Todo ello en un escenario en el que el crecimiento de la inflación está siendo más fuerte de lo esperado, aunque se espera que toque su pico en noviembre y después acabe pasando como un fenómeno "transitorio".