Malos tiempos para la Educación pública en España. Según ha puesto de relieve el estudio Cuentas de la Educación en España 2000-2013 elaborado por la Fundación BBVA y el Ivie (Instituto Valenciano de Investigaciones económicas.), la financiación del Estado a la educación pública por cada alumno se ha resentido tanto desde el inicio de la crisis que entre 2008 y 2013 se destruyeron todos los avances conseguidos desde el año 2000. No ha ocurrido lo mismo en la educación privada, cuya financiación ha seguido aumentando a pesar de la crisis.

De este modo, el Estado destinó en 2013 a cada estudiante de los centros públicos el mismo dinero que en el año 2000 (descontado el efecto de la inflación), mientras que en el sector privado, las transferencias aumentaron en este periodo algo más de un 25%. Esto perjudica a la gran mayoría de los jóvenes, ya que el 70,5% se forman en centros públicos, mientras que un 23,6% están en centros privados concertados y sólo un 5,9% están en centros privados no concertados.

Este descenso de la financiación a la Educación se tradujo en un descenso del gasto del Estado, ya sea de centros públicos como privados, del 15% entre 2009 y 2014. En el momento álgido de la gran expansión de la economía española, antes del estallido de la burbuja inmobiliaria y los recortes, el gasto público en Educación casi alcanzaba los 47.000 millones de euros, pero cinco años después, esta cifra se había reducido por debajo de los 40.000 millones de euros.

Las familias han tenido que hacer un gran esfuerzo para mantener la calidad educativa que reciben sus hijos en medio de esta caída del gasto público. Si en Un descenso con el que han tenido que lidiar las familias elevando su esfuerzo para mantener el gasto en educación que recibían sus hijos. En la última década, el gasto de las familias se ha disparado en un 50%, pasando de los 20.000 millones anuales a algo más de 30.000 millones. De este modo, ahora los hogares pagan actualmente un 42% de todos los recursos en formación que reciben sus hijos.

Sólo el esfuerzo de las familias ha conseguido evitar que la financiación a la educación de los jóvenes se desplomase y, ahora, el gasto total en Educación (público y privado) se mantiene por encima de los niveles previos a la crisis.

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