Si algo podemos aseverar, y si en ello coinciden todos los representantes políticos, empresariales, docentes, sindicales y sociales es que el reto de la transformación digital, que desde todos los ámbitos y para todos los sectores, hace escasamente un mes, se aseguraba como una necesidad imperiosa a conseguir a medio plazo; tanto para ciudadanos como para organizaciones (públicas o privadas), de todos los países y continentes, tras este tsunami vírico-económico mundial, dicho reto se ha convertido en una urgente, obligatoria y forzosa prioridad en el corto plazo.

Sin embargo, abordar con éxito la necesaria transformación digital de la sociedad, o por lo menos, no estar en el vagón de cola de esta apasionante Cuarta Revolución Industrial de la que, más que testigos, todos somos actores protagonistas no es una desafío fácil, y mucho menos en este nuevo escenario turbulento de crisis económica y motivacional que acontece y que amenaza con liquidar a un importante volumen de emprendedores, startups y pymes innovadoras; que son y serán indispensables en el cercano futuro que, desde luego, será muy distinto al que conocemos, con muchas oportunidades; pero distinto, en el que con resiliencia habrá que adaptarse.

El terremoto llamado Covid-19, cuyo epicentro se originó en China, ha sido el causante de un tsunami pandémico cuya gigantesca ola ha impactado a todos los continentes, pero no será el único efecto, en breve aparecerán las réplicas pudiendo provocar nuevos tsunamis y olas de otra índole. Con toda seguridad el siguiente tsunami será económico, y de cómo se afronte y se gestione su desafiante e imparable ola, dependerá el futuro de los países. Es el momento de la creatividad, de la unidad, de la generosidad, de la colaboración, de la solidaridad, de la altura de miras y de la visión sinfónica de equipo, porque como dice el reconocido profesor Dr. Jon Kabat-Zinn “no puedes parar las olas, pero puedes aprender a surfear”.

Aquellos países que quieran evitar que se dispare su desempleo deberán controlar la caída del crecimiento, para ello es clave ser competitivos en el nuevo escenario, tanto en eficiencia como en valor añadido. Para ser competitivos es clave salvar y retener el talento y el conocimiento aplicado al ámbito empresarial, que en su mayor parte está en manos de emprendedores, en forma de autónomos y pymes.

Para retener el talento hay que generarle oportunidades, o de lo contrario se origina un flujo de fuga a otros territorios, como ya ocurrió en el pasado, si bien esta vez será de forma exponencial. Una fuga, que más allá de personas, también será de startups, scale-ups y de pymes, con ideas, soluciones e innovaciones. Ningún país pude permitirse el lujo de que esto le ocurra, quedaría en desventaja competitiva frente al resto entrando en una espiral autodestructiva. Los gobernantes y líderes políticos tienen una importante responsabilidad y capacidad de acción para evitarlo.

En España todos los sectores, públicos o privados, sin excepción se van a ver obligados a ser todavía más eficientes, productivos, competitivos y a ofrecer una mayor calidad en lo que hacen y en como lo hacen. Con esto llega otra ola, la ola de la reinvención. Sectores como la banca, el turismo, la construcción, la agricultura, la industria, la sanidad, los servicios, la educación, la administración pública o el deporte entro otros, van a necesitar soluciones innovadoras y creativas para afrontar problemas, desafíos y necesidades emergentes que es seguro aparecerán de forma dinámica y rápida. Inteligencia artificial, big data, blockchain, nanotecnología, cloud, ciberseguridad, fintech, insurtech, etc. son tecnologías, soluciones y conocimientos clave, que van a estar en manos del talento, de los emprendedores, de los autónomos, de las startups y de las pymes.

Las grandes organizaciones no van a poder hacer sus deberes solas, no van a poder sobrevivir por sí mismas. Ahora más que nunca se pondrá de manifiesto que vivimos en la 'Era de la Economía Colaborativa'. Se acelera la imperiosa necesidad para las grandes organizaciones de ser ágiles, eficientes y de que se vacunen de otra pandemia a la que yo llamo 'Elephatosis' (rigidez y lentitud), lo que les aboca a inevitables procesos de outsourcing, de reinvención y de hibridación con startups, emprendedores, autónomos y pymes. Sólo juntos, grandes y pequeños, en equipo se superará este reto.

Es el momento de una sinergia económica y social de verdad para ser competitivos como país, como continente, para afrontar la recesión y luchar contra la recesión. Por ello, tanto el gobierno de España como de Europa deben poner foco en esto; en el imprescindible y necesario valor añadido que los pequeños van a sumar a los grandes en forma de soluciones, ideas, know how, innovación, especialización, etc. y, por tanto, a la economía en general y a la sociedad. Sin ellos será imposible salir de ésta.

Así mismo, puesto que estamos en un mundo abierto y libre, otros países y otros continentes aprovecharan la oportunidad de atraer, captar y catalizar ese conocimiento, ese talento, esas soluciones, esas empresas, bien apoyándoles bien comprándolas, como cualquier otro “commodity”. El emprendimiento y el conocimiento serán el petróleo de los próximos años. En los últimos años, España y Europa se han posicionado y han conseguido avanzar en la carrera de los ecosistemas de innovación, de las tecnologías disruptivas y del emprendimiento. Hay un gran camino realizado, pero sin consolidar, y Estados Unidos y China lo saben.

La próxima semana desde España y desde Europa se tomarán decisiones e impulsarán planes económicos y medidas de choque contra la crisis que se avecina, es primordial que los responsables no olviden que, si bien es importante, necesario y urgente apoyar a las grandes organizaciones, públicas y privadas, la verdadera energía y el combustible que necesitarán para poder funcionar, ser competitivos, generar crecimiento y empleo son las personas que impulsan las startups, las scale-ups y las Pymes, es decir, son los emprendedores y los autónomos. Tecnológicas o no, todas y todos.

Estamos ante un futuro abierto a grandes oportunidades, es cierto que podemos salir reforzados; como país y como continente, si bien los players que pueden hacerlo posible necesitan reanimarse, oxígeno. Sin oxígeno para los que impulsan desde abajo será imposible mover la maquinaria de todo un país y mucho menos de un continente. En economía oxígeno es sinónimo de liquidez junto a otras medidas de apoyo.

José Manuel Bonilla Gavilanes es consultor en dirección estratégica y transformación digital de organizaciones