Somos de olvido fácil, pero no queda tan lejos. Hace apenas un año escuché a un psicólogo decir que la gran pandemia asociada a la crisis provocada por el COVID iba a estar relacionada con la salud mental, bien, pues ya está aquí.

Lo que le faltaba a nuestra sociedad histriónica han sido estos dos años de nevera social: todos metidos en casa, a la sombra de nuestros problemas, preguntándonos a cada instante por nuestras malditas incertidumbres, sin pausa ni distracción o huida.

Los niños conectados a sus pantallas para seguir online lo inconseguible: aprender por imitación, por estímulo, por reacción o relación con algo o con alguien. Las niñas y los niños de este país, que se dejaron los capítulos de su adolescencia o de su temprana juventud en casa y ahora salen al mundo pasados de revoluciones, perdidos y desganados, ni estudian ni traban ni quieren trabajar…

Afirmaba recientemente Rojas Marcos que el optimista vive más y mejor, e intuyo que así es sin tener conocimiento alguno al respecto, pero ¿dónde cabe ese optimismo hoy? Se desmorona nuestra sociedad del bienestar y crecen los seguidores de los extremos y los negacionistas se quedan cerca del poder mientras las guerras (otra vez en Europa) devastan y arrasan y atemorizan.

La tecnología es un arma de doble filo, nos entretiene y nos vigila, alumbra nuevos nichos de empleo y mata otros, nos engancha y nos aísla, y, mientras el mundo intenta inventarse algo nuevo, el capitalismo raya en la locura de que quienes más tienen sólo aspiran a amasar cantidades mayores mientras la gran mayoría no alberga siquiera aspiraciones: malvive, atrapada en una miseria vergonzante. Que esto no nos incomode y lo sigamos tapando es sólo responsabilidad nuestra, somos unos cobardes que se tapan los ojos y se atrincheran en sus suscripciones y en las cuotas de sus clubs para no ver lo que acontece fuera.

Daniel Kahneman y Angus Deaton, profesores de la Universidad de Oxford y premios Nobel de Economía, han concluido recientemente que solamente estamos a cien mil euros de alcanzar la felicidad plena. ¡Ojalá fuera así! Quiero decir, ¿se puede ser plenamente feliz con cien mil si los otros tienen muy poco o casi nada?

Dicho de otro modo, ¿podemos ser felices tan sólo por el hecho de mantenernos nuestros caprichos mientras en el mundo escasean el agua, la comida o los medicamentos básicos? Si la respuesta es mayoritariamente afirmativa (y me temo que así es), los problemas mentales a los que estamos asistiendo son solo la punta del iceberg.

Tecnología para salvarnos a todos: 100Startups Health

En este escenario draconiano yo sigo peleando por ponerme al lado de los optimistas (con Rojas Marcos) y por eso quiero destacar una iniciativa relacionada con la salud.

100Startups Health es un foro internacional que reúne las cien mejores soluciones tecnológicas del mundo de la salud en un escenario de conexiones con los principales actores: hospitales, gobiernos, profesionales sanitarios, etc. Pues bien, en 2023, en Madrid, uno de los córneres principales será el de la salud mental.

La tecnología permite hoy que los psicólogos atiendan por videollamada sin horarios y bajo la seguridad del anonimato, que la inteligencia artificial detecte, preventivamente, los síntomas de cualquier alarma asociados a nuestra salud mental o que se generen contenidos universales que ayudan a prevenir el estrés o la ansiedad.

¿Qué nos impedirá poner este arsenal de soluciones en marcha? Pues seguramente lo de siempre: la burocracia, la complejidad del sector público, las reticencias de quienes están establecidos y demás.

Pero ahora hay una gran diferencia: el sector de la salud digital corre en paralelo por una autopista privada a costes cada vez más asumibles (efecto de amortización de la tecnología) y a una rapidez vertiginosa, lo que permitirá un acceso rápido y cada vez más global.

Mientras, el sector público se seguirá preguntando qué hacer para ofrecer más servicios a sus pacientes (el tiempo de espera es inasumible) quienes innovan y emprender estarán enseñando sus soluciones a esos mismos problemas. ¿Lograrán unirse esos dos puntos?