Todo el mundo quiere que su empresa sea moderna, digital y eficiente... Lo digital es lo más importante para la mayoría, si no todos, los responsables de las organizaciones. Todo el mundo habla de qué tecnología adoptar para acelerar su negocio, y la pandemia no ha hecho más que acelerar todo esto.

Sin embargo, y tal y como lo comentaba el otro día con Ainhoa, la responsable de Personas y Cultura de Kabel, lo que tendemos a olvidar es que la ecuación de la digitalización tiene dos caras. Por un lado, está la tecnología, de la que nadie duda que es clave y que hay que tomar decisiones acertadas en este sentido para que se convierta en un verdadero habilitador y acelerador. Pero la tecnología por sí sola no puede llevarnos muy lejos.

El otro lado de la ecuación son las personas. La digitalización supone una oportunidad única para cambiar la forma de trabajar y mejorarnos como profesionales. Esto, a su vez, conlleva cambios en las operaciones internas, nuevas funciones y responsabilidades, y procesos actualizados. Fácil, ¿verdad?

Pues no, no lo es, y es que el cambio es difícil. Como seres humanos, estamos predispuestos a resistirnos al cambio. Por eso, aunque a todos nos guste la idea de un futuro digital, no queremos cambiar nosotros mismos o, peor aún, que nos obliguen a cambiar para conseguirlo.

A finales de los años 60, dos científicos estudiaron las respuestas humanas al cambio. Su trabajo, conocido como la curva del cambio de Kubler-Ross, se ha convertido en la base de la gestión moderna del cambio. Sus conclusiones demostraron que, ante un cambio, las primeras reacciones habituales son el shock, la negación y la ira. Instintivamente negamos y tememos lo desconocido que nos espera. Pero con el tiempo, y esa es la buena noticia, pasamos a aceptar e incluso abrazar el cambio.

Así pues, el verdadero secreto del éxito digital de las organizaciones no es empezar por la tecnología, sino por las personas.

En mis muchos años, uno ya tiene una edad, ayudando a diseñar e impulsar el cambio digital en algunas organizaciones, he ‘aterrizado’ una serie de enfoques que siempre recomiendo a las empresas cuando se embarcan en proyectos de transformación digital.

El primero de ellos podríamos llamarlo ‘Abrazar al usuario’. Este es el movimiento de base, la estrategia ascendente que hace que la gente se entusiasme con lo digital. Aquí la clave es centrarse totalmente en los equipos de primera línea cuyo trabajo se verá directamente afectado por la transformación digital.

· Llevad a todo el mundo en este viaje. Involucrad a los equipos desde el principio del proceso y que la comunicación sea fluida y frecuente. No temáis caer en la ‘sobrecomunicación’. Obtened información de primera mano de la primera línea y así os aseguraréis de que el equipo se siente escuchado y atendido. Demostrad que lo que dicen es importante.

· Encontrad ‘embajadores internos’ que evangelicen y lideren el cambio. Buscad a las personas que sean curiosas, que muestren voluntad de aprender y que no tengan miedo de cometer errores. Trabajad con ellos para construir los cimientos de su propia transformación digital. Por supuesto, podéis traer a personas externas de la organización, pero sin un fuerte apoyo en todos los niveles de la empresa, incluso estos expertos externos se enfrentarán a un camino realmente empinado y escarpado.

· Pensad en grande, pero empezad en pequeño. La mayor motivación en un viaje de cambio digital es ver los éxitos desde el principio, y aprovechar esos éxitos. Esto se consigue dando constantemente pequeños pasos, aprendiendo de ellos, iterando y siguiendo adelante. Querer abarcar todo el océano es una amenaza común en los proyectos de transformación digital. Intentad que las cosas sean prácticas, pequeñas y digeribles.

· Salid de PowerPoint y pasad a la práctica. Salid del modo de presentación y pasad al modo de práctica y ejecución tan pronto como podáis. E implicad a los equipos de primera línea. Probar, ensayar y aprender son las mejores formas de mostrar los resultados y de implicar activamente a las personas en el cambio, lo que a su vez va creando una mentalidad digital.

A continuación, vendría un enfoque descendente. Esto es a lo que llamo ‘Liderazgo valiente’. Este enfoque descendente debe aplicarse siempre junto con el enfoque ascendente que os decía antes para lograr el mayor impacto, y estos serían los pasos a seguir dentro de este ‘Liderazgo valiente’:

· Incorporar lo digital en la estrategia y las prioridades de la empresa. Esto parece obvio, pero si miráis a vuestro alrededor seguro que identificáis casos en los que las empresas querían ser digitales, pero las iniciativas digitales tenían que competir con todas las demás prioridades de la organización. Si queréis ver realmente todo el valor de la digitalización, tiene que ser la prioridad estratégica número 1. Todos los líderes de la organización deben estar en la misma página para contribuir al éxito del proceso.

· Comunicar el porqué. Como os decía antes, la digitalización tiene que ver con el cambio. Y para conseguir que la gente se suba al carro, hay que ganarse el corazón y la mente de todos. Eso empieza por explicar el por qué: ¿Por qué es necesario el cambio? ¿Qué urgencia tiene? Y también centrarse en los aspectos positivos: ¿Cuál es la visión de futuro? ¿Cuáles son los pasos que prevé dar en este viaje? ¿Cómo van a compensar los beneficios las molestias del cambio?

· Sed valientes. Seguramente encontraréis fricciones e incluso retrocesos en el camino de la digitalización. No pasa nada. Es importante no dejar que esta resistencia os desvíe del camino. Seguid recibiendo y asimilando el feedback y seguid mejorando, pero no perdáis de vista el camino que tenéis por delante: vuestro futuro digital. Mantened la atención en los beneficios a largo plazo, ya que superarán con creces los retos a corto plazo.

· Mostrad un compromiso real. Liderar el cambio digital requiere persistencia, tiempo y un buen equilibrio entre tolerancia y aprendizaje. Si fracasáis, probablemente tampoco tendréis éxito. Permitíos a vosotros mismos y a vuestros equipos fracasar y aprender: todo forma parte del viaje.

· Planificad para la adaptación e iteración constante, no para la consistencia. A menudo oímos eso de que las empresas planifican su transformación digital de principio a fin con gran detalle. Sí, estoy de acuerdo, pero ojo, la planificación es importante. Pero planificar con demasiada antelación puede generar una falsa sensación de control que nos haga estar desprevenidos ante los retos inesperados que surjan durante todo el proceso de transformación digital. En lugar de tratar de planificar a largo plazo, construid marcos como los bucles de retroalimentación para aprender continuamente de éstos y aplicar esos hallazgos en los siguientes pasos del proceso.

Tened clara una cosa: la ‘magia digital’ se produce cuando sois capaces de aprovechar el potencial de una tecnología determinada para resolver problemas clave de vuestro negocio y, al mismo tiempo, es capaz de empoderar y mejorar a vuestros equipos. Y, no lo dudéis, construir una cultura que se adapte fácilmente al cambio revolucionará vuestras organizaciones. ¿Empezamos?