A medida que cumples años te das cuenta de que las cosas no son blancas o negras, sino que tienen muchos matices de tonos grises. Quizás porque vas entendiendo que todo está interconectado y que la complejidad del todo es más difícil que la simpleza de la particularidad idílica.

Dicho esto, vaya por delante que el Gobierno ha dado un gran paso en aprobar la Ley de Startups. Al menos ya hay ley. Ya partimos de un algo, aunque sea con un retraso de tres años desde que se inició el debate con el sector y pese a que en muchos ámbitos ha sido un quiero y no puedo. Un no puedo, porque no tengo dinero o no tengo confianza.

Y en paralelo, en el ámbito de las grandes compañías del sector tecnológico, también se han dado grandes pasos, aunque quedan muchos asuntos pendientes, como se escuchó esta semana en el evento de una de las dos patronales del sector, Digitales.

Si lo vemos todo como un conjunto, el resumen podría ser el del titular de esta columna, al Gobierno le falta confianza en el sector digital. Su misión debería ser despejar todas las trabas para que el camino de la inversión, de la entrada de dinero, de la creación de empleo, estuviese libre para que todos corran en esa dirección. 

Sobre todo porque es el momento. Lo digital no es un sector. Lo que hoy vemos como una parte de la economía, en unos años se habrá difuminado y será el todo. Hay grandes perspectivas, mucha demanda, dinero interesado, crecimiento a la vista,... pero competimos con otros lugares donde las condiciones son mucho mejores.

Porque como indicaba esta semana en D+I el presidente de HP España, José María de la Torre, "estamos ante una revolución industrial que no se mide por la misma vara que las anteriores. Los inhibidores de entrada del siglo pasado, como las materias primas, ya no aplican en este caso. El verdadero reto ahora mismo: ejecutar el plan bien y rápido". De la Torre acababa refiriéndose al plan de los Next Generation. 

El lastre de la Seguridad Social

En este resumen semanal de lo mejor de Disruptores e Innovadores (D+I), la Ley de Startups tiene un punto central. Hoy podrán leer en un artículo contiguo las reacciones del sector. En breve veremos al Gobierno venderla en Silicon Valley como una ley para atraer talento. Es cierto que se han cambiado asuntos para la inversión extranjera que eran una traba local que frenaba muchas decisiones. 

Pero no podemos mirar sólo lo que hemos hecho, sin compararlo con las condiciones que tienen las startups en el resto de países. Uno de los grandes problemas de España es su régimen de Seguridad Social. No entro ya en su concepto o la fórmula de gestionarlo. Sino en su voracidad recaudatoria. Si quieren tener contribuyentes, deben abrirles una puerta que invite a entrar, no un muro infranqueable en muchos casos.

En la Ley de Startups una de las grandes ausencias es esa. Se empieza a cotizar desde el minuto uno aun sin tener ingresos. Son empresas que precisan mano de obra que durante meses no genera ingresos y durante años, ni beneficios. ¿Por qué castigan a quien crea empleo de la nada? Si no un premio, al menos merece un voto de confianza.

Y algo similar ocurre con los beneficios fiscales a 5 años propuestos por la ley. En cinco años una startup solo logra estabilizar al paciente. Si sobrevive, como mucho tras un lustro empieza a funcionar realmente como una empresa.

¿Y por qué la ley impide que un emprendedor pueda beneficiarse de las ventajas si ya ha fundado otra stratup? En muchos casos esa segunda startup es la rectificación de los fallos de la primera. En EEUU y también en España sabemos que casi todos los que consolidan una empresa no han acertado a la primera. Pero se han levantado y vuelto a andar el camino sin cometer los mismos fallos. ¿Por qué el Gobierno sólo da una oportunidad?

El país de los impuestos

No voy a entrar en el debate de los impuestos, aunque vaya por delante que soy de los que piensa que mientras el sector privado mira todos los días su productividad, en el público nadie la vigila. La solución siempre son más impuestos y más gasto. La administración es una empresa más, que debe estar lo mejor gestionada posible, ser lo más eficiente con los mínimos recursos, porque los que detraes del sector privado crean menos riqueza.

Esta semana D+I ha hecho un amplio seguimiento del DigitalES Summit. A diferencia de antaño, el tono ha sido más conciliador. Una de las conclusiones es la gran necesidad de formación en competencias digitales. Tanto en las carreras STEM como en el reskilling. Pero también en este foro una de las peticiones de las grandes tecnológicas ha sido la de que la administración facilite las cosas. En su crónica final del sábado, Alfonso Muñoz resumía así las reivindicaciones: España es el país de Europa donde más impuestos pagan las 'telco', han comentado, mismas reglas de juego para todos los actores de mercado o nuevas normas de competencia que favorezcan la inversión, la concentración de empresas y la compartición de infraestructuras.

Revisión de la administración

No es una cuestión de colores políticos. Es una inercia de los tiempos y del sistema administrativo que hemos creado. Hay que revisarlo como se están revisando los procesos de las empresas. Seamos realistas, para los ciudadanos y las empresas, no hay tanta diferencia en la gestión de PSOE y PP, afortunadamente para la seguridad jurídica y estabilidad del país. Miren el ejemplo de Murcia que les contaba D+I el jueves.

El gobierno de la Región de Murcia tiene 140 aplicaciones diferentes para que los ciudadanos realicen sus trámites, con 70 tecnologías distintas. Vamos, un caos. El director de Transformación Digital, Javier Martínez Gilabert, hablaba muy clarito: "Aunque no sea un término apropiado, nuestros ciudadanos son nuestros clientes ...el ciudadano tiene que estar en el centro, hay que pensar en su experiencia de usuario, hacérselo fácil... La digitalización consiste en hacernos la vida más fácil... Nuestra visión es que en el futuro los niveles de prosperidad se van a medir a su vez en función de los niveles de digitalización". Pues si es capaz de hacer realidad lo que dice, ahí tiene el PP un buen activo.

La inversión

Por lo demás, la semana ha sido como todas un cúmulo de lanzamientos y reflexiones, una efervescencia de lo digital. Para concluir con el resumen semanal, cinco temas a considerar.

El primero, que confirma lo anterior, es el estudio de Gartner de dónde van a invertir las empresas. El 70% tiene intención de aumentar el gasto en tecnología. Pero no es la mayor apuesta. La que lidera el ranking, con el 82% de los CFO encuestados, es la inversión en capacidades digitales de sus plantillas. El reciclaje de todos.

Y empiezan a surgir nichos muy concretos, hechos a medida de las necesidades, con ofertas co-creadas entre formadores, entidades sectoriales y especialistas en digitalización, como el que lanza la Politécnica de Valencia con la Fundación del Puerto de Valencia e Inndux (co editora de D+I). El primer título on line para digitalización del sector logístico-portuario.

Otra de las tendencias del momento es el alquiler en sustitución de la venta. Lo hemos comentado muchas veces en estas páginas, pero cuando son los grandes quienes dan un paso de este tipo, crean escuela. Hewlett Packard en todo el negocio de la nube y sus ramificaciones va a hacia el as a service como estrategia general. Buena parte de la tecnología va a ser un servicio, no un producto de venta.

Si quieren saber hacia dónde van las tendencias en otro ámbito, en la publicidad y el marketing, les recomiendo lo que ha presentado The Valley. Un recorrido virtual de cómo será la futura publicidad disruptiva que les contaba D+I el sábado. 

La buena noticia es que será inteligente, ágil, omnipresente, intuitiva, virtual, experiencial, personalizada y gamificada. La mala es que será abrumadoramente ubicua, intrusiva, fisgona y cotilla de tus datos antropométricos y personales, los cuales irá recopilando casi sin que te enteres, para plantarte ante las narices un árbol del anunciante que no te deje ver el resto del bosque.

Y como disrupción de la semana, me quedo con el frigorífico que no precisa de conexión a la red eléctrica y que ya ha abierto los ojos del Banco Mundial. Lo ha creado una startup española, BiofreshTech. Su tecnología de acumulación térmica logra climatizar un ambiente (nevera, cámara frigorífica, vehículo o edificio) de manera autónoma, a la temperatura deseada y sin conexión eléctrica durante más de cinco días.

Tenemos muchos temores a la tecnología, habrá aspectos que nos incomoden como esa publicidad intrusiva y fisgona, pero con todo el balance será de un gran paso hacia un mundo mejor. Seguramente tendrá razón el director de Transformación Digital de Murcia cuando vaticina que nuestros niveles de prosperidad se van a medir por nuestro nivel de digitalización.

Si conseguimos difundir el mensaje, quizás los gobiernos despejen los caminos a la inversión digital y confíen más en el sector. Al fin y al cabo en esta reconstrucción de la economía en la que la medalla se la ponen casi siempre los políticos, pero trabaja sobre todo el sector privado, como mínimo es cuestión de dos partes. Luego debemos si no arriesgar, sí al menos aportar las dos partes. Es decir, facilitar la inversión digital a los grandes y no lastrar con la Seguridad Social a los pequeños... ¿Y por qué no?

** Rafa Navarro es editor de D+I y CEO de Inndux.