En las últimas cinco décadas, la impresión 3D ha evolucionado desde la creación de prototipos funcionales o estéticos a la fabricación de productos de gran precisión dentro del mundo industrial. Se puede definir la impresión 3D como uno de varios procesos en los que el material se une o se solidifica bajo el control informático para crear un objeto tridimensional.

La impresión 3D ayuda a crear diseños complejos que son difíciles de hacer a través de métodos tradicionales. También permite ahorrar enormes cantidades de tiempo durante las etapas de diseño y desarrollo del producto. Algunos sectores de interés incluyen industrial, salud, automoción, aeroespacial y militar.

En un estudio desarrollado por Deloitte, Singularity University y Compete, titulado Exponential technologies in manufacturing [Las tecnologías exponenciales en la fabricación] se estima que el gasto en impresión 3D aumentará desde los 13.000 de dólares en el año 2016 hasta los 36.000 para el año 2021.

La impresión 3D se ha conectado con el mundo de la innovación y el emprendimiento ya que es una tecnología exponencial muy útil para la producción de pruebas de conceptos (POC) y productos mínimos viables (PMV) dentro de los niveles de madurez de la tecnología.