El aprendizaje musical da un paso más allá de la mano del big data, la inteligencia artificial y la computación cognitiva. El reto es que la sociedad vea “la música no solo arte, sino como una fuente de conocimiento para mejorar nuestra competitividad a la hora de desarrollar nuestras habilidad cognitivas”. Esta la filosofía del ‘método Sáncal’ desarrollado por tres jóvenes: Marián Sánchez, Ángel Yorca y David Ríos.   

Big data y 'machine learning' para unir neurociencia y música

¿Qué tienen que ver la música, la neurociencia y la tecnología? Son los ingredientes de este coctel elaborado por Sánchez, Yorca y Ríos para llevar el aprendizaje musical a un segundo nivel: “una nueva forma de enseñanza, adecuada a los nuevos tiempos y basada en el conocimiento”, explica a INNOVADORES Marián Sánchez, CEO y fundadora de Método Sáncal.

El piano es la clave sobre la que gira este “entrenamiento cognitivo”, un instrumento a partir del cual han desarrollado una plataforma online, basada en tecnología big data y machine learning. “Hemos creado una serie de algoritmos para recopilar todos los datos de las clases prácticas de nuestros alumnos, que utilizan el piano digital, conectado bien al ordenador, bien a la tableta”. Esta información se analiza para ver la evolución del alumno/paciente y poder adecuar el tratamiento y el aprendizaje según su desarrollo y así ofrecerle contenidos personalizados.

Para conseguir estos análisis en tiempo real y personalizados en cada alumno, es necesario un equipo multidisciplinar, en el que no solo hay músicos, sino también neurólogos e ingenieros informáticos.  

Aprender a tocar un instrumento es fundamental en nuestro desarrollo

“Utilizamos el piano como herramienta de nuestra metodología, porque sabemos cómo repercute el aprendizaje de un instrumento en cada etapa de la vida” y, según las necesidades cognitivas de cada persona –que se conocen tras realizar un perfil neuropsicológico–, se preparan las clases para desarrollar una o varias de estas cinco habilidades: percepción; atención; memoria; razonamiento; y la coordinación motora. Todo basado en lenguaje musical.                       

El piano para trabajar la motricidad

A través de esta plataforma propia, el equipo de Sánchez también está trabajando en proyectos centrados en determinadas patologías. Así, destaca el brazalete, desarrollado por los canadienses de Thalmic Labs y que sus ingenieros han adaptado para que pacientes con ictus y con daños cerebrales con secuelas motoras trabajen en mejorar su motricidad con la ayuda del piano.

Este brazalete, denominado Myo, detecta los impulsos eléctricos de los movimientos del brazo y, a través de bluetooth, se conecta con el ordenador del alumno para integrarse en la plataforma.

Disruptores 30

“Está pensado para las personas con impedimentos en motricidad fina, por lo que no pueden hacer movimientos diferentes con los dedos de la mano, gracias al brazalete pueden tocar el piano: por ejemplo, un giro del antebrazo a la derecha es la nota Do y hacia el otro lado es la Re, apretar el puño es Mi… Se puede particularizar cada movimiento según el grado de motricidad”. El objetivo es que toque el piano y a través de estos movimientos trabaje su movilidad, subraya Sánchez, que recuerda que es la primera aplicación musical que se le da a este brazalete.

En desarrollo

En estos momentos el equipo de Sáncal está concluyendo la implementación de un proyecto, pensando en niños con parálisis cerebral, que trabaja aunando la realidad aumentada con proyectores cenitales y sensores del movimiento. “El proyector se pone encima del piano para hacer más interactivas las clases presenciales: si da una nota mal, el proyecto a través del movimiento sabe que no es la nota correcta y a través de la realidad aumentada lleva al niño a la nota correcta, con lo que se mejora el feedback que recibe de la plataforma”.