En la Global Robot Expo de lo que más se habló es de Industria 4.0, virtualización y sensores, como en el caso de Altran. En su ejemplo de fábrica robotizada se interactúa utilizando dedales hápticos, que transmiten sensaciones a los dedos. "Aquí no estamos conectados a una fábrica real", aclara Miguel Arjona, director de I+D, "pero sí está funcionando".

Un usuario se puede colocar hasta 10 dedales, uno en cada dedo, para interactuar con pleno sentido del tacto con sensores y pantallas de información en el mundo virtual y accionar en modo remoto, en el mundo físico, brazos robóticos y otras herramientas situados en la factoría real.

Altran mostró también en el evento un nuevo modelo de generador eólico con aspas verticales que pueden apilar módulos en una misma torre, hasta tres bloques de aspas y dos rotores que generan energía. Se puede controlar con sensores de vibraciones. Junto a él exhibía un modelo del proyecto Hyperloop de estudiantes de la Universidad Politécnica de Valencia.

La tendencia robótica real se mueve sobre todo entre juguetes educativos, drones y brazos articulados, como el de Macco Robotics, capaz de preparar un combinado de licores, pero no de lanzar al aire las botellas como hacía Tom Cruise en Cocktail. Con más movilidad, el mismo stand mostró un carrito de la compra que te sigue por toda la tienda como un perrillo fiel. Ya funciona en Francia y puede venir a España, a Carrefour.

Aunque el primer impacto en la Global Robot Expo de Madrid fuera un panel con las tres leyes de Asimov, la realidad es que los robots antropomórficos, humanoides e inteligentes que imaginaba el escritor parecen aún muy lejanos.

A cambio, el impacto mayor lo produce una luminosa sonrisa muy humana que hace que se encoja el corazón.

Berta Legido es una valiente mujer con la médula seccionada, cuyas piernas paralizadas y atróficas no pueden sostenerla. Va en silla de ruedas. Aguarda con paciencia mientras su fisioterapeuta le ajusta correas y arneses y luego, con extraordinaria presencia de ánimo, se apoya en sus muletas, se levanta por sí misma y empieza a caminar con un exoesqueleto Ekso GT, fabricado por la estadounidense Ekso Bionics y traído a España por Rebiotex.

"Lo que más me gusta es poder volver a mirar a la gente a los ojos", confiesa Legido, para describir sus sentimientos hacia esa prótesis robótica con articulaciones motorizadas. Aunque su canción debería ser una versión agridulce del tema de Nancy Sinatra: "Estas piernas no están hechas para caminar...".

"No están preparadas para la movilidad, para andar por la calle y superar los obstáculos que te encuentras", explican en el stand. Ekso GT "es para la rehabilitación de pacientes". Por eso la fisioterapeuta la sigue como su sombra, monitorizando los controles que lleva en una mochila a la espalda. "Sirve, por ejemplo, para rehabilitar daños causados por accidentes neurológicos o por traumatismos, que pueden dejar medio cuerpo paralizado (hemiplejia) y luego se recupera. Entonces hay que reeducar los miembros y recuperar la funcionalidad".

El exoesqueleto cuesta 120.000 euros, pueden usarlo pacientes con tallas desde 1,50 hasta 1,96 y se tarda unos 10 minutos en adaptarlo a cada persona. En España lo tienen nueve hospitales o fundaciones privados. "Esperamos que a final de año lo tenga también un hospital público. A los médicos, cuando lo ven actuar, les encanta".