Tecnológicas

La Inteligencia Artificial no podrá con la Filosofía

La Inteligencia Artificial empieza a salir del cajón. Con más de 60 años a sus espaldas, por fin, ha llegado su momento. Tres son los principales motivos de esta explosión: los algoritmos están más avanzados que nunca, la potencia y el rendimiento de computación de los procesadores (el hardware) han alcanzado su máximo nivel y ahora hay más disponibilidad de datos gracias al Big Data.  

27 febrero, 2018 09:36

La información constante que envían las personas (a través de sus teléfonos y 'wearables') y los objetos (por el Internet de las Cosas) permite entrenar a las máquinas para que piensen como lo haría un ser humano e, incluso, puedan aprender por sí solas. Las grandes compañías son las primeras en incorporar esta tecnología a servicios reales. Una de las vías más populares son los 'chatbots' o robots conversacionales, sobre todo después de que Mark Zuckerberg anunciase el pasado mes de abril el interés de Facebook por esta herramienta. Estos 'cerebros' nacieron con el objetivo de sustituir los 'call centers', pero ya se está demostrando que pueden ir mucho más allá. Y es que no sólo son capaces de comunicarse con los clientes, sino de anticiparse a sus necesidades (basándose en su historial de datos). Un ejemplo de su potencial es el que Baidu, el buscador más grande de China, pretende crear con su nuevo chatbot Melody, capaz de conectar con pacientes, hacer consultas médicas y sugerir diagnósticos a los profesionales.

eBay también ha apostado por los bots con ShopBot, un asistente de compras para Facebook Messenger que puede ayudar al cliente a encontrar el producto que desea comprar. Mientras que en España, Telefónica I+D está liderando este movimiento. Su apuesta ha sido la de integrar su herramienta de Inteligencia Artificial dentro de la plataforma colaborativa Slack para que sus empleados puedan preguntarle cuestiones relacionadas con los propios proyectos de innovación de la compañía. 

La era de la Inteligencia Artificial no ha hecho más que empezar. Sólo es cuestión de tiempo. Y es que esta tecnología encaja a la perfección en el puzzle de la Industria 4.0, donde las fábricas son más autónomas y flexibles. Que IBM quiera potenciar el uso del mayor 'cerebro' artificial del mundo, su supercomputador Watson, en las cadenas de suministro es un anticipo del poder de la integración de las capacidades cognitivas en los sectores tradicionales. Una cognitividad que salta hasta el Internet de las Cosas.

Si hasta ahora, los esfuerzos de la industria se centraban en conectar el mayor número de objetos posible (desde ciudades hasta hogares), el objetivo ahora es que estas 'cosas' sean lo más inteligentes posible. Un camino en el que Dell y Toshiba llevan la iniciativa. Juntos han creado la primera plataforma de pruebas de aprendizaje profundo, que ya ha sido aprobada por el Consorcio de Internet Industrial. 

¿Dónde queda el humano en este escenario en el que cada objeto de la vida diaria es capaz de razonar por sí solo? El Foro Económico Mundial es optimista. A su juicio, la Cuarta Revolución Industrial traerá consigo la Primera Revolución del talento. Quédense con esta clave: "Hará falta especialistas, pero también filósofos".