Exterior de la sede de Braun en Kronberg (Alemania), donde también está su centro de innovación.

Exterior de la sede de Braun en Kronberg (Alemania), donde también está su centro de innovación.

Gran Empresa POR DENTRO

Dentro de uno de los mayores imperios de la industria del cuidado personal que empezó fabricando tocadiscos

D+I - EL ESPAÑOL visita el centro de innovación de Braun en Alemania, donde desarrollan todos los productos de la firma de la mano de ingenieros, diseñadores y científicos de datos. 

4 febrero, 2024 03:43
Frankfurt (Alemania)

A pocos kilómetros de la ciudad donde nació hace ya más de un siglo, continúa la sede de una de las empresas de cuidado personal más longevas del mundo. Y eso a pesar de sus inicios, más relacionados con el entretenimiento que con tratamientos cosméticos. El ingeniero Max Braun inició su negocio en 1921 en Frankfurt (Alemania) fabricando componentes para radio, para poco después dar el salto al diseño y desarrollo completo de estos aparatos.

Esto explica que en la entrada del centro de innovación de esta compañía centenaria, ahora localizada en Kronberg, puedan contemplarse algunas de esas radios e incluso tocadiscos. No fue hasta 1950 cuando Braun lanzó su primer producto de belleza: una afeitadora eléctrica –cuya producción se retrasó por culpa de la II Guerra Mundial– y con una innovación que hoy día sigue empleándose en una versión mejorada: una lámina de acero ultrafina y oscilante.

Poco después de ese lanzamiento, y tras la muerte inesperada del fundador, sus hijos, y también herederos, decidieron dar un cambio de rumbo y prestar más atención a los diseños. Tanto, que parte de ellos pasaron a formar parte de colecciones permanentes como la del MoMa, el museo de arte moderno de Nueva York, y han recibido múltiples premios.

Diseñando para innovar

Al tiempo que esto ocurría, en los años 60 las afeitadoras se convirtieron en el principal negocio de Braun. Más tarde lanzaron productos para el hogar, procesadores de alimentos, batidoras, artículos para el cuidado del cabello, relojes e incluso calculadoras. Y todos exigían un diseño centrado en la ergonomía y facilidad de uso. En los 80 dieron por terminada su línea de Alta Fidelidad y en los 90 abordaron dos nuevos mercados: cepillos dentales eléctricos y depilación femenina.

Esta última es actualmente uno de sus cuatro segmentos de negocio principales, junto al ya más que consolidado afeitado masculino, el de cuidado del cabello, y al conocido cocina y hogar con marcas tan reconocibles como Miniprimer.

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Uno de los tocadiscos de Braun tras el cambio en su línea de diseño.

Uno de los tocadiscos de Braun tras el cambio en su línea de diseño.

A pesar de que la estadounidense Procter & Gamble (P&G) adquirió Braun en 2005, el desarrollo de sus productos se mantiene en el país germano. En un campus de 216.400 m² y 13 edificios acristalados donde trabajan alrededor de 850 personas y en el que también se ubica el centro de innovación de la marca. Entre los trabajadores no sólo hay diseñadores e ingenieros, también científicos de datos que forman parte del equipo de I+D.

“Para cada uno de nuestros productos realizamos investigaciones muy exhaustivas para conocer qué problemas tienen los consumidores y decidir qué tecnologías pueden ayudar a resolverlos”, asegura en entrevista con D+I – EL ESPAÑOL Annette Friedrich, ingeniera química y una de las científicas principales del área de investigación y desarrollo de Braun.

Traducir sensaciones a datos

El encuentro tiene lugar durante una visita a estas instalaciones, de las que el grupo de periodistas internacionales invitados sólo podemos acceder a una pequeña parte y con la prohibición de tomar fotos para evitar que los secretos de esta compañía lleguen a la competencia.

No hay que perder de vista que la industria de la belleza (definida como cuidado de la piel, fragancias, maquillaje y cuidado del cabello) generó aproximadamente 430 mil millones de euros en ingresos en 2022 y se espera que alcance aproximadamente 580 mil millones para 2027, con un crecimiento del 6% anual, según estimaciones del McKinsey.

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Frente a la presión por alcanzar resultados en un mercado tan competitivo,  Friedrich afirma que no se dejan llevar por las tendencias, sino que buscan “comprender las necesidades y expectativas de los usuarios”. Explica que sus procesos de desarrollo comienzan “con una fase de investigación para saber lo que experimentan los consumidores con los productos existentes en el mercado”. Lo que también incluye los de otras marcas.

Para ello, tienen habilitadas algunas salas donde reproducen entornos reales –incluido un cuarto de baño– en las que se organizan grupos de trabajo. Aquí los usuarios prueban los artículos a ciegas y comparten sus sensaciones, que son validadas de forma objetiva utilizando diferentes metodologías.

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“Desde un punto de vista técnico, se busca traducir las experiencias de los consumidores. Nos enfrentamos al desafío de convertir comentarios subjetivos, como "me duele la piel" o "siento sequedad", en datos técnicos que permitan desarrollar productos efectivos. La clave radica en entender la fisiología de la piel y del cabello en distintas situaciones de la vida del consumidor”, detalla Ilaria Ambrogio, directora de proyectos en el departamento de analítica de datos.

Las pruebas incluyen análisis de imágenes de alta resolución para medir cambios en la piel antes y después de tratamientos específicos, así como la evaluación de la densidad y tasa de crecimiento del vello en diferentes partes del cuerpo y tipos de personas. La toma de decisiones se basa en pruebas analíticas y mediciones objetivas, combinadas con entrevistas cualitativas y cuantitativas con los consumidores.

Tecnologías resolutivas e innovadoras

Identificado el problema, “buscamos tecnologías que no sólo ofrezcan soluciones, sino que también aporten innovaciones significativas al mercado”, apunta Friedrich. Es aquí cuando trabajan con prototipos.“Dependiendo de la complejidad del dispositivo, su creación puede presentar desafíos que requieren de una importante inversión de tiempo y de recursos económicos”.

Es en esta fase del proceso cuando entran en juego diferentes técnicas. En uno de los laboratorios fabrican réplicas de los productos utilizando impresión 3D o tecnologías aditivas, que rematan a mano para después ir perfeccionándose hasta conseguir un dispositivo idéntico al real, pero sin los componentes electrónicos.

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Esta periodista pudo comprobar que al tocar el original y la copia no se percibe la diferencia, ni en el peso ni en las texturas de los materiales. Desarrollar una de estas piezas puede costar entre 7.000 y 10.000 €, mucho más que el producto que finalmente se pondrá en el mercado.

También descubrimos cómo, en la etapa inicial, la marca utiliza cámaras y marcadores reflectantes colocados estratégicamente en el cuerpo de una modelo para analizar minuciosamente sus dispositivos, “revelando detalles invisibles a simple vista”, desvela la ingeniera y responsable I+D de Braun Franquicias, Ella Petrovic.

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Para ello, emplean desde hace cinco años una tecnología de reflexión con 14 cámaras, 11 dirigidas a la piel y tres al dispositivo para capturar cada ángulo. Este sistema de realidad virtual muestra un avatar y sus movimientos. Los usuarios calibran el dispositivo y ejecutan la aplicación, lo que permite observar no sólo cómo lo utilizan, también recopilar los datos detrás de cada movimiento. Además, la sala de observación, equipada con transmisión en vivo, permite analizar en tiempo real el rendimiento del producto.

Con ello “buscamos mejorar continuamente los productos, ajustándonos a las necesidades y percepciones reales de los consumidores, y que no sólo sean efectivos científicamente, sino también estéticamente atractivos”, añade Annette Friedrich, quien en la entrevista con D+I-EL ESPAÑOL menciona la importancia de que los departamentos de I+D, marketing y diseño trabajen de forma conjunta.

Junto a los datos recogidos en la sala de simulación y los obtenidos tras encuestar a los clientes, ahora también van a empezar a añadir los que obtienen a través de una aplicación, de momento sólo disponible en su último producto: la nueva depiladora con tecnología de luz pulsada (IPL, por sus siglas en inglés). Una app que no sólo posibilita los tratamientos personalizados, también recopila datos que “alimentan un sistema de aprendizaje continuo para el desarrollo de futuros dispositivos e innovaciones”.

La última innovación (en digitalización)

Esta semana, Braun ha presentado el último de los productos que ha puesto en el mercado, la depiladora Skin i·expert, resultado de cinco años de dedicación a la investigación y desarrollo. Annette Friedrich, ingeniera química y una de las científicas principales en el área de I+D, califica este logro como un "desarrollo rápido" comparado con los estándares temporales que manejan.

"Hemos creado desde cero un producto digital y una plataforma en un un terreno totalmente nuevo para nosotros". Destaca su "total conectividad", marcando un avance significativo en la digitalización e innovación este campo del cuidado personal.

Además de las funciones propias de esta gama de dispositivos, la tecnología integrada también aprende y se adapta a las necesidades específicas de cada usuario. Ofrece información personalizada en tiempo real, considerando factores como el tipo de piel o el ángulo de manejo seleccionado.