Introducir la impresión 3D en metal no solo en el mercado industrial, sino también en la educación. Este es el ambicioso objetivo de Amador García, José Félix Torre y Jon Martínez, los fundadores de la startup SamyLabs, que el próximo año comercializará sus propias máquinas. “Desarrollamos nuestro propio software de laminación y nuestro sistema láser para ser más competitivos”, explica a INNOVADORES Jon Martínez.

La historia de esta startup vasca, que va a ser la primera empresa española en fabricar impresoras 3D en metal, empieza como un hobby como el que tiene cualquier joven que empieza a experimentar con las populares impresoras 3D, las de hilo. “Hace cinco años un cliente de Amador, que entonces tenía una empresa de inyección de caucho, le pidió una serie de marcados y en aquellos momentos las marcadoras láser eran muy caras y nos lanzamos a desarrollar nuestra propia marcadora láser”. Así adquirieron el conocimiento para montar y administrar sistemas láser, que unido a la experiencia en robótica y en 3D de Martínez, les otorgaban todas las capacidades técnicas para seguir avanzando.

En 2016 en la Bienal de Máquina Herramienta se encontraron por primera vez con varias impresoras 3D en metal y les llamó la atención “lo caras que eran y que en España no hubiera nadie haciendo esta tecnología y nos vimos capaces de desarrollarla”. Así empezaron los primeros experimentos de SamyLabs.

Con los primeros 30.000 euros recibidos de una subvención para jóvenes empresas, los fundadores compraron los elementos para crear un sistema láser más potente. Así, en solo un año, pudieron montar su segundo prototipo, ya funcional, con 250 vatios, que era “capaz de imprimir en metal dentro de lo que cabe bien”.

Con este prototipo lo que queríamos demostrar era que “tres personas de aquí hemos sido capaces de desarrollar una tecnología que tienen muy pocas multinacionales en el mundo”. Fue en este momento, cuando aparecieron los inversores y el interés por el trabajo de esta startup vasca, cuando se lanzaron a crear un prototipo comercial, es decir “industrializar el funcional para intentar sacarlo al mercado”.

Para poder dar este salto, Martínez cuenta que decidieron apostar por un socio industrial que ya tuviera controlada toda la infraestructura necesaria, como la fabricación, la comercialización y el soporte técnico, como ONA Electroerosion. De este modo, desde SamyLabs se centrarían solo en el desarrollo tecnológico. ¿Por qué una empresa de electroerosión como socio? “Dentro de las técnicas de máquina herramienta convencionales, la electroerosión tiene mucho que ver con la fabricación aditiva”.

Con este nuevo socio, en la Bienal de Máquina Herramienta de 2018 ya han presentado el primer modelo industrializado de impresora 3D en metal. “Nos hemos puesto manos a la obra ya para poder comercializarlo y conseguir todas las certificaciones para lanzar el 2019 el primer modelo comercial”, explica Martínez.

Cómo funciona una impresora 3D en metal

Martínez señala que la técnica de fabricación en metal que utilizan los modelos de SamyLabs es SLM. “Echamos una fina capa de polvo en un aspersor para cubrir el cilindro que imprime la pieza y con un láser se funden las partes que interesan con las capas de abajo, con lo que la pieza se va sumergiendo en la piscina de polvo”.

Desarrollar una impresora 3D en metal es más complicado porque las capas de polvo de metal son de entre 20 y 50 micrómetros a diferencia de la impresión en hilo que son capas de unas décimas de milímetro. Además, al imprimir en metal no solo se hace el contorno de las piezas, sino también el relleno de las mismas.

Otro de los hándicaps que tiene la impresión en metal son las tensiones que se generan en la materia prima. “Cuando se enfría una soldadura se contrae la pieza y se generan unas tensiones que pueden provocar que se agriete, se doble o se rompa la pieza. Por eso una de las ventajas competitivas que tenemos es el desarrollo de nuestro propio software de laminación y nuestro sistema láser”.

Martínez subraya que “con un software de terceros tienes las manos atadas, por eso el desarrollo tecnológico propio es clave para poder hacer frente a todos los cálculos necesarios”. Además, incide, así se podrán dar precios más competitivos.

Sectores industriales y de formación

La tecnología SLM está enfocada a piezas pequeñas complejas, por lo que SamyLabs quiere centrarse en sectores como el de salud, sobre todo las área médico-dental y protésica. “El proceso es muy manual y tedioso, pero si cuentas con una impresora 3D en metal puedes hacer una tirada 50 implantes en unas pocas horas”.

El sector industrial también es importante tanto para hacer moldes como para fabricar injertos de moldes. La “flexibilidad” es la gran ventaja que ofrece esta impresora a las industrial, ya que en una sola noche pueden hacer estos moldes más complejos, con lo que la productividad no se ve tan afectada.

El tercer foco en el que se quiere centrar SamyLabs es el educativo. “En los centros de formación profesional, en las universidades y centros tecnológicos es fácil encontrar impresoras 3D de hilo, pero es más complicado encontrar impresoras 3D en metal, solamente por el precio que tiene”. Para afrontar este nicho de mercado, Martínez señala que van a ser muy competitivos en precio, porque el objetivo es “introducir esta tecnología en la educación”.