Las claves
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Nos encontramos en plena transición hacia un modelo energético más limpio y sostenible. Descarbonizar la economía implica aplicar diversos enfoques según el sector y, en este contexto, los gases renovables se han posicionado como una de las soluciones más prometedoras en ámbitos diversos. Y no solo en el futuro: ya son una realidad.
Esta categoría, dentro de la cual se enmarcan tanto el biometano como el hidrógeno verde, ofrece una alternativa que no genera emisiones y que, por tanto, constituye una diferencia trascendental frente a otras energías.
Aunque el hidrógeno verde aún tiene recorrido por delante para implantarse de forma masiva, el biogás o gas verde es ya una realidad y ya forma parte del mix energético que utilizamos actualmente. Además, su producción también tiene un valor añadido al ser uno de los ejemplos más evidentes —y prácticos— de economía circular. Esto es así porque la materia prima de la que se obtiene este biogás no es otra cosa que los desechos de la actividad humana: residuos urbanos, industriales o subproductos de la depuración de aguas residuales; también se emplean restos de explotaciones agrícolas y ganaderas.
Por otra parte, la compatibilidad total con respecto al gas tradicional, en cuanto a propiedades y características, trae otra ventaja a nivel estructural: la posibilidad de hacer uso de las instalaciones actuales —red, maquinaria, etc.— e incluso de las calderas que tenemos en el hogar. Es decir, es una solución inmediata, eficaz y económicamente viable para avanzar en la transición energética.
España, un país muy bien posicionado para el gas verde
Esto constituye una buena noticia para profundizar en la implantación de esta energía renovable, en la que Nedgia, distribuidora de gas del grupo Naturgy, desempeña un papel estratégico en nuestro país.
Nedgia posee una red de más de 60.000 kilómetros de tuberías, con la que puede hacer llegar gas verde a más de 5,5 millones de consumidores distribuidos en 1.150 municipios de diez comunidades autónomas. En esta red se concentra actualmente el 80% del potencial nacional de gas verde.
Se trata de cifras que irán aumentando en el futuro. De hecho, la empresa ha firmado ya 90 contratos de inyección de biometano, alcanzando una capacidad de 5.025 GWh/año, lo que multiplica por trece el volumen actual. En la actualidad existen 13 plantas de producción conectadas a su red, de las cuales cinco han comenzado a inyectar gas este mismo año.
Para Raúl Suárez, consejero delegado de Nedgia, “solo con un 30% del potencial de biometano que tiene España podríamos descarbonizar todo el parque de viviendas sin que los propietarios tuvieran que realizar ninguna inversión”.
Retos regulatorios
La red de gas natural constituye una de las infraestructuras energéticas más eficientes del país. Garantizar una retribución adecuada para su mantenimiento, modernización y expansión es fundamental para asegurar su sostenibilidad a largo plazo y permitir la integración progresiva de los gases renovables. Un modelo retributivo equilibrado no solo fortalece la seguridad del suministro, sino que también facilita la hibridación con otras fuentes renovables, favoreciendo la estabilidad del sistema energético.
El desarrollo del gas renovable en España, sin embargo, enfrenta retos regulatorios y económicos. A pesar del crecimiento registrado en 2024, el biometano necesita mecanismos de apoyo estables, similares a los que existen en otros países europeos. En Francia, por ejemplo, el número de plantas operativas ha pasado de 44 en 2017 a más de 700 en 2024, con una capacidad de inyección superior a 13.200 GWh.
España posee, no obstante, un enorme potencial: según SEDIGAS, podría producir 163 TWh/año de biometano, equivalentes al 40% de la demanda nacional de gas natural. Este volumen permitiría descarbonizar la totalidad del consumo doméstico y el 62% del consumo industrial, además de evitar la emisión de 8,3 millones de toneladas de metano que, de otro modo, se liberarían por la descomposición de los residuos. Asimismo, el desarrollo de este potencial supondría un ahorro de hasta 4.000 millones de euros anuales en importaciones energéticas.
Fuente estable de 'materia prima'
Planta de generación de gas verde de Cabanillas.
De alguna manera, el desarrollo de este potencial se perfila como una de las soluciones más sencillas ante el “trilema energético”. Este concepto hace alusión a los tres grandes frentes del ecosistema de la energía: permite la descarbonización, la seguridad en el suministro para que sea continuada y resiliente, y la sostenibilidad económica. Son ámbitos en los que los gases renovables dan una respuesta equilibrada al reducir la dependencia de otras energías importadas, al ofrecer una fuente estable y continua de energía renovable, algo que otras tecnologías no pueden garantizar debido a su carácter intermitente.
El biometano, en particular, es una tecnología plenamente madura, limpia y autóctona que puede producirse de forma continua durante todo el año. Además, impulsa la economía rural y genera empleo en sectores vinculados al campo y a la gestión de residuos. Se estima que su desarrollo integral podría generar más de 20.000 empleos directos y 40.000 indirectos en la operación y el mantenimiento de plantas, además de otros 35.000 directos y 465.000 indirectos durante su construcción.
De este modo, el despliegue del biometano no solo favorece la transición ecológica, sino que también contribuye a la cohesión territorial y a la lucha contra la despoblación, al promover la inversión en zonas rurales y la valorización de los residuos agrícolas y ganaderos.
Si bien es cierto que aún se trata de una fuente de energía aún desconocida por una parte de la población, la aceptación social en torno a lo que representa es alta. Según un estudio de Salvetti Llombart para Nedgia, el 72% de los consumidores considera que el gas renovable se adapta a sus necesidades, y el 65% lo percibe como una alternativa diferencial frente a otras fuentes renovables por su disponibilidad continua y su origen local. Los usuarios valoran especialmente su carácter limpio, la capacidad para reducir residuos y su contribución a la autonomía energética nacional.
Con una infraestructura ya disponible y un recurso autóctono abundante, España tiene ante sí la posibilidad de convertirse en un referente europeo en producción y distribución de gases renovables, haciendo de su red de gas el eje vertebrador de una transición energética justa, sostenible y competitiva.
