La fusión de Bankia en CaixaBank ha sido una de las noticias del año, capaz de trascender el ámbito económico. Es lógico, dado que la operación consolida la posición de liderazgo comercial y fortaleza financiera de una entidad, que, tras este hito, alcanza los 20 millones de clientes y establece la red de oficinas y de cajeros más extensa del sector. Sin embargo, para el cliente de la antigua Bankia, el cambio genera una serie de dudas sobre el futuro inmediato de sus productos contratados, tarjetas, números de cuenta, etc. La incertidumbre es lógica pero, grosso modo, el mensaje para ellos es de tranquilidad: la operativa se mantendrá casi intacta.

Lo primero que cualquier cliente de Bankia debe saber es que, tras esta fusión, y desde el punto de vista jurídico, todos los contratos que hubiera firmado con esta entidad son heredados por CaixaBank con las mismas condiciones y sin cambios inmediatos. Como sucedería con la entidad original, de darse cualquier modificación futura en sus contratos de cuentas corrientes, libretas a la vista, tarjetas de crédito, débito o prepago serán comunicadas con antelación suficiente para poder informarse acerca de las nuevas condiciones o las alternativas.

El tema de las tarjetas resulta clave en el día a día pero tampoco hay ningún motivo para preocuparse. Los que tengan una tarjeta de Bankia la podrán seguir usando como hasta ahora, sin ningún problema, ya que seguirán operativas con la misma numeración y en las mismas condiciones. Solo cuando llegue el momento de renovarlas se producirá el cambio más significativo, ya que CaixaBank hará entrega de las nuevas con la imagen de la entidad. Es un cambio estético sin implicaciones contractuales.

La misma filosofía se aplica a los créditos hipotecarios, los préstamos personales y los depósitos a plazo firmados con Bankia: seguirán vigentes e inalterables incluso en las situaciones de moratoria o extensión temporal por la Covid-19, que tampoco se verán afectadas por el proceso de integración. De la misma manera, CaixaBank también respetará las posibles bonificaciones que el cliente hubiera firmado para rebajar el interés de su hipoteca, como la domiciliación de nómina o la contratación de un seguro de hogar, por ejemplo.

Por otra parte, los antiguos clientes de Bankia que reciban una pensión lo harán el día 24 de cada mes tras la fusión, tal y como se viene produciendo en CaixaBank. En cuanto a las prestaciones de desempleo, el ingreso se producirá en torno al día 5 de cada mes, al día siguiente de recibir el fichero de abonos de la Administración Pública (Sepe).

Transición hacia el nuevo entorno digital

Hasta aquí, los cambios son mínimos y, en cierto modo, casi de intendencia en cuanto a los productos firmados. No obstante, hay algo que sí cambiará: la numeración de las cuentas. Es una consecuencia lógica e inevitable en todo proceso de fusión dado que, con la integración y posterior desaparición de Bankia, su código IBAN quedará obsoleto y será necesario actualizarlo al de CaixaBank para identificar estos productos con la entidad.

Pero esto no requiere ningún tipo de acción por parte del cliente: para ellos esta modificación es automática, sin ninguna gestión. De este modo, se dará plena continuidad a cualquier servicio asociado a su cuenta como las tarjetas o cualquier domiciliación de ingresos o pagos que estén referenciadas a la misma. En todo caso, CaixaBank informará a sus nuevos clientes llegado el momento en el que se produzca este cambio, si bien esto es algo común en estas situaciones, no necesariamente vinculadas a la fusión interbancaria de la que ha sido protagonista.

Otro aspecto que también variará es el ámbito de la Banca Digital. En este caso, los clientes de Bankia han comprobado cómo, por el momento, aún pueden acceder a su banca online o a la app como hasta ahora. Esto será así hasta que se produzca la integración tecnológica de los sistemas informáticos, algo que está previsto para finales de este año.