El respeto por el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático han aparecido, durante los últimos años, entre las prioridades de todos los actores de la sociedad y cada vez tienen más peso en las decisiones de todos nosotros durante el día a día. Esto es así a un nivel individual, por ejemplo a la hora de apostar por el reciclaje en casa o por ser más eficientes con los recursos a nuestro alcance. Pero son las grandes compañías las que, por su potencial y su presencia en todo el planeta, las que más pueden hacer para revertir el problema y liderar esta transición hacia una economía más verde y sostenible.

Mastercard es una de las compañías que ha apostado por adaptar su actividad a estos términos. Y, en base al principio fundamental que rige su actividad, 'Doing Well by Doing Good', es decir, utilizar su tecnología, productos, conocimiento y a sus empleados para impactar positivamente en la sociedad, su filosofía se traduce en varias líneas de actuación en torno a sus rutinas y como referente para el resto de la sociedad en este terreno, aprovechando su presencia en más de 210 ciudades del mundo y su colaboración con numerosos socios y colaboradores.

Priceless Planet Coalition es una de las iniciativas que ejemplifican esta filosofía. En apenas unos meses, esta plataforma ha centralizado estos esfuerzos corporativos sostenibles que se traducen, como primer objetivo tangible, en plantar 100 millones de árboles en los próximos cinco años. El proyecto cuenta con el respaldo de organizaciones medioambientales de prestigio como el Conservation International y el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés).

A través de esta iniciativa también se persigue sumar a la causa de la sostenibilidad a clientes, colaboradores y consumidores para que ellos también, aprovechando las herramientas que pone en su mano Priceless Planet Coalition, puedan generar este tipo de impacto positivo en su entorno. Se trata, como destaca Mastercard, de "empoderar e inspirar" para alcanzar estos objetivos. Entre otras ideas, el proyecto ha activado una plataforma de donación y una aplicación móvil para contribuir a estos proyectos sostenibles y de reforestación.

Tarjetas sostenibles: un paso adelante de la industria

Se trata de poner en marcha acciones concretas pero, sobre todo, de concienciar e implicar a la sociedad en su conjunto y empoderar a su red –de casi 3.000 millones de consumidores- para que tomen medidas colectivas en aras de la preservación del medio ambiente. Es un potencial que Mastercard quiere aprovechar ofreciéndoles tarjetas fabricadas con materiales sostenibles, como plásticos de origen biológico, hasta herramientas digitales que permite a los usuarios rastrear, entender y responsabilizarse de su huella ambiental.

Con el objetivo de elaborar un directorio de materiales y proveedores para producir este tipo de tarjetas, Mastercard ya trabaja para ello con otros actores clave del sector. Actualmente, esta estrategia ya está reportando sus frutos, dado que el abanico de tarjetas sostenibles de Mastercard está disponible en más de una docena de países en todo el mundo y más de 60 instituciones financieras han emitido tarjetas con materiales aprobados hechos de plásticos reciclables, de origen biológico, libres de cloro, degradables y respetuosos con los océanos y los mares.

Esta iniciativa no es nueva, pero constituye un hito en el proyecto a largo plazo que conducirá al lanzamiento del sistema de certificación global de Mastercard para Tarjetas Sostenibles Aprobadas. Este sistema se basa en la Asociación de Pagos más Verdes (GPP) formada por Mastercard y los fabricantes de tarjetas Gemalto, Giesecke + Devrient e IDEMIA con el fin de establecer las mejores prácticas ambientales y reducir el uso de plástico PVC de primer uso en la fabricación de tarjetas. En el mundo se producen seis mil millones de tarjetas de pago cada año, generalmente de PVC. En promedio, estas tarjetas se reemplazan cada tres o cuatro años y las tarjetas usadas acaban en vertederos repartidos por todo el mundo, de ahí la importancia de apostar por materiales cuyo ciclo de vida sean plenamente respetuosos con el medio ambiente.

Objetivos basados en la ciencia

En paralelo al fomento de estos materiales, y muy relacionado con ello, se alinea el otro gran objetivo de Mastercard a largo plazo: alcanzar las cero emisiones en 2050. Este compromiso implica aplicar desde ya un plan de acción global que atañe a todos los frentes de actividad de la compañía, incluyendo sus cadenas de suministro. Fruto de esta ambición ya se han alcanzado algunos éxitos parciales como el hecho de ya en 2020 todas las oficinas de la empresa en EEUU usaron electricidad 100% renovable.

Desde entidades independientes también se ha reconocido el esfuerzo de Mastercard: ha sido la primera empresa en la industria de pagos en recibir la aprobación de la iniciativa Science Based Targets ('Objetivos Basados en la Ciencia'), un reconocimiento que estimula a la compañía para incidir en esta hoja de ruta. Para ello, Mastercard también se ha unido a RE100 (una iniciativa global para fomentar la energía renovable y al compromiso 'Business Ambition for 1.5ºC', un proyecto global dirigido a empresas para combatir el calentamiento global.

El plan de Mastercard para abordar estas cuestiones comprende dos áreas: la descarbonización de sus propias operaciones y el impulso de la sostenibilidad en todo su ecosistema de proveedores. De hecho, la empresa, que cuenta con cerca de 180 instalaciones propias en todo el mundo, ya está priorizando los programas de energías renovables y eficiencia energética, como el uso de paneles solares en los centros de datos, que representan más el 50% del uso de energía total de la compañía. Además, todas las propiedades y sedes cuentan con certificación LEED y, recientemente, el Carbon Disclosure Projetc (CPD, por sus siglas en inglés), otorgó la calificación 'A' a Mastercard, una de sus notas más elevadas.

Estos avales son un importante respaldo a esta filosofía responsable de Mastercard en la lucha contra el cambio climático. Es una forma de reconocer el esfuerzo de la compañía en sus iniciativas medioambientales y su papel activo en el impulso de estas soluciones sostenibles por parte de aquellos actores que tienen relación con ella: clientes, empresas o proveedores. Algo lógico dado que, el fin de esta carrera de fondo para salvar el planeta, es una meta común: vivir en un mundo más limpio y mejor para futuras generaciones.