Cuando falla el plan A (la venta de O2) y, después, también fracasa el B (la colocación de Telxius), no queda otra que plantearse nuevas opciones para salir del bloqueo cuanto antes. La dirección de Telefónica no tiene más remedio que acelerar la venta de activos para reducir su abultada deuda, que ya ha dejado atrás los 52.000 millones de euros. De hecho, la operadora debe más de lo que vale en bolsa, dado que su cotización actual ronda los 45.200 millones.

El plan que mantiene ocupada a la compañía presidida por José María Álvarez-Pallete es conseguir alrededor de 10.000 millones de euros que los inversores y las agencias de ‘rating’ le están exigiendo para mantener su actual calificación de deuda. Si no lo hace, la ‘teleco’ corre el riesgo de caer en el terreno del ‘bono basura’.

“Telefónica tiene varias opciones”, asegura Allan C. Nichols, analista de Morningstar. “Puede esperar a que mejoren los mercado para volver a intentar la colocación de Telxius; o tratar de vender una parte de O2 o activos no recurrentes”, indica a EL ESPAÑOL.

Sumar millones

Básicamente, tiene que hacer varios movimientos. Ir sumando para conseguir esa cifra. Y la operadora británica es su principal opción sobre la mesa. El propio Álvarez-Pallete reconoció a principios de septiembre que se estaban pensando qué hacer con este negocio: dar entrada a nuevos accionistas o una salida parcial en bolsa. “Lo decidiremos en las próximas semanas”, apuntó el directivo en un encuentro con medios de comunicación en Santander.

El problema del parqué es que después del traspiés con la oferta de venta de Telxius (con la que iba a ingresar unos 1.500 millones de euros) puede no ser el mejor momento para volver a intentarlo. “Es más sencillo que se la coloquen a un inversor y logren con esa operación entre 4.000 y 5.000 millones de euros”, aseguran fuentes del mercado.

De conseguirlo, está también lejos de los 10.250 millones de libras que Telefónica iba a conseguir con la venta de O2 al grupo hongkonés Hutchison Whampoa, que Bruselas paralizó en mayo porque podría perjudicar a los consumidores británicos. Mantener la mayoría del capital de la británica, como pretende, sin embargo, tendría como ventaja seguir consolidando sus resultados en el balance y generar caja. Así colocar una parte de O2, previsiblemente a un inversor, sería la principal baza. “Valoramos su activos en 9.400 millones de libras”, asegura la agencia Macquarie, que aboga por sacar a bolsa el negocio.

Pero hay más opciones. “Se ha hablado de vender el negocio de televisión en Argentina [Telefé] y de desinvertir en México”, indica Javier Mielgo, analista de Mirabaud. Ambas opciones son menores ya que, previsiblemente, no alcanzarían los 500 millones de dólares (alrededor 445 millones de euros). También está sobre la mesa la venta de activos de Telxius, como el cable submarino que controla todo el continente americano y que supone la principal fuente de ingresos de la filial.

Movimientos similares podría hacerlos en España, rebajando sus inversiones, por ejemplo, en el grupo Prisa. Actualmente, Telefónica controla el 13% del grupo de medios de comunicación, que a precios actuales está valorado en cerca de 58 millones de euros.

Más factibles es la colocación de nueva deuda híbrida y de parte de su autocartera. Sobre esta última, hace unas semanas la compañía descartaba vender las acciones propias que mantiene. Sin embargo, el paso atrás con Telxius, le puede llevar en la dirección contraria. La ‘teleco’ situó en algo más del 4% su autocartera actual, con un valor de mercado que superar los 1.800 millones de euros. Vender una parte sería un balón de oxígeno.

El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete. Pedro Puente / EFE

“Jugarán tácticamente con los híbridos”, asegura  Javier Mielgo. Este movimiento tendría para Telefónica un coste más elevado que una emisión de bonos, pero también la ventaja de que no lo cuantificaría como deuda. Hace sólo unos días, el pasado 15 de septiembre, la ‘teleco’ cerró una emisión de deuda híbrida (que puede ejecutarse en forma de acciones) por valor de 1.000 millones de euros, a un tipo del 3,75% y vencimiento a cinco años. “No me extrañaría que hiciera una emisión de cifras similares”, indica el analista de Mirabaud. “Tampoco les conviene más porque es más caro que un bono. Lo tienen que medir”, añade.

Lo que Telefónica no quiere es dañar el dividendo. Eso no está sobre la mesa porque mantiene que su retribución al accionista es sostenible a pesar de la situación de su deuda.

Ahora tiene por delante el desembolso de 2.400 millones de euros. El resto, hasta completar la retribución, de 3.800 millones, que corresponden a los 0,75 euros por acción, se realizará irán en acciones a través de ‘scrip dividend’ -el accionista puede cobrar el dividendo en acciones-.

Moody’s

Telefónica tiene que hacer caja porque está bajo la lupa de las agencias de calificación. Moody’s, tras el bloqueo de la operación de O2, colocó a compañía española en perspectiva negativa. Actualmente, su calificación a largo plazo es Baa2 y está sólo dos escalones por encima del bono basura.

“El rating Baa2 de Telefónica podría degradarse si no hay evidencia clara de progresos, por parte de la compañía, para reducir su apalancamiento a lo largo del año”, aseguraba Moody’s en mayo. ¿Qué ocurre con las otras dos grandes agencias de calificación? Tanto S&P como Fitch colocan su ‘rating’ en BBB, con perspectiva estable. “Las agencias de calificación iban a tener paciencia con Telefónica, no sé si la van a seguir teniendo”, indican fuentes del mercado.

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